Los supervisores ponen el foco en las SPAC ante el riesgo de una burbuja
En Europa, ESMA ha pedido tiempo para entender el vehículo. Las gestoras avisan de que la avidez de los inversores se ha moderado
El fenómeno de las SPAC, que causó furor en 2020 y en el arranque de año, especialmente en Estados Unidos, está sembrando dudas entre supervisores y gestoras de fondos de inversión. Las empresas de propósito especial (special purpose acquisition company, en inglés) están siendo ensalzadas por los inversores como una fórmula para captar liquidez en un momento en el que esta fluye a mansalva en el mercado gracias al papel de los bancos centrales en la crisis sanitaria y económica.
Las SPAC, que permiten que un inversor aporte capital inicial y atraiga a más inversores –patrocinadores– con el fin de salir a Bolsa y hacerse después con una compañía con la que rentabilizar la operación, se han puesto en el punto de mira de los supervisores que, por un lado, tratan de digerir y entender bien el fenómeno, y por otro, vigilar y evitar posibles burbujas.
El interés despertado entre los vigilantes del mercado ha provocado, por el momento, un parón en el sector, que en Europa captó el año pasado 7.015 millones en 25 operaciones y que en los tres primeros meses de 2021 ha logrado un volumen de 3.496 millones con 16 operaciones. Cifras a años luz de las vistas en Wall Street, donde el año pasado el volumen logrado por estos vehículos cheque en blanco fue de 83.000 millones de dólares (69.000 millones de euros).
Reacciones
En Europa, la nueva directora ejecutiva de ESMA, Natasha Cazenave, aseguró recientemente que “necesitamos entender por qué son tan populares, por qué la gente proporciona dinero solo sobre la base de los nombres de los patrocinadores y el anuncio de un proyecto”. “Es demasiado pronto para tomar una determinación ... y cuál debería ser la respuesta adecuada desde una perspectiva europea”, afirmó ante el Parlamento Europeo.
En el caso de España, la CNMV se ha mostrado abierta a este tipo de vehículo como fórmula “factible y atractiva para potenciar el mercado”, en palabras de su presidente, Rodrigo Buenaventura, si bien afirmó la semana pasada que es preciso actuar “con extrema cautela, de forma casi quirúrgica” para realizar los cambios normativos y fiscales precisos que se reclaman desde el sector, como que el tratamiento fiscal de la fusión de una empresa con una SPAC sea equivalente a la fusión con cualquier otra compañía.
Por su parte, en Estados Unidos, la SEC se ha puesto manos a la obra: ha abierto una investigación sobre estos vehículos y está analizando los posibles riesgos. Además, ha obligado a hacer cambios en sus estados financieros, al advertir que los warrants que muchos de estos vehículos entregan deben computarse como pasivos de la firma, no acciones.
Junto a ellos, la Autoridad de Conducta Financiera (FDA) de Reino Unido está analizando suavizar su normativa de salidas a Bolsa para atraer a las SPAC a la City tras el furor desatado en Wall Street y Ámsterdam. El pasado viernes presentó su propuesta al mercado.
Unas advertencias que han frenado el fervor de los inversores: Goldman Sachs ya ha alertado de que, en el segundo trimestre del año, el debut de SPAC se ha desacelerado en EE UU. Si bien, según sus cuentas aún habría 129.000 millones de dólares en SPAC buscando empresas con las que fusionarse.
Lyxor reconoce que desde finales de febrero se ha iniciado una corrección tras las “excesivas valoraciones” registradas en el primer trimestre y señala que esto “podría alentar a los inversores a adoptar una postura más prudente. También podría acelerar ciertos cambios estructurales en la inversión en SPAC y fomentar una mayor coherencia entre los objetivos de los fundadores y los inversores”.
Desde la gestora Ostrum, del grupo Natixis, cargan contra este vehículo: “Los partidarios de las SPAC argumentan que pueden reactivar la inversión en capital. Sin embargo, ante los riesgos financieros que surgen de los conflictos de intereses, la asimetría de la información y la maldición del posible ganador en una guerra de ofertas, el entusiasmo de las SPAC puede resultar un furor financiero erróneo”, sentencian en una nota.
Por el momento, los hedge funds han empezado a dar también la voz de alarma: Marshall Wace, conocido en el mercado español por sus apuestas cortas contra Solaria o Meliá, ha reconocido que las SPAC han logrado “retornos horribles” y que su sistema está repleto de “incentivos perversos”.
El papel de los famosos
Estados Unidos. La presencia de famosos en algunas de las SPAC que se han impulsado en los últimos meses, desde el exjugador de baloncesto Shaquille O’Neal al multimillonario Richard Branson, provocó ya en marzo que el supervisor estadounidense alertara a los inversores de que “nunca es una buena idea invertir en una SPAC solo porque alguien famoso la patrocina, invierte en ella o dice que es una buena inversión”.
Últimos en llegar. La startup hotelera Sonder, que gestiona apartamentos y que ya opera en Madrid y Barcelona, anunció el pasado viernes su fusión con una SPAC en una operación que otorga un valor conjunto de 2.200 millones de dólares. En Europa, la gestora francesa Tikehau ha levantado 500 millones de euros para el vehículo Pegasus Europe, que cotiza en la Bolsa de Ámsterdam.