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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El temor a la recesión, única sordina a la apuesta por las energéticas

Cabe esperar fuertes tensiones en el precio del gas natural que perdurarán seguramente años; en cuanto al petróleo, no parece que la calma vaya a perdurar

CINCO DÍAS

Al preocupante escenario de alzas de precios de la energía no le faltan argumentos. A la invasión de Ucrania por Rusia y el uso por esta del gas como arma para presionar a Occidente, le precedieron el cierre de instalaciones energéticas y la paralización de producción a causa de una pandemia nunca vista y el posterior repunte de actividad en 2021, y todo ello en plena transición ecológica y cada vez con más dudas sobre la precipitación con la que se ha abordado mediante unas renovables incapaces de sustituir aún al petróleo y al gas. Ahora, mientras se reabre también del debate sobre el carbón y la energía nuclear, la inestabilidad entre China y EE UU a causa de Taiwán se suma a este supercóctel de incertidumbre energética al que no ha de faltar la guinda de la volatilidad.

Los precios de los combustibles fósiles se han disparado y el resultado ha sido que las petroleras en Europa han dado beneficios récord el primer semestre, triplicando los de igual periodo de 2021. El petróleo y el gas caros y la notable elevación de los márgenes de refino ante la alta demanda llevaron al sector a revalorizaciones en Bolsa que solo han perdido pujanza tras las intensas subidas de tipos por los bancos centrales para combatir la inflación, y la posibilidad de que las grandes economías entren en recesión. La desaceleración de precios a causa de la caída de la demanda que esto supondría ya se ha visto en el crudo, que ha vuelto a niveles previos a la invasión de Ucrania, pero el gas natural sigue en su escalada. En todo caso, la era de la energía barata ha terminado, al menos, para los próximos años. El gran colapso sería el corte total por Rusia del suministro de gas a Europa, algo que, según Bruselas, podría reducir el PIB de la UE hasta en un 1,5%.

Ante este panorama, los analistas empiezan a mostrarse más cautelosos, aunque siguen considerándolo un sector clave para invertir, con ganadores claros como los productores de gas natural estadounidenses, que pueden aprovechar los precios más altos en el mercado internacional y exportar gas a una Europa obligada a reducir su dependencia del ruso. Así, cabe esperar fuertes tensiones en el precio del gas natural que perdurarán seguramente años. En cuanto al petróleo, no parece que la calma vaya a perdurar.

Tales expectativas siguen alimentando buenas cifras para los valores energéticos, favorecidos por unos combustibles fósiles que no tienen resueltas las fuertes tensiones que pesan sobre sus precios. Además, las energéticas están llevando a cabo con sus accionistas una política generosa, con incrementos de dividendos y fuertes programas de recompra de acciones. Una estrategia que dará solidez a sus valores en Bolsa, con permiso de los precios del crudo y el gas y de la caída de la demanda si se confirman los augurios de recesión.

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