Afganistán pone a China en el punto de mira del liderazgo
Debe ayudar a estabilizar económicamente el país al tiempo que protege sus inversiones en Pakistán
La caída del gobierno respaldado por Estados Unidos en Kabul es un momento histórico para Pekín. El presidente Xi Jinping lleva tiempo defendiendo que la seguridad de Asia debe ser gestionada por los asiáticos. Ahora la presión está en demostrar que China puede ayudar a estabilizar económicamente a Afganistán al tiempo que protege las inversiones chinas en los alrededores. Tiene mucho trabajo por delante.
Puede que Estados Unidos haya malgastado dos décadas en la construcción de una nación, pero China cosechó un dividendo de seguridad de todos modos. Incluso cuando la presencia militar estadounidense pretendía fomentar la estabilidad, Pekín construyó o dominó iniciativas regionales que excluían la participación de Estados Unidos, como la Organización de Cooperación de Shanghai y la Conferencia sobre Interacción y Medidas de Fomento de la Confianza en Asia.
China invirtió dinero en infraestructuras, algunas de las cuales pasaban al alcance de la frontera afgana, para conectar la República Popular con los mercados de Europa y los proveedores de energía de Oriente Próximo.
Ahora Estados Unidos se ha ido definitivamente. China, que se ha presentado como una fuerza alternativa para el desarrollo económico y la seguridad en la región, puede aportar ayuda, inversiones y apoyo técnico. Las mineras estatales chinas podrían ayudar a Afganistán a explotar sus vastas reservas de minerales, valoradas en más de 3 billones de dólares según estimaciones oficiales en 2017, mientras que sus empresas de construcción podrían imponerse con autopistas, ferrocarriles y oleoductos, llenando lo que ahora es un vasto espacio en blanco en el mapa de la Nueva Ruta de la Seda de Xi.
Por otro lado, los diplomáticos chinos insistirán en que los líderes talibanes que han tomado el control frenen cualquier ataque a través de la frontera china hacia Xinjiang, y nieguen el apoyo a las entidades que han atacado las inversiones y los ciudadanos chinos en el vecino Pakistán. Esto puede ser difícil de vender para el grupo a todos sus miembros: el Gobierno central chino ha confinado a más de un millón de uigures y otras minorías étnicas en campos de internamiento, según estimaciones citadas por las Naciones Unidas. Muchos de estos musulmanes han sido internados por lo que parecen ser prácticas no radicales. China afirma que los campos disuaden del terrorismo y proporcionan formación profesional, pero es poco probable que eso calme la indignación.
Los talibanes han prometido mantenerse al margen de los asuntos internos de China. Sin embargo, está por ver si pueden controlar el país. Si no pueden, muchos vecinos mirarán a Pekín para que lidere una respuesta. Eso podría arrastrarla al atolladero del que acaban de salir los estadounidenses.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías