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Tribuna
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Una mirada atrás para decir adiós y gracias a la peseta

El 31 de diciembre de 1998, se fijó el equivalente de 166,386 pesetas a 1 euro

CINCO DÍAS

El 31 de diciembre de 1998, se fijó el equivalente de 166,386 pesetas a 1 euro. En 2002, cuando entró en circulación el euro, me encontraba trabajando como cajero de unos grandes almacenes y recuerdo como algunos clientes pensaban que esta equivalencia se ideó para que con sencillas reglas nemotecnias –60 céntimos eran 100 pesetas o 12 euros 2.000 pesetas– facilitasen la transición de pesetas a euros.

Hay que remontarse a 1944 para entender por qué se llegó a esta equivalencia. Tras las dos guerras mundiales, se acordó poner fin al proteccionismo y apostar por una política comercial de intercambio abierta entre los países. En 1944, se adoptó el dólar como la moneda de referencia mundial. Estados Unidos debía mantener el precio del oro en 35 dólares por onza, o 0,9 gramos de oro por 1 dólar estadounidense. La equivalencia exacta era 0,888671 gramos de oro y esta medida de peso en gramos tuvo gran importancia para fijar las equivalencias en el actual sistema monetario del Euro.

EE UU aprovechando la fortaleza de su divisa, imprimió dólares para financiar su guerra en Vietnam y algunos países cuestionaron la paridad de Bretton Woods, por lo que empezaron a solicitar a EE UU que pagasen sus excedentes de dólares en oro. El acuerdo de Bretton Woods se derrumbó cuando Nixon declaró la no conversión del dólar en oro. La Comunidad Europea intentó dar solución a la problemática por la diversidad de monedas de los países que la componían. En 1973 Europa movió ficha creando esta vez sí algo más pragmático: el Fondo Europeo para la Cooperación Monetaria (FECM).

Al año de constituirse este Fondo, en 1974, el Consejo Europeo decidió que un cesto de nueve monedas europeas (marco alemán, libra esterlina, franco francés, liras italianas, florín neerlandés, franco belga, franco luxemburgués, corona danesa y libra irlandesa) compondrían una unidad de cuenta denominada ECU siento ésta la base sobre la que se construiría posteriormente lo que conocemos como Euro. Para simplificar el cálculo de esta nueva unidad de cuenta, se decidió que el franco belga fuese la divisa base del ECU. Para obtener 46 francos belgas en aquella época, 1 ECU se intercambiaba por 76 pesetas.

Sin embargo, desde 1975 hasta finales de 1998 España no logró tener una política monetaria estable, con alta inflación y continuas devaluaciones de la peseta lo que provocó que 1 ECU, posteriormente euro, se intercambiase finalmente por 166,386 pesetas. Fue en Madrid, el 12 de diciembre de 1995, cuando se decidió no solo los plazos de puesta en circulación del euro, sino que se acordó que en vez de ECU (acrónimo de European Currency Unit) la moneda única pasase a denominarse euro.

El motivo parece no ser otro que el canciller de Alemania, Helmut Kohl, señaló que ECU le sonaba igual a Ein Kuh, que en alemán se podría entender como “una vaca”. El euro se fijó con paridad 1:1 con el ECU y así es cómo nació el término que hoy usamos tantas veces en las transacciones económicas.

Kike Briega es CFA, miembro de Society Spain

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