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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El mercado de deuda baja el suflé de la inflación (de momento)

Los banqueros hacen siempre su balance de riesgos y, por ahora, gana el coronavirus

CINCO DÍAS

Antes de que llegara la dichosa variante delta del coronavirus, andaban los mercados preocupados por el riesgo de que los elevados niveles de inflación detectados esta primavera se enquistaran y dieran al traste con la recuperación, vía subida de los tipos de interés. Los banqueros centrales, por el contrario, argumentaron que el repunte de los precios era coyuntural y no estaba generalizado, si bien es preocupante en lo que toca a las materias primas.

El mercado de deuda recogió estas expectativas, reforzando los temores entre los inversores, siempre muy sugestionables por movimientos que ellos mismos generan. Así, de febrero a mayo, el tipo de interés de la deuda española repuntó 50 puntos básicos; el de la alemana, unos 40 (aunque no llegó a estar en positivo), y el estadounidense, en torno a 70.

Buena parte de este movimiento se ha dado la vuelta. El bono alemán, referencia para la eurozona, volvió ayer a tocar el -0,5%, tipo de depósito aplicado por el BCE y antiguo límite por debajo del cual el banco no compraba deuda (ahora ya no tiene esta restricción, pero este sigue siendo un nivel de referencia para el mercado). Obviamente, las perspectivas sobre la actuación de los bancos centrales son el principal motivo detrás de los movimientos de la deuda, condicionado como está el mercado por las compras masivas de la Fed, el BCE, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón y otros.

El cambio de tercio del mercado tiene sentido; más allá de la puntual relajación de los temores, los bonos reflejan también la aparición de temores nuevos. Si en primavera el ritmo de vacunación hacía pensar a los inversores en el día después de la pandemia, la variante delta ha aflorado la convicción de que el coronavirus seguirá dominando la coyuntura económica al menos unos meses y el temor a que una eventual nueva variante pueda ser más resistente a las vacunas que las actualmente en circulación. En este contexto, cabe esperar prudencia de los bancos centrales, y prudencia es estar atentos a los riesgos inmediatos y no a futuribles.

Esto no quiere decir que el riesgo de inflación no exista; los banqueros hacen siempre su balance de riesgos y, de momento, gana el coronavirus. Una lectura que dicen compartir los agentes del mercado: los analistas consideran que es aún muy pronto para calibrar si el riesgo de inflación es estructural, y tres cuartas partes de los gestores de fondos consideran que el alza tanto de precios como de PIB (en EE UU) ha tocado techo. Y según los rendimientos de la deuda, respaldan sus palabras con hechos.

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