Cómo evitar a una generación vivir peor que sus padres
La pandemia es la segunda gran recesión que padecen los nacidos entre 1985 y 1995, lo que ha dificultado su entrada al mercado laboral y la posibilidad de emancipación
Un joven que hoy se incorpora al mercado de trabajo va a poder tener a lo largo de su vida casi un 7,2% menos de ingresos de los que tuvo un joven que se incorporó al mercado laboral en el año 2007. Esta es una de las conclusiones que desprenden los últimos datos de la Fundación de Estudios de la Economía Aplicada (fedea) sobre el impacto de la crisis del coronavirus en el mercado de trabajo. Hay una generación, la de los jóvenes nacidos entre 1985 y 1995, que se ha convertido en la la única en el último siglo que pasará por dos grandes recesiones en su periodo de formación e incorporación al mercado laboral. Les llaman la “generación de la doble crisis” y el 64% de los españoles piensa que vivirán peor que sus padres.
Pero esto no tiene por qué ser así. Hay medidas capaces de revertir ese futuro tan fatalista y sacarlas a la luz fue el objetivo principal del debate ¿Qué futuro le espera a la Generación Y o de la Doble Crisis?, organizado por la Asociación DEMOS de estudiantes de la Universidad Carlos III junto a la Fundación Friedrich Naumann por la Libertad y EsadeEcPol.
El pesimismo en las expectativas de los jóvenes españoles es comprensible si se tienen en cuenta los estremecedores datos que ha dejado la pandemia: un 39% de paro juvenil, alta probabilidad de temporalidad en los contratos, edad media de emancipación en torno a los 32 años. Sin embargo, estos resultados obedecen a problemas sin resolver mucho antes de la pandemia, según aseguró Adrián Vázquez, eurodiputado de Ciudadanos en el Parlamento Europeo. “España tiene graves problemas educativos que son estructurales y luego ese fracaso colea a la hora de tener una oportunidad para entrar en el mercado laboral. Solo tenemos que ver cómo han ido sucediéndose las distintas leyes educativas en nuestra democracia, tenemos ocho diferentes que nunca han sido votadas de manera transversal y eso afecta a la calidad educativa que reciben nuestros jóvenes”, comentó.
Adriana Maldonado, eurodiputada por el PSOE, coincidió en la necesidad de reformar los modelos actuales para ofrecer unas educación mucho más continua y adaptada a las expectativas del mercado laboral. “No solamente existe el mundo universitario, existe una formación dual, una Formación Profesional (FP) que España tiene que trabajar mucho más”, propuso. Los fondos de recuperación Next Generation permitirán remodelar aquellos procesos productivos que no están siendo capaces de absorber a todos los jóvenes en el mercado laboral, según indicó la eurodiputada, quien insistió en que “no vamos a tener un mejor momento a nivel económico e institucional para hacer este tipo de reformas”.
Aunque son los milenials los que están sufriendo en primera persona los baches económicos que les están dificultando desarrollar un proyecto de vida similar al de sus padres, es la sociedad en su conjunto la que padecerá las consecuencias si no se les pone remedio. “Si cada vez descendemos más en el número de hijos, cada vez muchos más jóvenes tienen una entrada más tardía a un mercado laboral con ingresos suficientes para desarrollar un proyecto vital, si cada vez el ámbito educativo tiene más problemas para adaptarse a los entornos competitivos como la digitalización... entonces el Estado de bienestar no podrá ser sufragado por esas personas”, reconoció Maldonado.
El remedio, según Vázquez, es precisamente ponerse de acuerdo a nivel político para encontrar soluciones conjuntas a un problema común. “Necesitamos una política educativa consensuada y transversal que tome el mercado laboral como elemento principal para desarrollar luego políticas de formación en base a habilidades y conocimiento”, sostuvo. Así es como funciona el modelo alemán, explicó, donde los ingresos de la generación poscrisis superan a los de la precrisis a la misma edad, a diferencia de la brecha que existe en los países del sur de Europa como España, Italia y Portugal.
La cicatriz que ha dejado la doble crisis económica de las últimas décadas es inevitable. Pero, según concluyeron los expertos, que se cure o no dependerá mucho de la capacidad que tengan las diferentes instituciones para trazar acuerdos que hagan que el país no solo sea sostenible para los jóvenes, sino que sea sostenible en su conjunto.
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