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Crisis de suministro

El alza de los precios energéticos pone en jaque a toda Europa

El coste de la electricidad en Alemania supera por primera vez los 500 euros

El canciller alemán Olaf Scholz durante una conferencia de prensa en Berlín.
El canciller alemán Olaf Scholz durante una conferencia de prensa en Berlín.JENS SCHLUETER (AFP)

La escalada de los precios energéticos en Alemania confirma los temores a estar a las puertas de la peor crisis de las últimas décadas. El coste de la electricidad en la locomotora europea ha superado este martes por primera vez los 500 euros el megavatio hora, por lo que su repercusión se dejará sentir tanto en los hogares, como en las empresas.

Lo peor es que la situación no tiene visos de aliviarse. Preocupa la elevada dependencia de Alemania de las exportaciones de gas ruso y la actitud que finalmente mantenga el Gobierno de Putin después de que se esté limitando ya parcialmente el suministro. Por ello, todos los Gobiernos europeos están diseñando medidas de ahorro ante los posibles apagones de este invierno.

Así, la energía, que tradicionalmente es más barata en verano, se ha encarecido de forma abrupta por la preocupación que genera la fuerte demanda en un contexto de menor oferta. Se han visto afectadas todas las industrias, desde los fabricantes de vidrio hasta los productores de metal. Nyrstar NV, uno de los grandes productores de zinc, es la última gran empresa que ha anunciado recortes y el cierre de su fundición de Budel en los Países Bajos a principios del mes que viene.

No solo Alemania ha superado la barrera de los 500 euros en el precio del megavatio hora, Italia y Francia registraron valores muy similares, aunque el precio en el país vecino llegó a rebasar los 630 euros el lunes. El caso francés viene determinado por la caída en la producción de su parque nuclear, columna vertebral del sistema eléctrico del país, en los niveles más bajos de las últimas décadas. Esto ha convertido a Francia en un importador neto de electricidad y ha dejado a toda Europa más dependiente del gas (principal componente del precio de la electricidad) para poder mantener las luces encendidas.

“Cuanto más se prolongue la subida de precios, más se notará en toda la economía”, ha dicho Daniel Kral, economista veterano de la consultora Oxford Economics. “La magnitud del aumento y de la crisis no es comparable a nada de las últimas décadas”, ha añadido.

De hecho, el futuro del gas europeo de referencia para el próximo mes ha subido hasta un 8,8%, alcanzando el nivel más alto desde principios de marzo. El analista de Bloomberg NEF Kesavarthiniy Savarimuthu ha destacado que ya se ve la destrucción de la demanda industrial “a medida que los precios del gas siguen subiendo”.

Para paliar los efectos, el Gobierno alemán ha llegado este martes a un acuerdo con las empresas energéticas basado en importar gas natural licuado (GNL). El ministro de Economía, Robert Habeck, ha firmado el pacto con las compañías Uniper y RWE, que operarán las terminales flotantes de Brunsbuettel y Wilhelmshaven, para el “suministro temporal” del combustible, según un comunicado. Estas dos empresas también se asociarán con EnBW y Verbundnetz Gas Aktiengesellschaft para la compra del combustible.

“Alemania podrá recibir gas para el invierno a través de las nuevas terminales”, ha afirmado Habeck. La principal potencia europea no dispone de instalaciones de importación propias y, hasta ahora, ha dependido de los países vecinos para comprar el GNL. “El país está en conversaciones con Qatar”, ha anunciado el ministro.

La instalación de Brunsbuettel se pondrá en marcha a finales de año, según RWE, y la construcción de la terminal de Wilhelmshaven ha comenzado ya y se espera que entre en funcionamiento este invierno, según Uniper. No obstante, la prisa de Alemania en estas construcciones supone un giro en la política energética tras años de resistencia a los costosos suministros de GNL de Estados Unidos.

Amenaza a la actividad

Al conflicto abierto con Rusia, se le suma la falta de lluvias y el calor extremo de este verano, que han secado ríos y embalses cruciales para la producción de energía hidroeléctrica en algunos países y ha privado al continente de otra alternativa a los combustibles fósiles.

La prolongada situación ha mermado el agua del Rin, una vía fluvial clave para el transporte de combustibles como el carbón. Ha llegado a niveles tan bajos que puede ser intransitable para muchas embarcaciones. Las rutas por carretera y ferrocarril tampoco son una opción, dado su alto coste.

De esta situación ha alestado este martes en un comunicado la Confederación de la Industria Alemana (BDI). La patronal ha anunciado la amenaza de la seguridad de las cadenas de suministro. “Las empresas se preparan para lo peor. La ya de por sí tensa situación económica se hace más grave”, ha asegurado.

Según han explicado, es “cuestión de tiempo que las plantas de la industria química o siderúrgica tengan que ser desconectadas, que los aceites minerales y los materiales de construcción no lleguen a su destino o que determinados transportes con carga pesada no puedan realizarse”.

La vigilancia de Bruselas

Recargo. Alemania ha tomado la decisión de aplicar un nuevo recargo a la industria y los consumidores de gas doméstico que supone un incremento de 2,42 euros en el precio del kilovatio hora a partir del 1 de octubre.

 

Hogares. Kesavarthiniy Savarimuthu, analista de Bloomberg NEF, mencionó las consecuencias de esta medida: “Los hogares sentirán también la presión”. Según informaron los medios alemanes, esto supondrá para una familia de cuatro miembros unos costes adicionales de 480 euros al año, 570 euros si se le aplica un 19% de IVA, algo por determinar.

Comisión Europea. El portavoz de Fiscalidad del Ejecutivo comunitario, Daniel Ferrie, explicó ayer en rueda de prensa que “conocen bien” la inciativa adoptada por el Ejecutivo alemán y especificó que mantienen “contactos estrechos” con Berlín para encontrar “soluciones”. Aseguró compartir el objetivo de las autoridades alemanas de que la medida no tenga resultados “indeseados”.

Consecuencias. El portavoz de la CE señaló que la UE se enfrenta “desde hace un par de meses a las consecuencias de las restricciones” e insistió en que es “plenamente consciente” de las dificultades a las que tienen que hacer frente los distintos Estados miembros. Vigilará todas las medidas que se pongan en marcha y emitirá su valoración “en su debido momento”.

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