¿Decisiones económicas? ¡Decisiones personales!
Las decisiones importantes van mucho más allá de lo financiero. Tienen que ver con nuestro proyecto vital y con nuestros objetivos personales.
¿Te has parado en algún momento a pensar en la decisiones que tomas y en cómo las tomas? ¿En por qué te cuesta tomar decisiones sobre tu futuro? Dicen que los seres humanos tomamos una media de 35.000 decisiones al día. Y de estas, la gran mayoría las tenemos completamente automatizadas. Es decir, no somos conscientes de que las estamos tomando.
Hace unos años, Marck Zuckerberg, fundador de Facebook, subió una foto de su armario a sus redes sociales en la que se veía un claro denominador común: camisetas de manga corta de color gris. Y del ‘uniforme’ de Zuckerberg nos podemos ir a las dos piezas de la todavía canciller alemana, Angela Merkel, o al jersey negro de cuello vuelto que solía llevar siempre el fundador de Apple, Steve Jobs. Se ha escrito mucho del motivo por el que algunos líderes visten siempre igual: se trata de que no gasten energías tomando decisiones que son más banales para que se puedan concentrar tratando temas más importantes y trascendentes.
¿Cómo podemos tomar buenas decisiones si todo en nuestro día a día es elección? ¿De qué forma podemos prepararnos para hacer mejores elecciones?
Santiago Satrústegui, presidente de Abante, escribió en el prólogo de la edición en castellano del libro de Annie Duke, “Mejora tus decisiones”, que nunca vamos a contar con toda la información necesaria en el momento que tomamos una decisión, mientras que una vez que las cosas hayan sucedido será muy sencillo, aparentemente, hacer un análisis del porqué del fracaso.
Satrústegui hacia esta reflexión al citar al filósofo Kierkegaard, que dijo que “la vida solo puede ser comprendida hacia atrás, pero únicamente puede ser vivida hacia delante”.
En este blog hemos reflexionado en varias ocasiones sobre por qué nos cuesta tomar decisiones, especialmente cuando se trata de asuntos y aspectos que nos van a marcar en el futuro. Y hemos hablado, también, de cómo nos influyen nuestras emociones y las experiencias que arrastramos del pasado a la hora de actuar y pasar a la acción. Son cosas que forman parte de nuestra propia condición como seres humanos, pero, ¿las podemos trabajar?
Belén Alarcón, socia de Asesoramiento patrimonial de Abante, ha hablado muchas veces de nuestro cerebro emocional y nuestro cerebro racional: el elefante y el jinete. “El elefante es el cerebro emocional, el que piensa a corto plazo y es impulsivo. Muchas veces permitimos al elefante tomar decisiones porque no hemos entrenado suficientemente al jinete, que es el que piensa más a largo plazo”, destaca.
Una de las claves para poder tener éxito a la hora de tomar decisiones es reflexionar previamente sobre nuestros objetivos y nuestras metas. Definir primero qué queremos conseguir y cuándo lo queremos nos va a ayudar a marcarnos una hoja de ruta, a ser realistas con nuestro proyecto biográfico, a comprometernos y a ser honestos a la hora de tomar decisiones.
Para eso, es fundamental invertir el orden en que tomamos las decisiones. Cuando nos referimos a las cuestiones económicas -cuánto ahorramos, cómo gastamos, dónde depositamos nuestro dinero o si invertimos o no- solemos cometer el error de pensar únicamente en el dinero, en números y en rentabilidades y nos olvidamos de lo más importante: ¿qué queremos conseguir con ese dinero? ¿Cuáles son mis objetivos?
“Siempre nos ha parecido fundamental a la hora de asesorar a nuestros clientes, partir de una buena aproximación a su proyecto biográfico, ya que, aunque cambiante, les servirá para determinar el rumbo que quieren seguir en la vida. Lógicamente, una vez definido ese proyecto, nos enfrentamos continuamente a todo tipo de decisiones. Algunas que anticipamos muy importantes y otras que pueden serlo, aunque no lo parecen”, escribió también Satrústegui en el prólogo del libro de Duke.
Y es que las preocupaciones financieras trascienden lo puramente financiero. Como explica Gadea de la Viuda, socia y directora general de Abante, “tienen mucho más que ver con cuestiones vitales, con tener seguridad y certezas”. Por eso, para poder tomar mejores decisiones, es fundamental que empecemos realmente por lo que es de verdad importante para nosotros y que comencemos a ver el dinero como el medio que nos va a ayudar a conseguir lo que para nosotros es importante, y no como un fin en sí mismo. Es el momento de tomar decisiones pensando primero en nosotros, en nuestros proyectos y en nuestro futuro.