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Pekín sigue siendo demasiado tímido con el gasto fiscal

Afronta una crisis de confianza peor que la del Covid, pero se propone un déficit fiscal central menor; corre el riesgo de repetir el error de Japón en los noventa

Bandera china en Pekín.
Bandera china en Pekín.reuters

Mientras la economía china sigue debilitándose, el Gobierno está lanzado medidas a regañadientes. El lunes, el banco central recortó los tipos, pero Pekín sigue reacio a gastar.

La crisis tiene su origen sobre todo en la débil demanda interna. Los confinamientos están intimidando a los consumidores y, por extensión, a las empresas, dañando al comercio minorista y la inversión privada. La caída del inmobiliario también está erosionando la riqueza percibida por los hogares.

Dados los elevados niveles de deuda de hogares y empresas, es probable que muchos prestatarios estén pagando créditos en lugar de invertir. Eso atenuará el impacto de las bajadas de tipos. Sobre el papel, la liquidez es amplia, pero en julio los préstamos corporativos en moneda local se desplomaron un 87%, hasta unos débiles 42.000 millones de euros. El coste y la disponibilidad de los créditos dejan de importar cuando todo el mundo espera que las cosas empeoren.

El banco central sigue empeñado en resistirse a los “estímulos tipo inundación”, a los que culpa de las burbujas. Es justo, pero a estas alturas, si Pekín no interviene enérgicamente, nadie más lo hará. Normalmente, el Gobierno central hace que los provinciales, los bancos centrales y las empresas estatales hagan la mayor parte del trabajo sucio del estímulo, y mantiene su propio balance saneado; la deuda del Gobierno ronda el 20% del PIB nominal, mientras el crédito al sector no financiero se ha disparado hasta casi el 300%. Pero muchos gobiernos locales y paladines estatales, ya muy endeudados, también afrontan la reducción de los flujos de ingresos, lo que los convierte en actores poco fiables para reactivar el crecimiento.

Hay razones que explican la preferencia de Pekín por la externalización del estímulo. Nicholas Borst, de Seafarer, señala que así se preserva el balance central de los pasivos contingentes, ya que a menudo debe rescatar a las entidades estatales. Pero el Partido Comunista afronta una crisis de confianza peor que la del Covid, y, sin embargo, se propone un déficit fiscal central menor. Corre el riesgo de repetir el mismo error que Japón en los noventa.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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