Endesa crea una alternativa a los desmantelamientos industriales
Hay 14 proyectos industriales para impulsar el trabajo en Carboneras Se suman a un plan fotovoltaico para emplear hasta a 2.000 personas
El cierre de fábricas suele dejar una herida profunda en la economía, en particular en aquellos municipios que dependen, sino por completo, casi en exclusiva de una empresa o sector. Este ha sido el miedo de diversos ayuntamientos, como el de Andorra en Teruel, o Compostilla en León, desde que en junio de 2020 se iniciara el proceso de clausura de las 15 centrales térmicas de carbón que tenía el país. Aunque este era un paso necesario en el camino de España para desengancharse del combustible fósil, ha implicado también una merma importante de los ingresos fiscales y el cese de miles de empleos directos e indirectos.
La alternativa inmediata para la recontratación de este personal ha sido el desmantelamiento de las plantas, que puede durar hasta cinco años y requiere mucha mano de obra. Sin embargo, Endesa, una de las compañías eléctricas propietaria de algunas de las térmicas, ha diseñado un programa para la búsqueda de proyectos empresariales que posibiliten el desarrollo económico en estas zonas una vez que el desmontaje llegue a su fin. Esta es su apuesta en Almería, donde hace unas semanas se apagó la Central Térmica Litoral de Carboneras.
Para la comarca, Endesa contrató a la consultora del Grupo Adecco LHH, la cual se dio a la tarea de buscar a otras empresas que estuvieran interesadas en instalarse en el área de la central. En total han recibido 14 proyectos, todos relacionados con la economía circular, la acuicultura, los biocombustibles, el turismo o la logística. Ahora toca que el comité, conformado por la Universidad y las autoridades locales Almería, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), y Endesa, evalúen la viabilidad de estas propuestas. Así lo explica Paloma Hérnandez Benedicto, responsable en la compañía eléctrica de la reutilización de las plantas que están en cierre.
La reunión se llevará a cabo este enero. Según Benedicto, el objetivo empresarial es que los 14 proyectos sean aprobados, sin embargo, los involucrados deben comprobar que cada uno de ellos encaje con los planes urbanísticos del municipio y promocione una diversificación y especialización coherente con el contexto socioeconómico del lugar. Dar el visto bueno al conjunto de las propuestas podría demorarse hasta seis meses, tras lo cual se entraría en la fase de negociación para la compraventa de las 29 hectáreas que la central ha puesto a concurso. Por último entraría la fase de desarrollo, que dependiendo de la complejidad de la iniciativa empresarial, puede demorarse entre uno y tres años.
Aunque los plazos parecen largos, en el intervalo se desarrollan otros tres programas para mitigar el impacto que tiene el cierre de la planta en la población local. Su desmantelamiento dará empleo a 82 personas y a ello se sumará la instalación de 1.200 megavatios de potencia renovable, principalmente fotovoltaica, que sustituirán la energía que generaba la central térmica. Se prevé la creación de 2.000 empleos durante la fase de construcción y una plantilla de 400 personas para su operación y mantenimiento.
Asociado al desarrollo del proyecto fotovoltaico, se impartirá formación en renovables para mejorar la empleabilidad de las personas. Existen, según Benedicto, tres programas de Formación Profesional en los que participan 400 alumnos seleccionados por el servicio andaluz de empleo. El conjunto del programa responde a la presión de MITECO para que las eléctricas presentaran planes estables para las zonas afectadas. De hecho, en abril de 2020 el ministerio firmó con los sindicatos mayoritarios y las eléctricas, las bases para poner en marcha los denominados convenios de transición justa. De acuerdo con la información oficial, hay 14 convenios puestos en marcha, quedando cubiertas todas las centrales térmicas en proceso de cierre.
El fin de las plantas de carbón
Tanto las eléctricas como los especialistas en el sector estiman que para 2025 España ya no generará electricidad con carbón. Su declive se debe a las reformas llevadas a cabo por las instituciones comunitarias en 2018. Desde ese entonces el precio del CO2 en el mercado europeo de emisiones se ha disparado, restando competitividad a las centrales al ser las que más gastan.
Aunque en este año las centrales han recuperado su producción ante la crisis energética, las empresas insisten en que se trata de una medida coyuntural, en un momento en que la escalada de los precios del gas en los mercados internacionales ha permitido que el mineral negro sea más competitivo. Por el momento resulta rentable, pero es inevitable su caída pues todas las proyecciones apuntan a que la presión en el mercado energético no se alargará más allá de 2022.