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La resiliencia climática de BlackRock se enfrenta a una prueba política

Su defensa de la inversión verde podría volverse en su contra si los escépticos republicanos ganan los comicios

BlackRock les dice a las empresas que se vayan preparando para el cambio climático. El gestor de activos de 10 billones de dólares tendría que aplicarse el cuento. Si los vientos políticos en Estados Unidos cambian, como parece cada vez más probable, es el jefe de BlackRock, Larry Fink, quien podría estar a punto de quemarse.

El calentamiento global se ha convertido en una cuestión más partidista desde 2020, cuando Fink, de tendencia demócrata, advirtió a los ejecutivos sobre una próxima reasignación de capital basada en el riesgo climático. Los republicanos, desde el senador Ted Cruz hasta el representante Patrick McHenry, han arremetido contra las empresas financieras woke. El partido [Demócrata] no puede hacer mucho mientras esté en minoría en el Congreso. Pero las elecciones de noviembre, en las que hay en juego centenares de escaños, podrían convertir un incordio en una amenaza real.

Ya hay proyectos de ley en marcha. Uno de ellos exigiría a los asesores de inversiones que den prioridad a la rentabilidad financiera sobre los objetivos medioambientales. Otro exigiría a los gestores de activos que voten en las reuniones de las empresas solo según las instrucciones de sus inversores, en lugar de seguir sus propios principios, algo a lo que BlackRock ha dado su visto bueno, pero que va aplicando gradualmente. Además de la legislación, los comités dirigidos por los republicanos podrían emitir citaciones y convocar a los ejecutivos, Fink incluido, a extenuantes vistas públicas. Los enemigos de BlackRock no solo residen en Washington. Algunos estados se están volviendo más exigentes con las empresas que gestionan sus fondos de pensiones. En Texas, una nueva ley prohíbe la inversión estatal en empresas que boicoteen a las compañías de combustibles fósiles. BlackRock, entre cuyos clientes se encuentra el sistema de jubilación de profesores de Texas, de 200.000 millones de dólares, está presionando para convencer al estado de la Estrella Solitaria de que ellos no siguen esa política, según Reuters.

Es cierto que BlackRock es tan grande que incluso Texas representa una parte pequeña del total. La empresa de Fink registró un aumento anual del 6% en los activos de sus clientes en el primer trimestre de 2022, lo que equivale a más de 500.000 millones de dólares. Pero casi 20 estados tienen leyes o están estudiando planes para limitar los negocios con compañías que se considera que tienen agendas sociales, según información de Reuters. Florida, con un fondo de pensiones estatal de 200.000 millones de dólares, también tiene a BlackRock en el punto de mira, al menos indirectamente, a través de una campaña del gobernador Ron DeSantis contra las corporaciones woke.

Fink trata de parecer moderado, admitiendo que aún son necesarias las fuentes de energía tradicionales y comprometiéndose a rechazar las propuestas de los accionistas que microgestionan las empresas. Sin embargo, pisa una línea muy fina, ya que la empresa se arriesga a encender las críticas al otro lado del pasillo. La magnitud de BlackRock hace que sus opiniones sean demasiado grandes para ser ignoradas, y eso es ahora un riesgo además de una ventaja.

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