Serias discrepancias en Bruselas atascan los planes para regular a las ‘big tech’
No hay consenso en el Parlamento Europeo sobre a qué empresas debe aplicarse la regulación. Se teme que no haya acuerdo antes de tres años
La Comisión Europea anunció el pasado diciembre nuevas reglas para limitar el poder de empresas como Amazon, Apple, Facebook y Google, pero serias discrepancias entre los principales partidos del Parlamento Europeo parecen estar empantanando los planes para regularlas. Así lo asegura el Financial Times, que informa que en Bruselas ya se teme que no haya un acuerdo antes de que la comisaria de Competencia de la UE, Margrethe Vestager, deje su cargo dentro de tres años.
“Parecía que estábamos de acuerdo, pero no es el caso. Estamos muy lejos de tener una posición común”, dijo este septiembre la eurodiputada alemana Evelyne Gebhardt en un debate parlamentario. “Pero, si esperamos demasiado tiempo, algunos mercados ya no podrán ser reparados. Se trata de proteger a los consumidores y a las pequeñas empresas europeas, y necesitamos hacerlo lo antes posible”, advierte al citado periódico una persona involucrada en dicho debate.
La ofensiva legislativa que planteó la Comisión incluye la Ley de Servicios Digitales (DSA), para obligar a las empresas tecnológicas a asumir más responsabilidad por el comportamiento ilegal de sus plataformas, y la Ley de Mercados Digitales (DMA), con la que buscan evitar la aparición de compañías dominantes anticompetitivas. Estos proyectos, ahora atollados, contemplan incluso poder forzar la venta o segregación de activos en las tecnológicas si no cumplen las recomendaciones de forma reiterada y han sido multadas varias veces.
Según el FT, la mayor discrepancia está en qué empresas deben someterse a esta regulación. Andreas Schwab, el eurodiputado principal que representa al PPE en el parlamento, quiere que la legislación se centre solo en las grandes plataformas, con un valor de mercado superior a los 80.000 millones de euros, y en los servicios digitales centrales de cada empresa, por ejemplo, al de búsqueda y publicidad de Google.
Los socialistas y demócratas, (S&D), por el contrario, quieren que se amplíe el alcance a otras empresas y que abarque diferentes servicios digitales, como la transmisión de vídeo y música, los pagos móviles o los servicios en la nube.
Umbral bajo
Schwab defiende que si el umbral es demasiado bajo, las leyes también afectarían a una serie de empresas tradicionales, “y esta legislación no es para la economía en general, sino específicamente para controlar a los guardianes digitales que están cerrando los mercados”.
Mientras, el eurodiputado holandés Paul Tang, del grupo S&D, defiende que se aplique a las empresas con un valor superior a los 50.000 millones y a aquellas plataformas que ofrecen más de un servicio para que las big tech no puedan eludir las leyes. “Hemos esperado más de 20 años para reformar las reglas de internet y tenemos que hacerlo lo suficientemente fuerte para los próximos 20 años”, dice.
Las discrepancias, en cualquier caso, no quedan aquí. Según el FT, Schwab quiere que los usuarios den su consentimiento sobre si sus datos se pueden combinar en todos los servicios de una empresa, por ejemplo, entre Gmail y Youtube, mientras los socialistas quieren que se prohíba.
Otra patata caliente tiene que ver con la compra de compañías. El grupo S&D quiere que la nueva legislación obligue a las big tech a demostrar que las adquisiciones que hacen de pequeñas empresas no dañan el mercado, algo a lo que el PPE se opone.
Y, por si fuera poco, también los estados de la UE quieren influir en algunas decisiones. Por ejemplo, Francia quiere que los países tengan más poder para multar a las grandes tecnológicas si se saltan la ley, mientras Irlanda y Luxemburgo prefieren las reglas actuales, por las que solo los países donde los grandes grupos tecnológicos tienen su sede (básicamente esos dos) pueden imponer multas onerosas y obligar a las plataformas a eliminar el contenido ilegal.
