Es la hora de la batalla por la supervivencia de las inversiones
Hay que adoptar un enfoque activo contra la volatilidad de la inflación, y mantener efectivo en reserva
En un mundo dominado por los inversores pasivos, el genio financiero consiste en poseer un fondo indexado en un mercado alcista. Esa ha sido la feliz experiencia de los inversores de EE UU en los últimos años. Pero varias de las fuerzas que han apuntalado los mercados durante décadas están dando marcha atrás. Los inversores deben cubrir sus carteras contra la inflación y el estallido de las burbujas. Ello requiere un enfoque más activo.
Cuatro tendencias a largo plazo han impulsado el gran mercado alcista: el declive de la inflación, tipos cada vez más bajos, la globalización y la adopción del valor para el accionista por parte de los directivos. La quiescente inflación permitió a los bancos centrales apoyar a los mercados con políticas monetarias no convencionales en los periodos de turbulencia. La caída de tipos contribuyó a subir el valor de acciones y bonos. El avance de la globalización atenuó aún más las presiones inflacionistas.
No solo es que China diera al mundo desarrollado exportaciones baratas, sino que las empresas occidentales elevaron sus beneficios fabricando en regiones de bajo coste. Las empresas que perseguían el valor para el accionista usaron la deuda barata para recomprar sus acciones.
Todas estas tendencias, que han creado billones de riqueza financiera, están retrocediendo. La inflación en EE UU se acercó al 8% en febrero, su nivel más alto desde 1981. La Fed, dormida al volante, está ahora en modo lucha: subió el tipo un 0,25% a mediados de marzo, y se esperan otras seis subidas este año. La invasión de Ucrania ha hecho tambalearse aún más la fe en la globalización. Las empresas afrontan un aumento de los costes de los insumos y tienen que reconfigurar sus cadenas de suministro. Las alzas de los intereses hará menos atractivas las recompras de acciones.
La afirmación de Milton Friedman de que la responsabilidad social de una empresa es maximizar sus beneficios encuentra ya menos defensores en las salas de juntas. En su lugar, los directivos dan prioridad a las preocupaciones ASG. La SEC quiere que las cotizadas informen exhaustivamente de sus riesgos climáticos. Independientemente del acierto de estas normas, es probable que aumenten los costes a corto plazo.
Los inversores pasivos están, pues, en posición peligrosa. Pese a algunos tambaleos en los últimos meses, la Bolsa de EE UU sigue en niveles de burbuja. Al haber recogido toda el alza del mercado alcista, los fondos indexados están expuestos a toda bajada que se avecine. Mientras persista la inflación, es probable que el enfoque tradicional de comprar y mantener dé retornos volátiles y, dadas las valoraciones actuales, la posibilidad real de pérdidas permanentes.
Lo sepan o no, los inversores están inmersos en La batalla por la supervivencia de las inversiones. Este es el título del clásico de 1935 del bróker Gerald Loeb. Su filosofía estaba marcada por la terrible experiencia de la Gran Depresión. En su opinión, los mercados eran sitios peligrosos y el negocio de preservar el capital, no digamos acrecentarlo, tenebroso.
Loeb rechazaba los tópicos convencionales: no creía que los inversores debieran estar completamente invertidos en todo momento. Tampoco creía que hubiera que comprar y mantener acciones. También rechazaba diversificar. Loeb recomendaba que el capital se “desplegara como un conejo que se lanza aquí y allá en busca de cobertura”. Durante la mayor parte del tiempo, los inversores deberían mantener la pólvora seca.
Operar a corto plazo
Los mercados se ven sacudidos por tantos acontecimientos inesperados –política, guerra y cambios en la opinión pública– que la inversión segura era imposible. Para proteger el capital había que especular, decía Loeb, haciendo grandes apuestas cuando surgiera la oportunidad y cortando las pérdidas cuando aparecieran. Hay que olvidarse del largo plazo: era más fácil saber lo que hay en el futuro inmediato que en el lejano. Las operaciones a corto plazo, afirmaba Loeb, son “sin duda la forma más segura de especulación que existe”.
En todos los aspectos, los consejos de Loeb son el opuesto a los de su más célebre contemporáneo, Benjamin Graham. Pero mientras este sufrió grandes pérdidas en el crac de 1929, Loeb afirma que vendió todas sus acciones a tiempo.
En ediciones posteriores, Loeb valoró el problema de la inflación. En su opinión, preservar el poder adquisitivo debería ser el objetivo principal de la inversión. Pero no era fácil: “El inversor que compra coberturas contra la inflación es más propenso a meterse en problemas que a mantenerse al margen”, escribió. “Las acciones solo son buenas coberturas contra la inflación si se compran en el momento y al precio adecuados”.
La cobertura contra la inflación es también el tema de un reciente ensayo de Henry Maxey, director de inversiones de Ruffer, que invita a la reflexión. Las presiones inflacionistas pueden estar presentes durante un tiempo, señala Maxey. El camino hacia la inflación no es recto, sino que tiene muchas vueltas y revueltas. Como el mundo financiero moderno está muy apalancado, es muy sensible al alza de los tipos. El peligro es que cuando la Fed pise el freno, Wall Street cruzará el parabrisas.
Así, no tiene sentido invertir solo contra la inflación. Maxey afirma que los inversores deberían protegerse contra la volatilidad de la inflación, es decir, la posibilidad de que la psicología del mercado cambie bruscamente del temor a la inflación a la preocupación por la deflación, y viceversa. Ello requiere un enfoque activo. Es hora de apagar el piloto automático, proclama. Como escribió una vez el gran gurú de la gestión Peter Drucker: “El mayor peligro en tiempos de turbulencia no es la turbulencia. Es actuar con la lógica de ayer”.
La Fed está endureciéndose. Las políticas fiscales y monetarias positivas están en retirada. Las presiones inflacionistas, predice Maxey, caerán bruscamente cuando se toquen los cables trampa. En ese momento, los responsables políticos volverán a pisar el acelerador. Es probable que los inversores pasivos y los que se protegen de la inflación se vean afectados. Hay una forma sencilla de mantenerse al margen de los problemas, recomendada tanto por Loeb como por Maxey: mantener mucho efectivo en reserva. Como señala Loeb, mientras que la inflación erosiona el valor del dinero durante un periodo de tiempo, la Bolsa puede evaporar las fortunas en un instante. Que comience la batalla.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías