El peligroso efecto distorsionante de la inflación acecha tras este agosto
La espiral de precios también ha llegado a los inversores, en concreto los de hoteles
La negra capa de inflación, que se ha extendido sobre las economías occidentales como una pesada losa para las rentas y el ahorro, es ya un problema principal también para las empresas y sus directivos. La expansión monetaria para afrontar la pandemia y el encarecimiento de la energía, inherente a la guerra en Ucrania, pero también a una sobreacelerada transición ecológica, son las primeras causas, que no las únicas, del oscuro manto que amenaza a economías domésticas y empresas. Y los efectos también son múltiples. Y mucho más patentes en economías de servicios, como la española, que en plena temporada alta del turismo –y mientras se extienden las subidas de precios en hoteles y hostelería– ha llevado la espiral a cerca del 11% –algo que no se veía desde 1984– y, lo que es mucho más preocupante, ha colocado la inflación subyacente, que excluye energía y alimentos frescos, por encima del 6%. Uno de esos efectos es la pesada carga sobre el consumo, porque la inflación ya ha comenzado a lastrar las ventas del comercio minorista en España, pero, más allá, puede dibujar un cuadro distorsionado de la realidad a tener muy en cuenta.
Muchos de los principales grupos multinacionales del gran consumo (alimentación, bebidas y productos para el hogar) han registrado significativas mejoras en los ingresos acumulados en el primer semestre del año, con un 10% de media, pero hay un factor común que explica esos incrementos y no es la mejora del negocio. Se trata de las intensas subidas de precios que están aplicando para mantener sus márgenes ante el encarecimiento de los suministros. Es decir, un preocupante multiplicador del IPC. De hecho, el alza de precios de los nueve grandes grupos analizados por este periódico (Coca-Cola, Pepsico, Ab Inbev, Mondelez, Kraft Heinz, Unilever, Nestlé, Danone y Procter & Gamble) explica el 80% de su crecimiento de los ingresos. Y los principales ejecutivos del sector sostienen que la situación continuará en los próximos meses como principal preocupación para el gran consumo.
Pero la espiral de precios también ha llegado a los inversores. Como ejemplo, la renaciente inversión hotelera en España ha chocado en la misma piedra y, frente a unos ambiciosos planes de crecimiento, los inversores también ven a la inflación como su primera inquietud por el encarecimiento de los costes. De este modo, consideran que la tendencia inversora alcista podría verse cortada de raíz a la vuelta del verano, tanto en los inmuebles de nueva construcción como en las reformas.
Es previsible que los precios no se frenen en el agosto que hoy comienza, y veremos qué ocurre en septiembre tanto para los consumidores como para los inversores. En todo caso, lo deseable es que no se enfríen a costa de que la economía entre en recesión.