La urgencia y la oportunidad de que España regule las criptomonedas
La irrupción del fenómeno de las criptomonedas en los últimos años ha generado una ola de euforia en los mercados y de preocupación entre los reguladores. Las advertencias sobre la fuerte volatilidad y el elevado riesgo que existe en las operaciones realizadas con estos activos no han logrado frenar el apetito inversor de quienes apuestan por sus espectaculares retornos. El bitcóin, por ejemplo, ha pasado de pagarse a 800 dólares a finales de 2016 a marcar un récord de cerca de los 68.000 en noviembre, lo que supone una revalorización de un 8.500%.
La presión por poner cuanto antes un cascabel al gato ha llevado a Bruselas a ponerse manos a la obra para aprobar una regulación. La última versión del borrador, sin embargo, retrasa la aplicación de la normativa para buena parte de las criptodivisas, entre ellas, el bitcóin, hasta el primer semestre de 2024. Solo la regulación referida a las criptomonedas referenciadas a activos –stablecoins– y las de fichas de dinero electrónico se adelantará un año, en previsión de que la entrada en el negocio de los gigantes tecnológicos pueda suponer un riesgo para la estabilidad financiera europea.
El retraso de Bruselas en la aprobación del reglamento no debería constituir una sorpresa, sino una nueva muestra de la falta de agilidad legislativa y las deficiencias de gobernanza que aquejan a la UE. Pero el hecho de que la Comisión pierda el tren de las criptomonedas, con todo lo que supone de inacción frente a un mercado de altísimo riesgo y potencial, no tiene por qué impedir que los reguladores nacionales den un paso adelante y aprueben una normativa propia capaz de aprovechar las ventajas del fenómeno y reducir sus deficiencias.
Alemania, Francia y Luxemburgo ya están preparando un marco regulatorio nacional mientras en Portugal se ha optado por ofrecer una fiscalidad atractiva con el fin de atraer a inversores. Todas son muestras muy significativas del interés que hay en el mercado europeo por posicionarse en un sector con un alto potencial financiero, como también de poner coto a las crecientes irregularidades y usos fraudulentos que han surgido en torno a estos activos. España no puede permitirse esperar dos años para abordar la regulación de las criptomonedas, porque en este como en otros ámbitos el que da el primer paso dispondrá de una importante ventaja competitiva, y lo hará en un contexto de recuperación económica y en unos mercados financieros digitalizados que hoy no tienen fronteras.