Las criptomonedas no son un juego
No se trata de buscar la trilogía ‘comprar-vender-ganar’, porque nos arruinaremos, sino la de ‘estudiar-analizar-arriesgar’
Hoy en día está muy de moda el mundo de las criptomonedas. No por ser fuente de noticias positivas y esperanzadoras, sino por todo lo contrario. El bitcóin ha caído a un tercio de su valor máximo en semanas. Los NFT, esos activos digitales que se pusieron de moda al ser patrocinados por las celebrities, han caído, en muchos casos, a casi valor cero. Y ya, por último, el metaverso, ese mundo paralelo que todo el mundo parece comprender, pero nadie sabe ni siquiera explicar.
Lo que parece ser una realidad es que el público en general está confundiendo la tecnología que va a definir el futuro, que es la descentralización y las redes blockchain, con una de las utilidades y consecuencias de la misma, que son las criptomonedas.
Solo por explicar cuál es el fundamento de una blockchain, diremos que es una base de datos que cumple tres principios fundamentales. Es inalterable, irreversible, y su robustez viene determinada por el número de nodos mineros que la soportan. A mayor número de nodos, mayor solidez, dado que está descentralizada y la información se guarda conforme a protocolos de consenso. Cuantos más ordenadores guarden la información clave, más costará atacar ese consenso.
Que una red o protocolo sea inalterable e irreversible, tiene y tendrá múltiples beneficios en el mundo actual, ya que hará que todos los procesos de la vida real que tengan que ser seguros migren a este tipo de redes. Por ejemplo, en trazabilidad alimentaria o la cadena logística, podremos saber hasta la vaca que proporcionó la leche para aquel queso o si aquel paquete realmente estuvo en aquel barco. Podemos hablar de firmas públicas o actuariales (notarios), o incluso no podremos alterar la naturaleza de los sucesos sancionadores o judiciales, como las multas.
Un mundo descentralizado hará que no dependamos de terceros en diferentes ámbitos. Uno de los más importantes es el sistema bancario y financiero. Hoy en día, en la banca tradicional, dependemos de forma clara de las entidades financieras, los brókeres y los bancos. Gracias a la descentralización, actividades como hacer una transferencia serán baratas e inmediatas (e irreversibles).
Más allá de explicaciones técnicas, veremos cómo obtener préstamos dejando como garantía nuestros activos será igual de posible y más fácil sin acudir a departamentos de riesgo. Si tienes dinero, podrás recibir un préstamo contra ese capital y deshacer la operación cuando tú quieras. Podrás invertir y podrás tener tu propia operación al alcance de tu mano, sin banqueros y sin brókeres, y cobrando intereses inmediatos.
Esta revolución está teniendo diversas consecuencias que pasamos a enumerar. Primero, la aparición de la red de Bitcoin y, también, de la blockchain descentralizada Ethereum, que ha hecho que el interés del público por el mundo cripto haya aumentado de forma exponencial. Esta curiosidad no reside en sobre cómo es la tecnología, sino que el público acude excitado por las voces y noticias que dicen que el precio del bitcóin ha subido, ha hecho máximos y que hay muchas personas que se han enriquecido fácilmente. Es muy común, en un periodo de subida de precios, los famosos bullrun, escuchar a gente decir: ¿qué compro?, ¿qué beneficio voy a sacar? Si lo analizamos bien, nadie en su sano juicio invertiría nada de su capital en algo que no conoce. Pues bien, en el mundo cripto, esta locura hace que cualquiera ponga sus ahorros en algo que desconoce.
Estafadores
Segundo, la aparición de los estafadores. Ya hemos dicho que en criptoeconomía, por la subida de la capitalización, muchos inversores han ganado cantidades de dinero importantes. A la moda de hacerse rico se une la gente que se vende como gurú. Aquí hemos visto de todo, desde grandes estafas masivas, como la de algún conocido famoso que hay en la cárcel, como el robo de dinero por intermediarios que se quedaban con los ahorros de sus clientes. Cuando algo es complejo de entender, es importante formarse y no fiarse de nadie, sobre todo, porque la indefensión es muy grande.
Tercero, la locura de los tokens no fungibles o NFT, y los metaversos. Hablo de locura porque bajo la tendencia de este tipo de tokens, que pueden ser desde arte digital o incluso fichas de derechos, como pueden ser las que generó TeamQueso (el mejor equipo de e-sports del mundo) con su proyecto Olympo (el mejor proyecto hasta ahora), se ha producido un interés desmesurado, un hype que ha provocado que proyectos sin ningún interés hayan vendido de forma muy cara cada uno de los tokens que han emitido. La parte que vino después estuvo clara: el valor de cada uno se fue a cero.
Por hacer un silogismo, imaginemos que vendemos piedras. Cada piedra es única, pero no tiene ningún valor intrínseco. Si las piedras las hubiese vendido Dalí, en los primeros meses, la gente se pegaría por piedras vendidas por él; pero según pasara el tiempo, nos daríamos cuenta de que el valor cae. Nada en la piedra nos dice que es un Dalí. Ahora bien, si la piedra la hubiese pintado Dalí, la cosa cambiaría radicalmente porque sería un Dalí hoy, mañana y dentro de 50 años. Eso pasa con los NFT. Solo quedarán en el tiempo aquellos que tengan características originales que aporten valor a la comunidad. Esto sí es un cambio de paradigma.
El mundo de la criptoeconomía y las criptomonedas no es un juego. No se trata de buscar la trilogía comprar-vender-ganar, porque lo más probable es que nos arruinemos. Se trata de estudiar-analizar -arriesgar y salir cuando se tiene algún beneficio. Todo lo que esté fuera de este marco será una travesía de riesgo y de falta de control que nos puede llevar a la quiebra. Solo sabiendo el terreno que pisamos tendremos más posibilidades de sobrevivir.
Alejandro San Nicolás Medina es profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad Internacional de Valencia (VIU)