El reto de la construcción en una coyuntura de creciente inflación
Cuando a finales del año pasado el Banco de España advirtió del riesgo de encarecimiento de la vivienda por los problemas de suministros y materias primas no era fácil prever que el proceso pudiera agravarse hasta el punto de poner en riesgo el mantenimiento de la actividad del sector. Pese a ello, la conjunción de la escasez de materiales y del alza de la inflación, alimentada por la crisis energética, ha tensionado el negocio de las promotoras hasta llegar a provocar parones y aplazamientos en las obras, a la espera en muchos casos de una incierta mejora de la situación. Desde el sector hay voces que auguran ya una caída de los visados de obra nueva este año desde las 110.000 unidades previstas hasta 60.000 o 65.000 como mucho, un escenario que puede materializarse con bastante probabilidad si la crisis de suministros y el rally de los precios de la energía se mantienen durante los próximos meses.
La actual crisis global de las materias primas y los problemas con el transporte marítimo y de carreteras está azotando a aquellos sectores económicos más dependientes de la importación de suministros, como es el caso de la construcción. A ello se une el hecho de que el aumento exponencial del precio de la energía condiciona de forma importante el coste de fabricación de algunos materiales, como el cemento, el hormigón, el acero y la cerámica. Se trata de una combinación de factores adversos que se traslada a través de toda la cadena industrial hasta llegar a las obras, lo que explica no solo los retrasos en las entregas y las demoras en el lanzamiento de nuevas promociones que ya se están produciendo en el sector, sino el previsible aumento del precio de los inmuebles.
El encarecimiento de la vivienda constituye una mala noticia para una economía inmersa en un contexto fuertemente inflacionario y que afronta un horizonte incierto en términos de crecimiento y recuperación. El sector español de la construcción, como otros mercados dependientes de las materias primas y de la industria electrointensiva, debe resistir la tentación de trasladar al precio de la vivienda el aumento de los costes de producción como fórmula para mantener los márgenes del negocio. Pero ese reto exige contar con el apoyo del Gobierno a la hora de tratar de neutralizar los elevados costes de los materiales, el desbocado precio de la energía y los insostenibles conflictos del transporte, todos ellos factores que están tensionando la formación de los precios en un sector que sigue siendo clave para la economía española.