El enigma de la chica oculta en un cuadro de Goya se revela en TikTok
El Museo del Prado dispara el número de seguidores de sus redes sociales en la pandemia. Los vídeos de curiosidades triunfan entre los más jóvenes
Por qué nos miran los ojos de una sombra oculta en el cuadro La gallina ciega de Goya. Cuál es la mejor perspectiva para admirar El lavatorio de Tintoretto. O cómo firman Durero y Rubens sus cuadros. Son curiosidades de obras del Museo del Prado que no todos los visitantes conocen, pero sí millones de seguidores de las cuentas de redes sociales de la pinacoteca. “No se trata de dar datos de quién pintó cada obra, la fecha y el lugar. Lo que queremos es que la gente disfrute con el arte”, señala Javier Sainz, responsable de redes sociales del Museo del Prado. Un proyecto que ha conseguido más de tres millones de fans y que sitúa a la institución española a la vanguardia digital entre las grandes galerías del mundo.
Aunque el Prado llevaba años participando en redes sociales, dentro de la estrategia de la institución de difundir su colección, la popularidad se ha acelerado con la pandemia. “Las cifras se han disparado”, asegura Sainz.
El vídeo que explica desde dónde mirar El lavatorio de Tintoretto para que la mesa siga al observador acumula en TikTok 1,2 millones de visitas. Y el que revela que la chica oculta en el cuadro La gallina ciega de Goya fue un personaje que el pintor borró en la versión definitiva lleva 580.000 visitas. En Youtube, el museo cerró 2020 con 13 millones de visualizaciones. Son “cifras muy interesante entre un público que no es asiduo del museo”, comenta Sainz.
Hace algo más de un año del cierre público de la pinacoteca por el Covid-19, clausura que supuso el periodo más largo de suspensión de su historia tras la Guerra Civil. El vídeo en directo en Instagram del momento de cierre de las puertas concentró a 90.000 personas.
Es un público que suele ser de edades más jóvenes. “Al apostar por Instagram y TikTok, parece que a priori la gente es más joven”, dice el responsable de redes. Una hipótesis que se confirma con el tipo de comentarios y preguntas que se reciben, como, por ejemplo, qué hay que estudiar para ser restaurador.
Para todo el mundo
Además de abrir las franjas de edad, las redes permiten globalizar las audiencias. Sainz apunta que solo el 28% de los seguidores procede de España, con Madrid a la cabeza. Además de la capital española, entre las ciudades con más seguidores hay muchas latinoamericanas, como Ciudad de México, Buenos Aires y Santiago de Chile. “Nos dirigimos a un público global, intentamos ser lo más accesibles posible. Por ejemplo, cuando saludamos decidimos ‘Buenos días desde el Museo del Prado de Madrid’. No todo el mundo tiene por qué saber dónde nos encontramos”, indica Sainz.
El objetivo es quitar el miedo que mucha gente pueda tener a un museo, explicar cómo se trabaja, dar pistas para llamar la atención y, si se consigue enganchar, que cada uno pueda profundizar la información. Es decir, que se vea el museo, cuya sede se encuentra en un imponente edificio de 1785, con otra mirada.
La clave del éxito está en el contenido y el enfoque que se ofrece. Como cualquier proyecto pionero, hay quien critica que el uso de las redes sociales pueda hacer que se llegue a frivolizar la labor de una institución como esta. “No queremos notoriedad por notoriedad. El objetivo es dar a conocer de la mejor manera posible el museo”, puntualiza. Las redes “permiten llegar a una audiencia que de otra forma sería imposible, pero tenemos que mantener nuestra función de difundir la colección con rigor”.
Un aspecto al que se le otorga peso es la interacción. A diario, de lunes a viernes y diez minutos antes de que el Prado abra sus puertas, desde alguna sala de la pinacoteca se comentan obras y curiosidades. La reacción de la audiencia es inmediata. “A veces”, cuenta Sainz, “alguien pide, por ejemplo, que se enfoque más a los ojos del personaje de un cuadro, o que se vuelva a explicar una obra para entenderla mejor”. Ese contacto diario con los seguidores “te hace tocar tierra, conocer qué opina el público”.
En este sentido, se procura cuidar mucho “lo emocional”. Además, una comunidad tan variada puede aportar cosas muevas. Al tener una audiencia tan grande hay expertos en otras materias, como en plantas o animales, que aportan nueva información.
La visita virtual no siempre es entrada física
Datos. El Museo del Prado no dispone de información sobre cuántos de los seguidores en redes sociales llegan a visitar el edificio. Aislar los datos, explica Javier Sainz, es complicado, aunque sí se pueden atisbar indicios de cierta correlación, como los comentarios de usuarios en los que cuentan una visita reciente, o bien la percepción de los vigilantes de sala, que notan un aumento de asistentes cuando un vídeo ha tenido éxito. “La sensación es que sí funciona”, asegura.
Experiencia. No obstante, Sainz matiza que el objetivo principal no es tanto llevar personas al museo. “No consiste todo en atraer a la visita física”. Aunque sí se intenta mejorar la experiencia del visitante, desde la institución son conscientes de que se dirigen a un público que, tal vez, no entrará nunca en el edificio, como es el caso, por ejemplo, de seguidores de países lejanos, sin medios para viajar.
Suscriptores. El museo pone el foco en las redes más jóvenes, como TikTok (donde abrió cuenta en junio de 2020 y cuenta con 215.800 seguidores) e Instagram (814.000 seguidores). Pero está también presente en Twitter (1,27 millones de seguidores), Facebook (1,13 millones) y YouTube (115.000 suscriptores).
Página. La web del Museo del Prado cerró 2020 con más de 7 millones de usuarios y en lo que va de 2021 tiene ya casi 2,6 millones.