I+D biomédica: motor competitivo de futuro
España ha logrado ser una referencia internacional en investigación clínica y ahora puede afianzarse también en este sector
Con la pandemia del Covid-19, el conjunto de la industria farmacéutica y médica ha contribuido de forma clara a afrontar una crisis sin precedentes en el ámbito sanitario. Todos los indicadores relativos a la incidencia de la pandemia señalan, en buena parte del planeta, una caída progresiva y generalizada de los contagios y el mantenimiento de la tendencia a la baja de la cifra de positivos.
Por todo ello, se constata una evolución positiva en la lucha contra la pandemia, en la cual la I+D biomédica ha jugado un rol determinante. Es más, el conjunto de la sociedad ha tomado conciencia de la función decisiva que la actividad investigadora ha tenido en la identificación de tratamientos y vacunas efectivas contra el coronavirus.
Sin embargo, además de ser esencial desde el punto de vista de la salud colectiva, hay otra vertiente de la investigación médica que, con la mejora de las variables estrictamente sanitarias, irá cobrando progresivamente una mayor relevancia y es el de su impacto económico. Los ensayos clínicos son una actividad económica que refuerza claramente la competitividad de países que, como España, la albergan, ya que su desarrollo exige contar con una sólida infraestructura de profesionales, centros y recursos. Esta red de investigadores, profesionales médicos y empresas es la que ha permitido que, a los tres meses de la llegada de la pandemia a la península ibérica, España albergara ya más de un centenar de ensayos clínicos con el objetivo de identificar y evaluar posibles terapias y vacunas contra el coronavirus.
En un momento como el actual, en el que todavía hay incertidumbre en el horizonte y estamos pendientes de que se sigan concretando medidas para relanzar nuestra economía, fuertemente dañada por el impacto de la pandemia, el hecho de que en España contemos con los activos profesionales, de conocimiento y empresariales para realizar este tipo de actividades de alto valor añadido es un balón de oxígeno para su economía. Además, dicha realidad muestra uno de los caminos a seguir para aumentar nuestra competitividad, basando el crecimiento en el talento y la innovación. Se estima que un 60% de la inversión en I+D de los laboratorios farmacéuticos se dedica a ensayos clínicos. Es más, según el Ministerio de Industria, los ensayos clínicos suponen la primera fuente de ingresos privados para los hospitales españoles e involucran a unos 20.000 investigadores y 120.000 pacientes. Estas cifras confirman que en España la investigación clínica ha adquirido un rol competitivo fundamental, gracias a que la industria establecida en el territorio, tanto de capital nacional como multinacional, es muy activa en investigación y está comprometida con este impulso investigador.
Hasta la llegada del coronavirus, esta actividad era desconocida para una mayoría de la población, pero ahora se ha demostrado esencial para identificar nuevos tratamientos y estrategias preventivas, imprescindibles para mejorar la salud y la calidad de vida de los pacientes de cualquier patología.
España cuenta con una base competitiva sustentada en los activos que forman su ecosistema sanitario, formado por profesionales sanitarios, instituciones, proveedores, clientes y centros de investigación, y que, junto con las sociedades científicas y las asociaciones de pacientes, tanto de ámbito nacional como regional, son esenciales como motor de desarrollo sanitario, humano y empresarial. La participación en ensayos clínicos supone un enriquecimiento de todo el sistema desde el punto de vista científico y reputacional, así como por la captación de inversiones en I+D+I y la creación de puestos de trabajo cualificados en un campo de alto valor añadido. Por todas estas razones, la implementación de ensayos clínicos es una apuesta de valor para los pacientes, el sistema sanitario y sus profesionales, y la industria de la salud.
Según datos de PhRMA, la asociación de la industria farmacéutica innovadora de Estados Unidos, los ensayos clínicos de orientación farmacéutica fomentan el desarrollo económico de aquellos territorios donde se llevan a cabo. En concreto, esta entidad empresarial ha señalado que, en EE UU, en 2017, los 15.000 millones de dólares invertidos por las compañías farmacéuticas en ensayos clínicos tuvieron un impacto económico positivo global (considerando los efectos económicos indirectos) de unos 43.000 millones. Es decir, que la actividad investigadora triplicaría la cantidad invertida.
España cuenta con los profesionales y las infraestructuras sanitarias y empresariales necesarias para seguir creciendo en un campo de alto valor añadido como es la I+D biomédica, una actividad que crea puestos de trabajo cualificados y que, además, supone un enriquecimiento de todo el sistema a nivel científico, pero también económico y de reputación. Después de la crisis de salud, donde parece que empieza a vislumbrarse una salida, más o menos próxima, ahora estamos entrando de lleno en un período crítico en lo económico.
España ha logrado ser una referencia internacional en investigación clínica y tiene ahora la oportunidad de afianzar ese liderazgo en un sector estratégico que supone una clara apuesta por la ciencia y por la salud y que, además, puede ser también un factor para la retención de talento en España. Se trata de una oportunidad que hay que saber aprovechar y, por ello, conseguir mantener el impulso investigador en un entorno que favorezca la I+D biomédica es clave para encarar el futuro científico y, sobre todo, el económico.
Nuno Bras es Director General de LEO Pharma Iberia