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Telefónica diseñará un plan para el progresivo desmontaje de las últimas cabinas

Se definirá según la nueva ley de telecomunicaciones a punto de aprobarse Al cierre de 2020 había más de 14.800 cabinas en España

La cabina roja que homenajea al cineasta Antonio Mercero en Madrid.
La cabina roja que homenajea al cineasta Antonio Mercero en Madrid.
Santiago Millán Alonso

La desaparición de las cabinas de teléfono en España se acerca. El proyecto de la nueva Ley General de Telecomunicaciones (está previsto que se apruebe en el segundo trimestre de 2022), que recoge la normativa del Código Europeo de las Comunicaciones Electrónicas, ya deja claro que se establecerá la eliminación de elementos obsoletos como las cabinas telefónicas o las guías. Unos activos considerados casi vintage, cuya utilización por parte de los usuarios es prácticamente inexistente en la actualidad.

En este escenario, Telefónica tiene previsto diseñar un plan para el desmontaje progresivo de las cabinas en toda España, que se precisará en función de la aprobación y los requisitos que dictamine la citada nueva legislación sectorial.

Las cabinas han formado parte de la historia de Telefónica desde prácticamente su fundación. La primera cabina se instaló en Madrid, en el Parque del Retiro, en el entonces Viena Park, hoy Florida Park, en 1928, solo cuatro años después de la creación de la propia operadora, bajo la presidencia de Estanislao Urquijo. Inicialmente, fueron los bares y los hoteles los lugares en los que se instalaron las primeras cabinas, conocidas en un primer momento como teléfonos previo pago.

Años más tarde, en 1966, la operadora decidió instalar equipos en la vía pública. Madrid y Barcelona fueron las primeras ciudades en ver cómo aparecían las famosas cabinas en sus calles, proliferando y extendiéndose por diversos puntos de España en los años 70.

En España, al cierre de 2020, había 14.824 cabinas de teléfono, si bien su uso no ha dejado de caer en los últimos años. De hecho, durante el pasado año, apenas registraron una media de 0,17 llamadas al día, lo que supone una llamada semanal de promedio. Su utilización se había reducido a menos de la mitad en los dos años previos, cuando se registró una media de 0,37 llamadas al día por cabina, es decir, un uso cada tres días.

Telefonía móvil

La irrupción de la telefonía móvil, a partir de la segunda mitad de la década de los 90, ha sido la causa principal de la caída en desuso de estas estructuras. En 2006, se registraron más líneas de teléfonos móviles que habitantes, y en la actualidad el ratio es de 117,4 líneas móviles por cada 100 habitantes (55,64 millones de conexiones), cifra que supone un máximo histórico, según la Comisión Nacional de los Mercados y Competencia (CNMC).

La autoridad reguladora ya recomendó con anterioridad, en distintos informes, la retirada de la obligatoriedad de este servicio al haberse constatado un progresivo abandono de su uso. Según datos del Eurobarómetro de 2014, más del 88% de la población reconocía no haber usado nunca una cabina. Además, la CNMC advirtió del alto coste de su mantenimiento dentro del servicio universal. En uno de sus informes relacionados con esta cuestión, el regulador precisó que en 2016, el coste neto del servicio universal relativo a cabinas fue de 4,5 millones de euros, si bien en los últimos años, el coste ha rondado los dos millones.

La eliminación de estas infraestructuras se ha venido ejecutando en otros mercados europeos. Francia, Bélgica, Dinamarca y Estonia han ido suprimiendo el elemento del servicio universal de cabinas, según datos de la propia CNMC.

La última adjudicación se produjo hace dos años, en diciembre de 2019, cuando en buena parte del sector se esperaba su supresión, si bien, dos años después, expirará el próximo 31 de diciembre. Telefónica ha sido la principal responsable del conjunto del servicio universal, si bien la regulación ha obligado a otras operadoras a financiar parte del coste durante los últimos años.

El servicio universal que recogía la anterior ley de Telecomunicaciones, garantizaba que todos los ciudadanos tuvieran un acceso a una serie de servicios con independencia de su localización geográfica, con una calidad determinada y a un precio asequible. Esto suponía que las poblaciones con más de 1.000 habitantes debían hasta ahora hora tener al menos una cabina instalada, y otra adicional por cada 3.000 habitantes.

Además, en los últimos años, muchas cabinas han sufrido destrozos por actos vandálicos y robos, que han provocado que quedasen fuera de servicio hasta su posterior reparación. En algunas ciudades españolas, incluso, los ayuntamientos han procedido a la retirada de las cabinas que ya habían dejado de funcionar a causa del vandalismo.

Evolución de los teléfonos públicos

Inversión. Durante los años 60 y 70, Telefónica realizó una fuerte inversión en la ampliación del número de cabinas públicas urbanas e interurbanas, estableciendo locutorios en playas y centros turísticos. La operadora, además, instaló aparatos en las marquesinas de espera de transportes públicos. A final de 1972, hace casi medio siglo, el número de teléfonos públicos era de 133.296. A principios de este siglo, todavía había más de 60.000 teléfonos públicos.

Publicidad. En su evolución en el conjunto del mobiliario de las ciudades y pueblos, las cabinas de teléfonos también han sido utilizadas como soportes para anuncios publicitarios. Telefónica ha buscado vías para rentabilizar estos activos, ante la citada caída de su utilización.

Competencia. Telefónica ha sido la principal gestora de las cabinas a lo largo de su historia. No obstante, la compañía también ha tenido competidoras en este segmento, que, en algún momento, han llegado a tener una presencia de relevancia. Por ejemplo, la empresa valenciana Comytel llegó a tener varios miles de teléfonos públicos por toda España a final del año 2000.

Lenguas. En el año 1985, con la introducción de la imagen corporativa, Telefónica renovó la señalización de las cabinas públicas, incorporándose las lenguas de las distintas comunidades autónomas.

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Sobre la firma

Santiago Millán Alonso
Es periodista de la sección de Empresas, especializado en Telecomunicaciones y Tecnología. Ha trabajado, a lo largo de su carrera, en medios de comunicación como El Economista, El Boletín y Cinco Días.

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