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El jurado del caso Theranos marca el límite entre el autobombo y la mentira

Elizabeth Holmes, que promocionó capacidades inexistentes en su compañía, puede enfrentarse a la cárcel

La desaparecida empresa de análisis de sangre Theranos se ha convertido en una historia legal de advertencia. Un jurado federal estadounidense condenó el lunes a su fundadora, Elizabeth Holmes, por estafar a los inversores. Si el veredicto se mantiene, la posibilidad de pasar años en prisión envía un claro mensaje de que, incluso en Silicon Valley, el descaro con el que uno puede fingir hasta triunfar tiene un límite.

El fallo del jurado supone un raro caso de rendimiento de cuentas por parte de un ejecutivo del sector tecnológico. Holmes había sido aclamada como una versión femenina del cofundador de Apple, Steve Jobs, mientras promovía una máquina que podía realizar más de 240 pruebas clínicas con un solo pinchazo de sangre en el dedo. Theranos alcanzó una valoración de hasta 10.000 millones de dólares en 2015 y en torno a Holmes se formó todo un culto a la personalidad.

Sin embargo, su carisma no logró convencer a los miembros del jurado. Durante los cuatro meses que duró el juicio, tomó el estrado para sostener que siempre había creído que la tecnología funcionaría, y culpó a un antiguo ejecutivo de Theranos, a quien acusó de abuso emocional.

Los inversores podrían sacar algún consuelo del veredicto. Entre los testigos se encontraba un gestor de finanzas de la oficina familiar de la exsecretaria de Educación Betsy DeVos, que aportó 100 millones de dólares a la empresa de reciente creación. La condena por cuatro cargos incluía la conspiración para cometer fraude electrónico contra los inversores de Theranos. Holmes había señalado que se esperaba que la empresa generara 1.000 millones de dólares de ingresos en 2015, cuando, según la acusación, sabía que unos pocos centenares de miles era una cifra más exacta.

Se espera que Holmes recurra, ya que se enfrenta a importantes penas de prisión si se mantiene el veredicto. Cada cargo conlleva una condena máxima de 20 años, aunque normalmente se cumplen de forma simultánea. Holmes se libró de los cargos relacionados con la estafa a los pacientes, de los que fue declarada inocente, y el jurado no pudo alcanzar un acuerdo sobre otros tres cargos.

El veredicto debería servir de advertencia para otras startups exageradamente sobrevaloradas, especialmente las que se han visto enredadas en la moda de los cheques en blanco. Es probable que los fiscales y los jurados adopten una postura más dura en los casos de empresas de adquisición con fines especiales que aprovechan los mercados públicos, atrayendo a inversores de a pie. Trevor Milton, fundador de la empresa de camiones eléctricos Nikola, se enfrenta a cargos similares a los de Holmes. Hay una diferencia entre el marketing excesivamente entusiasta y las mentiras descaradas, y ahora los tribunales han demostrado que saben distinguir entre una cosa y otra.

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