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La salud añade una nueva letra a la ESG de los grupos de alimentación

Las carteras de productos de alimentación poco saludables suponen un claro riesgo financiero

AFP

El azúcar es el nuevo carbono. Las normas de comercialización de la comida basura en países como Gran Bretaña dificultarán su promoción y venta. Por este motivo, los accionistas están presionando a empresas como Kraft Heinz, fabricante de Philadelphia, para que sean más transparentes en cuanto a sus huellas de azúcar y sal. Sin embargo, un escrutinio en condiciones será una mala noticia para las empresas con peores resultados.

La salud se está convirtiendo en la principal preocupación medioambiental, social y de buen gobierno (ESG por sus siglas en inglés) para los accionistas de empresas de alimentación de consumo. ShareAction, un grupo de presión respaldado por inversores como Legal & General, quiere que Nestlé, valorada en 324.000 millones de dólares, Danone (en 36.000 millones de dólares), Kraft Heinz (en 47.000 millones de dólares), y Kellogg (en 25.000 millones de dólares), den más información. Ya ha presionado a Unilever, con un valor de 118.000 millones de dólares, para que publique qué proporción de su cartera de alimentos es saludable, según los modelos aprobados por el Gobierno.

Las carteras de productos de alimentación poco saludables suponen un claro riesgo financiero. Países como Sudáfrica y México empiezan a gravar las bebidas azucaradas. Las advertencias sanitarias similares a las del tabaco en la comida basura, así como las restricciones de comercialización, son otra amenaza. Por ejemplo, a partir de 2023, Gran Bretaña prohibirá la publicidad de productos con alto contenido en grasas, azúcar y sal antes de las 9 de la noche. Y los propios consumidores cada vez dan mayor prioridad a los alimentos más saludables, lo cual permitirá a las empresas cobrar un recargo.

Las declaraciones actuales de los grupos de alimentación son, en el mejor de los casos, confusas. Nestlé, que fabrica los Smarties y los cereales Nesquik, afirma que alrededor del 80% de sus ventas de alimentos y bebidas en 2019 procedían de productos que cumplen con los criterios de su "Base Nutricional". Pero la Iniciativa Acceso a la Nutrición, dirigida por una organización independiente sin ánimo de lucro, calcula que solo el 42% de los ingresos globales de Nestlé correspondieron a productos más saludables ese año.

La estandarización de los informes plantea problemas. Las empresas tendrán que ponerse de acuerdo sobre los ingredientes a los que dar prioridad. Los cereales, por ejemplo, incluyen mucha fibra, pero a menudo también están cargados de azúcar. También podrían alegar que los inversores deben fijarse en cómo se consumen los alimentos, no solo en su contenido. La mayonesa con mucha grasa, por ejemplo, si se come untada en una galleta salada de centeno, puede ser más saludable que una rebanada de pan blanco. Este mes Kellogg perdió un recurso contra el Gobierno de Reino Unido cuando un juez falló en contra de incluir la leche al medir el valor nutricional de los cereales.

Hasta el momento, la salud no guía las valoraciones de las empresas. Danone, por ejemplo, tiene una mayor proporción de alimentos saludables que Kellogg, Kraft Heinz o Nestlé, con un 65% según la Iniciativa. Acceso a la Nutrición. Está valorada a solo 16 veces los beneficios futuros, el segundo múltiplo más bajo de esas cuatro empresas. Sin embargo, es probable que los accionistas sigan presionando para que los informes sean más claros y los objetivos más ambiciosos. Esto probablemente supondrá un bofetón para la valoración de los rezagados.

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