La ASG va a juicio
La pandemia ha acelerado los procesos judiciales, con casos civiles y penales en los tribunales de todo el mundo
La crisis ha obligado a instituciones, empresas, mercados financieros y gobiernos a encontrar actuaciones comunes para adaptarse al mundo pospandémico. El resultado, a medida que salimos de las garras de la pandemia, es que, en una oportunidad perfecta para repensar objetivos, la forma en que las empresas gestionan sus actividades ha cambiado dramáticamente en un período extremadamente corto de tiempo. Entre otros aspectos, la pandemia ha sacado a la luz las complejas relaciones entre las actividades humanas y el cambio climático, así como degradación de la biodiversidad. También es una prioridad abordar adecuadamente los derechos de los trabajadores, la prevención del trabajo infantil y la desigualdad de ingresos. La cooperación al respecto acelerará el cambio. Además, a medida que la próxima generación toma las riendas, hay un creciente optimismo respecto a que el ritmo de este cambio positivo aumentará en todo el mundo.
De hecho los litigios en torno a cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza, ASG, están en aumento y la pandemia ha acelerado más esta tendencia, con casos civiles y penales en los tribunales de todo el mundo. Ello representa un riesgo reputacional adicional para empresas con métricas débiles y ha estimulado medidas concretas para mejorar estos atributos.
En primer lugar, los casos en torno a violaciones graves de gobernanza ya están bien establecidos y son a menudo muy visibles, pues pueden conducir a bancarrotas, penas de prisión y nuevas leyes y regulaciones. Puede tratarse de casos criminales de lavado de dinero contra instituciones financieras, fraudes y otros escándalos. Más novedosos son los casos judiciales en torno a cuestiones ambientales y sociales, que históricamente han tendido a estar más asociadas a las preferencias de los inversores que a verdaderos riesgos de inversión. Sin embargo, cada vez hay más escrutinio público y gubernamental y demandas de mayor transparencia y responsabilidad corporativa, incluyendo las cadenas de suministro. Efectivamente, entre 1990 y 2019, ya hubo 1.328 casos de litigios sobre cambio climático en el mundo, al menos en 28 países iniciados por los propios gobiernos e involucrando un número creciente de empresas emisoras de gases de efecto invernadero, que contribuyen al calentamiento global, siendo el CO2 el más importante.
El resultado es que se está intensificando la atención respecto a cómo se alinean los objetivos empresariales con el Acuerdo de París de 2015, por el que casi todos los países del mundo adoptaron el compromiso a limitar el aumento de la temperatura global muy por debajo de dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales.
En marzo, el gobierno alemán ha aprobado una ley sobre la cadena de suministro que impone obligaciones sin precedentes a las empresas alemanas respecto al control de las prácticas de los proveedores, así como propias. Es el primer país en imponer una ley de este tipo. Por su parte en EEUU, la Ley de Transparencia en la Cadena de Suministro de California, requiere que los grandes comerciantes y fabricantes informen a los clientes de sus esfuerzos para erradicar la esclavitud y trata de personas en sus cadenas de suministro. Hay que tener en cuenta que, aunque es discutible que una empresa pueda controlar y, por tanto, rendir cuentas de toda su cadena de suministro, cualquier escándalo relacionado puede causar daños reputacionales.
En consecuencia, a pesar de los altos costes e inversiones requeridas, las empresas están contribuyendo a un entorno más saludable. Por ejemplo, una de las principales empresas alimentarias del mundo ha anunciado recientemente inversiones de varios miles de millones de dólares para reducir a la mitad sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y llegar a cero emisiones netas para 2050. Es impresionante, pues 95% de tales recortes de emisiones son de alcance 3. El alcance 1 representa las emisiones directas de las actividades empresariales y el 2 las indirectas (como consumo de electricidad), pero el 3 incluye las emisiones indirectas en toda la cadena de valor, lo que incluye el transporte de suministros y la distribución de mercancías, los desplazamientos de los empleados y los viajes de negocios.
Otras empresas están también tomando medidas proactivas, con decisiones de inversión para unas cadenas de suministro más robustas, que puede producir mejores resultados para todas las partes interesadas. Es el caso del mayor fabricante de cacao del mundo, que está apoyando que los agricultores locales se conviertan en empresarios, medida que, en última instancia, hará su propio negocio más sostenible a largo plazo a media que estas comunidades locales salen de la pobreza.
Por el contrario, las empresas sin políticas y supervisión ambientales y sociales sólidas son vulnerables. De manera que resulta imperativo que los parámetros ASG sean contabilizados en las ecuaciones de crecimiento de las empresas. Efectivamente, la contabilidad teniendo en cuenta a las partes interesadas probablemente será la única manera de crear valor empresarial a largo plazo. Aunque el coste puede parecer alto para algunas empresas, no parece que haya alternativa.
Además, la inversión para mejorar los atributos ASG, ya no es diferente a otras inversiones, pues todas, en última instancia, deben impulsar la competitividad y añadir valor. Más aún, el coste de la inacción ha aumentado significativamente y no actuar puede terminar costando más a la compañía a largo plazo.
Gregory Kunz es Director de análisis de acciones y renta fija de Pictet WM