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El futuro de las empresas familiares

¿Cuáles son los retos de la empresa familiar? Desde la digitalización, pasando por el relevo generacional y la política de dividendos

2021 se está erigiendo, en muchos sentidos como el año de la recuperación. El avance de la vacunación y la reapertura económica nos están llevando a ver buenos datos de actividad, una mejora en las previsiones de crecimiento, mejores resultados empresariales y un buen comportamiento de los mercados. Unos datos que empiezan a borrar la resaca que nos dejaron las restricciones de confinamiento y que nos hacen reflexionar, también, sobre los retos a los que nos enfrentamos y cómo podemos seguir avanzando en un mundo en el que el 2020 nos ha vuelto a demostrar que el futuro es incierto por naturaleza.

Estos últimos meses han sido para la gran mayoría de los sectores económicos y de actividad empresarial momentos de cambio y de habituarse de un día para otro a lo desconocido. Y, en este clima, hay una palabra que se ha vuelto protagonista en nuestro día a día: resiliencia.

La Real Academia de la Lengua define resiliencia como “la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”. Y es precisamente la resiliencia, junto con la agilidad, una de las características que definen a las empresas familiares. Y que en el Informe de Empresa Familiar 2021, elaborado por El Instituto de la Empresa Familiar, la consultora KPMG y el think tank STEP (Successful Transgenerational Entrepreneurship Practices), destacan como las cualidades que “les han permitido responder de forma efectiva a los desafíos que han tenido que afrontar en los últimos meses”.

Los efectos de la pandemia en las empresas familiares

En el informe señalan que “las consecuencias económicas y sociales que provoca una pandemia como la que ha generado el Covid-19 constituyen un desafío de gran complejidad para las empresas familiares”. Y ponen el acento en cómo tuvieron que adaptar sus planes de negocio a entornos de restricciones de movilidad, paralización de las cadenas de suministros y caída del consumo y la confianza. Esto, como señalan, se ha trasladado a las resultados de las compañías.

En concreto, según el informe, hasta octubre, el 63% de las empresas familiares vio que sus ingresos habían disminuido con respecto a los niveles que registraban antes de la pandemia. “No obstante, uno de cada cuatro encuestados mantuvo sus ventas, mientras que un 12% las incrementó (un 5% porque había sido capaz de adaptar su producto a un entorno en remoto, un 4% porque se había adaptado a la emergencia sanitaria y un 3% porque supo responder a las nuevas necesidades del mercado)”, señalan.

En el informe también explican que si desgranamos el impacto económico por sectores, la caída de la facturación ha sido más generalizada entre las empresas familiares que se dedican al alojamiento, restauración construcción e industria, es decir, los sectores que, en general, han sufrido más con la pandemia.

También hablan de las medidas que han ido poniendo en marcha, tanto por el lado más técnico y de negocio -redefinir estructuras de costes, reevaluar los acuerdos con clientes y proveedores, cambios en la distribución a los ejecutivos, asumir mayores endeudamientos, etc.-, pero también ponen el foco en la importancia de los valores y en poner en marcha estrategias con más recorrido más allá de lo puramente financiero y que se basan en responsabilidad social y la cautela.

¿Qué otros retos tienen las empresas familiares?

A los retos que ha traído la pandemia, hay que sumar otros más recientes que llevan algunos años llamando a la puerta, como la digitalización, y otros que son ‘viejos conocidos’ como el relevo generacional.

En este blog hemos hablado de la importancia de trazar un plan sucesorio con tiempo y de tomar decisiones en el presente para asegurar la viabilidad de la compañía en el largo plazo. Como explica Belén Alarcón, socia y directora de asesoramiento patrimonial de Abante, solo el 30% de las empresas familiares tienen un plan sucesorio y únicamente el 10% lo tiene por escrito. Unos datos que confirman algo que no solo pasa en el ámbito de la empresa familiar, sino que se traslada también al espacio personal de cada uno de nosotros: a las personas nos cuesta tomar decisiones sobre el futuro, especialmente cuando se trata de hablar de asuntos más delicados como son las herencias y la planificación sucesoria.

Trazar un plan que garantice que el relevo generacional se realiza con éxito es vital para la supervivencia de las empresas familiares, y hay que tener en cuenta que es un proceso complicado en el que se mezclan las cuestiones meramente técnicas, financieras y de negocio, con aspectos patrimoniales y con los temas más personales de cada uno de los miembros. Es decir, es un momento en el que las emociones cobran un especial papel, por lo que trazar un plan con ayuda de un asesor externo es fundamental.

A la sucesión también hay que añadirle otros asuntos, como la externalización de la compañía, el proceso de incorporar a externos, o del debate de qué política de dividendo debe implantarse para adaptarse a las necesidades de la empresas y a las particularidades de la familia. Los retos, como vemos, cada vez son mayores, por lo que dejarse asesorar y trazar un plan estratégico, pero también financiero, patrimonial y personal es vital para anticiparse y tomar buenas decisiones.

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