Fondos europeos para construir la movilidad del futuro
El importe previsto en el plan de recuperación de España es de 13.200 millones, el 19% de los recursos no reembolsables
El pasado 16 de junio conocimos que el Consejo de la Unión Europea, a propuesta de la Comisión, aprobaba la evaluación del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España, con una contribución financiera de algo más de 69.500 millones de euros en ayudas no reembolsables.
A dicha aprobación le acompañan dos documentos que aportan información adicional realmente interesante. Uno previo, el documento de trabajo de los servicios de la Comisión, en donde se evalúa y analiza el plan con un resultado más que notable obteniendo la máxima puntuación en diez de los once apartados analizados. El otro documento es el anexo a la aprobación del Consejo, en el que se describen las reformas e inversiones asociadas a cada uno de los 30 componentes y se establecen los hitos, objetivos, indicadores y calendario de seguimiento y ejecución de dichas reformas e inversiones.
De los treinta componentes del plan, dos de ellos se refieren íntegramente a cuestiones relativas a movilidad, concretamente el componente 1, denominado Plan de choque de movilidad sostenible, segura y conectada en entornos urbanos y metropolitanos, y el componente 6, Movilidad sostenible, segura y conectada, centrado en la larga distancia.
Podría parecer que la movilidad tiene una importancia relativa en el plan, dado que tan solo dos de los treinta componentes están directamente relacionados con dicho sector. Nada más lejos de la realidad. Los importes previstos para ambos componentes ascienden a 13.200 millones, un 19% del total de fondos asignados como no reembolsables, posicionando a la movilidad como el programa con más fondos asignados de manera directa. Las inversiones planteadas en el ámbito de la movilidad son diversas, pero todas ellas de importancia capital para prepararnos para la movilidad del futuro.
Destaca el transporte ferroviario, con una dotación de 6.300 millones, y actuaciones relevantes como la mejora de la calidad y fiabilidad de los servicios de cercanías, la construcción, modernización y reforma de infraestructuras ferroviarias en grandes corredores europeos, las actuaciones en terminales ferroviarias intermodales y logísticas o diversas inversiones en el ferrocarril de mercancías, vinculadas al material móvil y a la interoperabilidad.
En el año europeo del ferrocarril, apostar por este modo de transporte es apostar por la sostenibilidad y la seguridad. El transporte ferroviario contribuye con menos del 0,5 % a las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al transporte, siendo uno de los modos de transporte de pasajeros y mercancías más sostenibles y seguros. A pesar de ello, en la Unión Europea tan solo el 7 % de los viajeros y el 11 % de las mercancías se mueven en ferrocarril, datos aún más discretos en España, con el 6,5% de los pasajeros y el 5,1% de las mercancías.
También son relevantes las partidas destinadas al transporte público y la movilidad urbana, con casi 3.000 millones para la renovación de flotas de transporte público focalizado en bajas emisiones, la transformación digital y sostenible del transporte y la mejora de la accesibilidad, así como las destinadas al desarrollo de vehículos con emisiones reducidas, con 2.000 millones para la adquisición de vehículo eléctrico o de pila de combustible y el despliegue de infraestructuras de recarga.
Adicionalmente, el plan incluye una serie de reformas que se articulan alrededor de cuatro ejes. El primero, el despliegue de la infraestructura de recarga y el vehículo eléctrico, reforzando el marco normativo que lo posibilite y elimine los obstáculos que ahora existen. El segundo, la aprobación de la ley de movilidad sostenible y financiación del transporte, que promoverá una nueva movilidad desde la óptica de la sostenibilidad y la digitalización, con cuestiones como la financiación estable del transporte urbano o el pago por uso en las vías de gran capacidad. El tercero, la implementación de una estrategia de movilidad segura, sostenible y conectada; y el cuarto y último eje, la estrategia indicativa ferroviaria.
Más allá de la movilidad centrada en el transporte, surge un ecosistema mucho mayor en el que otros sectores participan, en algunos casos de manera muy activa. El sector de las infraestructuras, en el que además de conservar y mantener las existentes habrá que construir infraestructuras para los nuevos modos de movilidad; el sector de la automoción, con retos importantes como los vehículos eléctricos, de hidrógeno o los vehículos autónomos; el sector público, con un doble papel como proveedor de servicios y regulador; el sector de la energía, en una movilidad del futuro que tiende a la descarbonización; el sector financiero, el asegurador, el de contenidos multimedia, el sanitario, etc. y por encima de todos ellos, una capa digital que hará posible que esta visión holística de la movilidad se haga realidad a través de la hiperconexión, los datos o la inteligencia artificial. Este nuevo ecosistema también está recogido en el plan a través de componentes como las energías renovables, el hidrógeno, la conectividad digital, la política industrial o las competencias digitales, cada uno de ellos con sus reformas e inversiones propias, que aunque no estén directamente vinculados con la movilidad, sí que de manera indirecta tienen una influencia en la misma.
El objetivo general del plan es promover la cohesión económica, social y territorial de la Unión Europea en general y de España en particular, alrededor de la trasformación digital, la transición ecológica y el crecimiento, y uno de los vectores que permitirá cumplir con ese objetivo es la movilidad.
Hasta ahora, con la aprobación del plan hemos cumplido con la primera de las tareas necesarias para llevarlo a cabo. De ahora en adelante queda la parte más compleja, tenemos que ser capaces de ejecutarlo de acuerdo con lo previsto, cumpliendo los hitos, objetivos e indicadores marcados y aprovechando al máximo cada euro proveniente de los fondos de la Unión Europea.
Juan Alfaro es Socio de Financial Advisory de Deloitte y miembro del Deloitte European Center for Recovery & Resilience
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