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Inpro, el reto de garantizar la energía hasta en los momentos más críticos

Fabrica sistemas de trasiego para gasóleo en equipos de emergencia Asegura los generadores de hospitales o aeropuertos

Maica y Cristina Sanz, consejeras delegadas de Inpro.
Maica y Cristina Sanz, consejeras delegadas de Inpro.

Imaginemos que estamos a punto de aterrizar en un aeropuerto o a la espera de ser intervenidos en la puerta de un quirófano. Pensemos en ese crítico minuto; el sistema eléctrico podría caerse y apagar todos los equipos. “Se trataría de una situación grave y de urgencia, que Inpro revertiría de forma automática antes de que suceda”, explica Cristina Sanz, co-CEO de la compañía.

Y lo haría a través de un sistema que no falla nunca: en un tanque de gasóleo, una bomba saca el combustible y lo impulsa a un quemador de una caldera. Esa energía alimenta un generador que garantiza la electricidad en estas instalaciones tan relevantes como un hospital, un aeropuerto o una oficina. “Aseguramos que ese generador siga en marcha en todas las circunstancias, incluso cuando se cae la luz”, subraya la ejecutiva, que hoy dirige la empresa con su hermana, Maica Sanz.

La compañía española-alemana la fundó el padre de ambas, Antonio Sanz, junto a un socio germano, en 1972. La creó con esa pionera tecnología que consistía en alimentar quemadores para calderas y sistemas de calefacción en edificios. Era una época en la que se sustituía el carbón por el gasóleo, por lo que este proyecto logró el éxito muy pronto.

Después, dicha tecnología sirvió de semilla para otras actividades. “A esa bomba inicial le añadimos mecanismos de seguridad para controlar la presión y garantizar la alimentación de los sistemas, dando lugar a un equipo de trasiego de combustible más eficiente y con las últimas tecnologías”, cuenta.

En los años setenta la compañía estaba muy centrada en la construcción. Aportaba estos sistemas de trasiego a las calderas para la calefacción de las viviendas que se levantaban en el boom inmobiliario. A raíz de esto, la firma desarrolló sistemas de filtros para evitar el gripado en estos equipos, ya que el gasóleo venía muy sucio y bloqueaba las bombas; también creó una línea de negocio que controlaba el nivel de combustible para las calderas. “Hasta entonces, se venía midiendo mediante una vara, por lo que empezamos a crear sondas de nivel”, agrega.

Detector de derrames.
Detector de derrames.

La cifra

24,1% crecerán las ventas del grupo en 2022. Inpro espera facturar 3,6 millones de euros, frente a los 2,9 millones de 2021. Cuenta con 25 empleados.

Una de las cualidades de Antonio Sanz ha sido siempre “crecerse ante las adversidades. Y lo ha demostrado en cada una de las crisis”, afirma Cristina. Durante los noventa, el mercado de gasóleo para encender las calefacciones en las viviendas empezó a caer de forma drástica, ya que ese combustible se sustituía por gas. En ese momento, Sanz lo vio claro: derivar el negocio hacia la industria. Entonces, el 90% de los aeropuertos españoles incorporó un equipo de trasiego de Inpro, recuerda.

“Nos posicionamos en el sector industrial porque estábamos muy especializados y apenas había competencia. Así nos adentramos en las infraestructuras críticas. Un aeropuerto, un hospital, una oficina, una torre de control, un tren… Nos hemos ido instalando en los lugares que no pueden quedarse sin electricidad”, añade Sanz.

Este grupo de instalaciones de recuperación también subió con el Covid. La presencia del big data avanzó y se multiplicaron los datacenters. “Inpro aporta soluciones para que estos centros estén 24 horas funcionando los siete días de la semana”, concluye.

Centro de datos en Omán para el que trabaja la compañía.
Centro de datos en Omán para el que trabaja la compañía.

Claves del futuro

Retos. Desde el principio, Antonio Sanz tuvo claro lo importante que era la exportación. En los años 2000 adquirió la empresa más relevante del sector en Alemania con la que desarrolla proyectos en ese país y en los del este de Europa. También está presente con socios en Reino Unido y Francia, y opera en Noruega, Suecia, Irlanda, EE UU, Chile o Nueva Zelanda, entre otros países. Tiene planes para abrir una oficina en Arabia Saudí este año. Allí desarrollará con socios locales equipos para hoteles, hospitales y centros de datos, dentro del proyecto de una ciudad futurista previsto por el príncipe heredero, Mohamed bin Salmán.

Clientes. Inpro ha colaborado con Telefónica, Aena, Inditex, el Hospital 12 de Octubre y el Jardín Botánico en Omán, Orange en Senegal, Huawei en Camerún, y los aeropuertos de Barcelona, Valencia y Palma de Mallorca. Hoy tiene más de 50.000 instalaciones en funcionamiento y trabaja con 2.000 distribuidores en 30 países.

Centros de datos. Pone el foco en los centros de datos. Ha equipado 40 y solo en un año ha cerrado proyectos para otros 11.

Aceite vegetal hidrotratado.
Aceite vegetal hidrotratado.

En busca de un combustible que sustituya al diésel

Inpro tiene presente el cuidado del medio ambiente en el uso de combustibles. Cristina Sanz, co-CEO de la empresa, comenta que su filosofía es clara: “Reducir los niveles de contaminación dando una segunda vida a aquellos materiales con los que trabajan para que puedan ser reutilizados”.

Por eso, en la compañía llevan un tiempo apostando por el uso de HVO (aceite vegetal hidrotratado) como una alternativa más verde. “Son muchos los beneficios que aporta el HVO: tiene una vida de almacenamiento diez veces mayor que la del diésel y ofrece gran estabilidad durante el año”, destaca.

Hoy, los motores diésel siguen siendo el formato estándar para generar energía de backup (de recuperación), “pero los operadores de centros de datos no dejan de analizar los efectos de los combustibles fósiles, por lo que abrimos la puerta al uso de otros más sostenibles”, señala Sanz.

Es aquí donde el HVO ha demostrado ser “una alternativa al diésel fósil. Ya lo utilizamos en Inglaterra en distribuidoras de combustibles y queremos extenderlo de forma generalizada”, avanza.

La compañía celebra su 50 aniversario haciendo balance: está en más de 15 aeropuertos y 30 hospitales, así como en multitud de centros de datos, edificios públicos y oficinas.

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