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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El ‘gran apagón’ europeo y las tormentas solares

Austria ha alertado del riesgo de un corte eléctrico en los próximos cinco años. La razón: un pico de actividad del Sol

CINCO DÍAS

Recientemente, la ministra de Defensa austríaca, Klaudia Tanner, aseguró que existe una alta posibilidad de que se produzca un apagón eléctrico que afecte a todo tipo de servicios, como ordenadores, móviles y luz, tanto en hogares como en negocios. Un apagón que no solo tendría lugar en Austria, sino que se extendería a toda Europa.

De hecho, las Fuerzas Armadas de Austria crearon un vídeo para mostrar a los austriacos cómo debían prepararse ante el gran apagón con el objetivo de alertar del riesgo de un posible corte de suministro energético “en los próximos cinco años”, y que ha desencadenado distintas teorías en medios y redes sociales.

La ministra ha afirmado que es un peligro “subestimado por todos’’ cuando podría tener consecuencias catastróficas. Varios medios, e incluso políticos, están interpretando esta noticia en clave geopolítica, asociada con una posible falta de suministro de gas que genera electricidad en algunos países europeos, como es el caso de España. Vox ya ha pedido en el Congreso la comparecencia del director de Seguridad Nacional, Miguel Ángel Ballesteros, para que informe de si contempla incluir en su estrategia el riesgo de que España pueda sufrir un “gran apagón eléctrico”.

Pero ¿y si el origen de este apagón tiene que ver con la propia naturaleza?

Una de las últimas órdenes ejecutivas del presidente Obama antes de abandonar la Casa Blanca en los EEUU fue prepararse para resistir ante una tormenta geomagnética. En ella se instaba a distintas secretarías y agencias federales a establecer un plan que garantice la continuidad de servicio que prestan infraestructuras y tecnologías críticas, y las protejan antes, durante y después, de que se produzca un evento solar extremo.

¿Por qué la ministra de Defensa austriaca usa de referencia 5 años para el famoso apagón? Precisamente en este lapso de tiempo (2022-2026) el Sol atravesará un período de máxima actividad, como viene ocurriendo desde hace millones de años, lo que coincide con el período de alerta dado por los austríacos.

Una actividad máxima solar como esta podría afectar de manera directa a las infraestructuras metálicas de gran longitud: oleoductos, vías de ferrocarril, líneas de telecomunicaciones o de transporte de energía eléctrica. En este último caso, dichas corrientes podrían causar daño permanente a los transformadores de muy alta tensión (EHVT).

El denominado Evento Carrington de 1859 fue la tormenta solar más importante registrada hasta la fecha. No existían aún oleoductos o redes eléctricas, pero puso fuera de servicio a todo el sistema telegráfico de occidente. Los anales de la época relatan que el fulgor de las auroras boreales permitió leer la prensa durante varias noches, incluso en latitudes de Centroamérica. Desde entonces se han producido tormentas de poca intensidad que dieron lugar a la interrupción del servicio telegráfico en zonas geográficas concretas (Suiza 1903, Suecia 1921), cable submarino (entre Reino Unido y EEUU en 1958), y de las comunicaciones por satélite (crisis militar entre EE UU y la URSS en 1967) hasta la caída de la red eléctrica de la provincia de Quebec en 1989. En este último caso se produjeron además daños irreparables en equipos de transformación, y el servicio no comenzó a restituirse hasta pasadas nueve horas.

En un informe de 2013, el mercado de seguros Lloyds de Londres estimaba que un evento como este dejaría sin electricidad a una población de entre 20 y 40 millones de habitantes solo en los EE UU, durante períodos de tiempo que oscilarían entre 16 días y uno a dos años. La duración de las interrupciones dependería en gran medida de la disponibilidad de piezas de recambio de transformadores de alta tensión. Los plazos de entrega de nuevos transformadores son de cinco meses como mínimo. El costo económico total para tal escenario se estima entre 600.000 millones y 2,6 billones de dólares.

En definitiva, una situación meteorológica de este calibre podría provocar inestabilidad en todo el sistema eléctrico del país, conduciendo a fallos en cascada que trastornarían considerablemente las actividades comerciales y la vida de las personas.

¿Están nuestros gobiernos e infraestructuras críticas preparados? Desde el punto de vista de la prevención, los países deberían tenerse en cuenta estos eventos solares extremos a la hora de diseñar las redes de transporte, su topología y elementos clave: en el caso de redes de comunicaciones eliminar el metal allí donde sea posible sustituyendo por fibra óptica, añadiendo filtros y revisando impedancias de puestas a tierra. En el caso de oleoductos, sustituir el metal por material dieléctrico, y en el de redes eléctricas, renovar el parque de EHTVs, descentralizar la producción de energía y dimensionar adecuadamente las capacidades de los elementos de la red. Desde el punto de vista de la reacción, deberían incluirse estos escenarios en los planes de continuidad de negocio, contando incluso con la eventualidad de un apagón preventivo de varios días, en el suministro eléctrico y de comunicaciones, entre otras contingencias. Varias empresas, como es el caso de la organización para la que trabajo, ya están trabajando en planes de contingencia que contemplan la ausencia prolongada de suministro eléctrico para regular sus sistemas de información.

Aunque un evento de tormenta solar extrema puede ocurrir en cualquier momento, suele estar correlacionado con los picos de actividad solar. El próximo (ciclo nº 25) tendrá lugar en los próximos cinco años, tiempo más que suficiente para prepararnos… ¿lo estaremos realmente en España?

Manuel Carpio es Cybersecurity Senior Advisor en Abai Group

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