RWE es un buen conejillo de indias para la reducción del carbón
El activista Enkraft quiere una retirada más rápida del lignito, y Berlín podría facilitarlo comprando las centrales
RWE vuelve a sufrir por su lignito. Tras la decisión del grupo francés Axa de dejar de asegurar a la empresa alemana de 22.000 millones de euros por sus planes de quemar lignito más allá de 2030, el inversor activista Enkraft quiere una retirada más rápida. Aunque el cómo es más difícil de precisar que el por qué, el consejero delegado, Markus Krebber, no puede permitirse asumir la inercia.
Independientemente de quién gane las elecciones federales de este mes, Berlín necesita una eliminación del lignito antes de la fecha límite actual de 2038. Su Ley de Protección del Clima redujo el presupuesto de carbono de 2030 para el sector energético de 175 millones de toneladas de dióxido de carbono a 108 millones de toneladas. Los analistas de JP Morgan calculan que emitirá 133 millones de toneladas si no cambia nada. Tiene más sentido eliminar el lignito y cubrir el agujero resultante en el suministro de energía con gas de bajas emisiones hasta que surja suficiente capacidad eólica y solar.
Eso también podría convenir a RWE. A pesar de ser uno de los mayores emisores de dióxido de carbono de Alemania, más de tres cuartas partes del ebitda previsto para 2022 provendrán de las energías renovables. Si desaparecieran las centrales de lignito, la entidad restante, más ecológica, se convertiría en un referente ambiental, social y de gobernanza. Enkraft considera que la valoración del grupo podría pasar de 6 veces el ebitda de 2022 a las 10 veces de media a las que cotizan otras empresas integradas como Enel, lo que elevaría el precio de la acción de 33 a 50 euros.
El activista es menos explícito sobre cómo debería ocurrir esto. Una venta privada o una disgregación no garantizarían las reducciones de emisiones y parecen difíciles de todos modos. Aunque RWE tiene suficientes créditos para protegerse del aumento de los precios del carbono hasta 2030, los beneficios después de esa fecha se verán afectados. De ahí que el negocio del lignito pueda tener un valor empresarial cercano a cero. Como alternativa, Berlín podría incentivar una salida más rápida del lignito pagando a RWE más que los 2.600 millones de euros que ya ha prometido para compensar las plantas cerradas. Pero eso ya ha levantado las cejas de la Comisión Europea.
Un plan mejor sería que el Estado adquiriera las centrales por un precio simbólico. De este modo, el Estado se haría cargo de los costes de explotación, pero se aseguraría de acelerar el cierre. Y como Enkraft calcula que RWE adquirió sus créditos cuando el precio del carbono languidecía por debajo de los 10 euros la tonelada, podrían valer 13.000 millones de euros con el precio por encima de los 60 euros.
Si el lignito desapareciera antes de 2030, el Estado podría cosechar una ganancia inesperada, y proporcionar un modelo para la reducción del carbón en otros lugares.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías