Una debilidad parlamentaria no apta para las grandes decisiones
Solo podrá superarse con pactos previos con la oposición sobre asuntos como las pensiones
El Gobierno pasaba ayer al menos tres delicados y exigentes exámenes en el Congreso de los Diputados para convalidar tres decisiones determinantes de la gestión de los últimos meses, y superó los tres, uno con nota, otro raspadito y un tercero en la repesca. Al final del día había logrado aprobar la rebaja del IVA al consumo de electricidad durante el segundo semestre del año y la eliminación del impuesto a la generación eléctrica este tercer trimestre para aliviar la rampante factura de la luz; convalidar la suspensión del uso obligatorio de las mascarillas al aire libre pese a la escalada de los contagios, y aprobar el plan para reducir la temporalidad en la Administración pública, incorporando a cientos de miles de interinos a las plantillas del sector público.
Eso sí, lo hizo tras múltiples componendas aritméticas con los grupos parlamentarios y con muy serias concesiones en algunos casos, lo que demuestra la debilidad parlamentaria del Ejecutivo, que ha superado ahora las pruebas, pero que podría no ser un aval suficiente para sacar adelante unas cuantas reformas capitales para la economía española, y que, además, exige Bruselas para entregar los fondos Next Generation.
Algunas de las concesiones pueden entenderse como lógicas en el tránsito parlamentario, como admitir una tramitación de un asunto como proyecto de ley cuando la intención primera era ventilarlo con un simple decreto; pero otras revelan improvisación y poco celo profesional, como levantar la obligatoriedad de superar una oposición interna, por laxa que sea, para pasar de la condición de interino a la de funcionario, cual va a ser el caso para quienes lleven diez años ocupando una plaza que no haya tenido convocatoria oficial; o, lo que es abiertamente demagógico, hacer una prueba de conocimientos para terminar despreciándola. Nunca fue tan fácil ser funcionario.
Pero si la geometría variable la sido más variable que nunca para sacar adelante cuestiones de monta secundaria, adónde tendrá que llegar cuando en el futuro, antes de que concluya la legislatura, el Parlamento tenga que darle el visto bueno a decisiones de más gravedad, como la reforma de las pensiones, la laboral o la fiscal, todas ellas inexcusables por imperativo europeo. La debilidad parlamentaria del Gobierno solo puede ser superada con pactos previos muy importantes sobre tales cuestiones con la oposición, que por otra parte es el mejor aval para lograr un respaldo mayoritario de la ciudadanía a las reformas antipáticas que están por llegar: endurecimiento del acceso a las pensiones cuando no recorte de las mismas, o subidas de impuestos cuando no recortes severos de los gastos para cuadrar unas cuentas públicas con demasiados déficits.