Cos pide solo a las empresas productivas que suban salarios para controlar la inflación
El Banco de España cree que los precios subirán en 2022 por encima del 3,7% El gobernador rechaza alzas de sueldos “excesivas y generalizadas”
El grado de preocupación en torno al episodio inflacionista que viven las economías desarrolladas va en aumento entre los responsables económicos ya que las perspectivas en el corto plazo apuntan todavía al alza. De hecho, los augurios de una caída de los precios en primavera se han diluido y los analistas mantienen que la inflación seguirá alta en 2022, aunque sí coinciden en que retornará a un entorno moderado del 2% en 2023 y 2024.
Así lo indicó este miércoles el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, quien advirtió del peligro de que se produzcan los temidos efectos de segunda ronda, que consisten en que “con la prolongación del periodo de incrementos de costes, se acrecienta el riesgo de que estos sean incorporados de forma generalizada a los precios finales y a los salarios”. Es más, añadió que esto aumentaría las presiones inflacionistas, “por mucho que no se estén observando por el momento indicios claros de que ello esté ocurriendo en una escala apreciable”, señaló De Cos en un artículo escrito en el Informe Económico de Esade, publicado hoy.
De hecho, el gobernador anticipó una revisión significativa de la inflación prevista para 2022 para el conjunto de la Eurozona y para la economía española (en el 3,7% según las proyecciones publicadas en diciembre) debido fundamentalmente al mantenimiento de los precios elevados de la energía.
Dicho esto, y a diferencia de otras ocasiones en las que el Banco de España ha abogado por una moderación salarial general, el responsable de la autoridad bancaria consideró “claramente deseable” que las empresas que puedan permitírselo suban los salarios, precisamente para contribuir al control del repunte de los precios
En el documento, De Cos indicó que “si bien incrementos excesivos y generalizados de los salarios serían, en el contexto actual, contraproducentes, aumentos consistentes con la evolución de la productividad y la demanda de las empresas a nivel individual son claramente deseables”.
Según argumentó De Cos, una “evolución equilibrada de los salarios, en línea con esos determinantes (huyendo de subidas generalizadas, pero elevando los salarios en las empresas productivas y con suficiente demanda) contribuiría a alcanzar nuestro objetivo de inflación en el medio plazo de manera duradera y, en paralelo, a evitar la aparición de efectos de segunda vuelta indeseados”.
Los últimos datos de salarios pactados en convenio indican que, aunque tímidamente todavía, la escalada de los precios empieza ya a contagiarse incipientemente en los incrementos acordados en sectores y empresas. De hecho, en un solo mes el incremento salarial pactado en la negociación colectiva ha subido casi medio punto, del 1,47% en el que cerró 2021 al 2% en enero, lo que implica un aumento del 36% para los cuatro millones de trabajadores que ya tenían acordadas sus condiciones laborales en el arranque del año.
Por otro lado, De Cos también hizo recomendaciones a las autoridades económicas para que contribuyan a frenar los altos niveles de los precios. En concreto aconsejó dos maneras de actuar. La primera “focalizar su apoyo a las capas de la sociedad más vulnerables”, más afectadas por la pandemia y el repunte del IPC. En segundo lugar, pidió que la escalada inflacionista “sea un argumento adicional” para que los Gobiernos limiten sus ayudas solo a las empresas que sean viables; al tiempo que recomendó que dichas ayudas sean “temporales para que no aumenten adicionalmente el déficit público estructural” y los niveles de deuda pública.
El gobernador también recordó que parte de la escalada inflacionista se debe también a otras “incertidumbres” y “desequilibrios”, como los cuellos de botella y las cadenas de suministros o las dificultades en los aprovisionamientos de gas, electricidad e incluso petróleo, íntimamente relacionadas con crisis geopolíticas como las que rodean actualmente a Rusia y la Unión Europea con Ucrania en el epicentro.
Un alza del 5,8% si los precios y la sequía lo permiten
La sequía que acecha a España ha entrado ya a formar parte del grupo de amenazas que podrían poner en jaque la recuperación económica del país. Aunque todavía es pronto para valorar el alcance real de la falta de lluvias, tal y como explicó Manuel Hidalgo, investigador sénior del Centro de Políticas Económicas de Esade, en la presentación de su Informe Económico, la sequía ya es un elemento de riesgo debido a su posible impacto en la producción de alimentos y al importante peso de esta actividad en el PIB y las exportaciones. El conjunto del sector agroalimentario contribuye a la riqueza del país cerca de un 10%.
Por ello, junto a otros riesgos como la inflación, la crisis de suministros o la posibilidad de que los fondos Next Generation tarden en ejecutarse más de lo previsto, la recuperación económica en España podría perder fuelle.
Por ahora, según las previsiones de Esade, España crecerá en 2022 un 5,8%, en línea con lo proyectado por otros organismos como la OCDE, el Banco de España o la Comisión Europea.
Si los pronósticos de avance se cumplen, recordó el director de EsadeEcPol, Toni Roldán, España se situará a la cabeza del crecimiento europeo después de haber experimentado la mayor caída en 2020 (del 10,8%) y de que en 2021 la recuperación fluyese a un ritmo más lento del esperado inicialmente. El despliegue del fondo europeo y el llamado “efecto base” –es decir, el margen que existe para compensar el terreno perdido en 2020 tras el letargo de 2021– son las dos razones que permiten a los expertos confiar en estas tasas de crecimiento.