En EE UU, la regulación de las big tech tampoco se presenta fácil, y ello pese a que el testimonio de la ex empleada de Facebook la semana pasada generó una gran sintonía entre republicanos y demócratas acerca de la necesidad de controlar no solo a las plataformas sociales de Mark Zuckerberg sino a todos los gigantes tecnológicos en su conjunto.
Algunos legisladores ya han propuesto cambiar una ley que ahora exime de responsabilidad a empresas como Facebook o Google de que sus algoritmos amplifican contenidos dañinos en sus plataformas; quieren obligarlas a compartir información sobre sus algoritmos, a menudo una caja negra; crear una agencia federal dedicada a la supervisión de estas compañías o ampliar el poder de la Comisión Federal de Comercial (FTC), y están impulsando proyectos de ley para reformar las leyes antimonopolio, con el fin de que la gente dependa menos de un pequeño número de empresas de tecnología.
También Joe Biden, presidente de EE UU, ha situado a algunos de los principales críticos de la industria tecnológica en puestos reguladores de alto nivel, como es el caso de Lina Khan, presidenta de la FTC, o el de Jonathan Kanter, nominado para dirigir la división antimonopolio del Departamento de Justicia.
Pero, como señala The New York Times, las big tech están nadando en la riqueza y utilizan todo su músculo financiero para influir en los legisladores, como demuestra el hecho de que docenas de proyectos de ley (algunos relacionados con la privacidad) se hayan estancado en el Congreso de EE UU en los últimos años. Algunos senadores coinciden en apuntar que Facebook y las grandes tecnológicas empiezan a afrontar un momento complicado como el que vivieron en su día los gigantes de la industria tabacalera, pero el periódico estadounidense advierte que si lo que enfrentan la big tech es algo parecido, es decir, un ajuste de cuentas sobre los daños de la industria tecnológica a la sociedad, “tenemos por delante un camino largo y complicado hacia nuevas reglas, y sin garantías de resultados”.
El profesor de Harvard, Allan Brandt, un experto en el auge y declive de la industria tabacalera, recuerda al New York Times que tuvieron que pasar más de 50 años desde la primera investigación publicada sobre los peligros de los cigarros y una década más después de que un denunciante compartiera documentos internos que demostraban que las tabacaleras ocultaban información sobre los efectos dañinos de sus productos para que se aplicara una regulación estricta al sector. Brandt está convencido de que "habrá una regulación para Facebook y otras empresas tecnológicas", pero asegura ser "escéptico" en cuanto a que vaya a haber "una regulación exitosa en el corto plazo".
Facebook anuncia cambios en sus aplicaciones
Medidas. Mientras los legisladores buscan cómo frenar el poder de las big tech, un ejecutivo de Facebook dijo el domingo que la compañía va a introducir nuevas medidas en sus aplicaciones para alejar a los adolescentes del contenido dañino. Entre ellas, una para alentar a los adolescentes a tomarse un descanso en Instagram y otra para avisar a los jóvenes si están viendo repetidamente el mismo contenido que no es bueno para su bienestar.
Algoritmo. Nick Clegg, vicepresidente de asuntos globales de la red social, también expresó su apertura a la idea de permitir que los reguladores tengan acceso a los algoritmos de Facebook que se utilizan para amplificar el contenido. “Los algoritmos deben rendir cuentas, si es necesario, por medio de una regulación para que las personas puedan ver que nuestros sistemas dicen que deben hacer con lo que realmente sucede”, añadió.
Instagram Kids. Las medidas anunciadas llegan después de que la ex empleada de Facebook Frances Haugen denunciara a la compañía, a la que acusa de anteponer su beneficio a la salud de sus usuarios, y testificara en el Senado. Clegg recordó que han suspendido recientemente sus planes para desarrollar Instagram Kids, dirigido a preadolescentes, y que planean introducir nuevos controles para adultos o adolescentes.