Crecen los riesgos para el sistema financiero
La crisis inmobiliaria china, la sostenibilidad de la deuda, la inflación y la dependencia energética provocan incertidumbre
Abrimos un año en el que los riesgos para la estabilidad financiera global que ya fluctuaron a lo largo de 2021 no solo no se han resuelto del todo, sino que se agravan por la escalada de tensiones entre Estados Unidos y Rusia por el conflicto de Ucrania, que, entre otras cosas, ha salpicado claramente a los mercados de deuda. A modo de ejemplo, la prima de riesgo de España frente al bono alemán –considerado el principal refugio en Europa– superó recientemente los 100 puntos básicos por primera vez desde junio de 2020. En paralelo, aumentaron las expectativas de que el Banco Central Europeo endureciera su política tras la reunión de febrero, lo que disparó los diferenciales de rendimiento en la eurozona.
En nuestra opinión, uno de los principales riesgos para la estabilidad financiera mundial es la crisis inmobiliaria de China y las implicaciones que podría tener, no solo para el crecimiento interno, sino para el sistema financiero mundial en su conjunto. Aunque las autoridades han trazado una línea roja a la hora de rescatar a promotores inmobiliarios como Evergrande, se han mostrado dispuestas a limitar los efectos de contagio en el mercado crediticio flexibilizando la política monetaria. Con el desapalancamiento del mercado inmobiliario chino, que se mantiene en márgenes muy estrechos, este podría ser tanto el mejor de 2022 como un rotundo fracaso.
Ampliando el foco, la sostenibilidad de los niveles de deuda mundial es otro motivo de preocupación en materia de estabilidad, especialmente a medida que se reducen las políticas pandémicas. Aunque la mayoría de los bancos centrales no están cerca de retirar activamente su presencia en los mercados de deuda soberana, la sostenibilidad de los elevados ratios de deuda en relación con el PIB sigue siendo motivo de preocupación. A este respecto, la vicepresidenta del Gobierno español, Nadia Calviño, subrayó recientemente en un foro público sobre fondos europeos que España pudo emitir una cantidad “excepcional” de 150.000 millones de euros durante la pandemia gracias a la estabilidad financiera. Calviño señaló, de hecho, que el Tesoro emitió recientemente un bono de 7.000 millones de euros con una rentabilidad del 1,9% y con un 94% de la demanda procedente de inversores internacionales, la mayor de la historia.
Pero con unos niveles de inflación elevados y unos bancos centrales cada vez más agresivos, el endurecimiento de la política monetaria puede empezar a hacer que los elevados niveles de deuda en relación con el PIB se conviertan en un riesgo para la estabilidad financiera. Tras la reunión de febrero, en la que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, apuntó a una subida de tipos hacia finales de año después de más de media década de tipos en territorio negativo, los diferenciales de los rendimientos periféricos se han ampliado considerablemente en la eurozona. Esto supone un riesgo, especialmente para la financiación de las posiciones de los Gobiernos italiano, español y portugués, en caso de que los tipos empiecen a subir de forma más agresiva y el BCE retire su presencia activa en el mercado de bonos y las condiciones de crecimiento en estos países no se traduzcan en un aumento correspondiente de los ingresos fiscales.
Cabe señalar también el cambio en la predisposición al riesgo como otra fuente clave de vulnerabilidad, a medida que la economía mundial sale de un entorno de bajos tipos de interés. Cuando empiecen a subir en todo el mundo, la volatilidad de los mercados financieros puede volver a aumentar, ya que los elevados precios de los activos se reconsideran ahora que las condiciones de financiación están cambiando. Esto puede verse amplificado por la alteración de las perspectivas de crecimiento, inflación y tipos de interés con respecto al consenso actual.
Y, si hablamos de estabilidad, cómo no mencionar el peso de la dependencia energética de Europa. El aumento de los precios de la energía se combinó con problemas de suministro debido a los bajos inventarios, la menor producción de energía en medio de la transición ecológica y el retraso en las reparaciones debido a la pandemia. Es probable que la mayoría de estos problemas se disipen en los próximos meses, pero algunos, como los bajos inventarios, son una cuestión más estructural y, por tanto, más difícil de resolver
Las reservas del Reino Unido han disminuido desde el cierre de la mayor instalación de almacenamiento de gas del país en 2017, lo que significa que ahora depende de otros países europeos, como Bélgica, Francia, Irlanda, los Países Bajos y Noruega. El suministro de gas a estos países también se ha visto limitado más recientemente, ya que los flujos de gas ruso hacia Europa a través de una importante ruta de tránsito en su camino hacia Alemania fueron una de las razones que han agravado la crisis energética europea. Con el endurecimiento de las tarifas energéticas en el Reino Unido en abril y el aumento de los costes de la energía en Europa, es poco probable que el aumento de los costes energéticos disminuya en el primer trimestre. Por no hablar del nocivo impacto que tendría el aún posible enfrentamiento armado entre Rusia y Ucrania, dada la dependencia de la UE de los suministros rusos.
Y no se puede hablar de las turbulencias en los mercados financieros sin referirse al crecimiento del comercio minorista y al continuo avance de las criptodivisas, ya sea como vehículo especulativo o como depósito de valor. El avance de las monedas digitales de los bancos centrales, y la volatilidad de las mismas, también ha suscitado dudas sobre cómo será el futuro de los pagos de los servicios financieros; si las empresas y los particulares podrán tener cuentas en el banco central o si las monedas estarán disponibles para la economía real a través del sistema bancario tradicional.
Aunque no esperamos que los activos basados en criptomonedas sean sustancialmente más disruptivos para el sistema financiero tradicional en 2022, sí esperamos ver una evolución continua de su disponibilidad y una mayor adopción institucional. Y, sin duda, un punto más de impacto para la estabilidad general del mercado.
Ima Sammani es Analista de mercado FX en Monex Europe
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