Johnson también sentirá la presión del colapso de Greensill y sus socios
Podría tener que ayudar a GFG Alliance, matriz de la acerera Liberty Steel, para salvar el empleo
El martes, el británico Sanjeev Gupta dijo que su grupo GFG Alliance cuenta con financiación adecuada, un día después de que su socio financiero clave Greensill dijera que GFG había empezado a incumplir pagos de deuda.
Es difícil saber bien qué está pasando. Su rama Liberty Steel opera en 12 países y es el tercer mayor fabricante de acero de Reino Unido. Aunque la filial de GFG se comprometió a publicar las cuentas consolidadas el año pasado, no lo ha hecho, y las últimas publicadas de sus negocios británicos son de hace dos años. Los abogados de Greensill dicen que GFG está en “graves dificultades financieras”. El FT señala que Greensill tiene 5.000 millones de dólares de exposición a GFG. Si este necesita rescate, es poco probable que sus pares privados la ayuden. Pese a la subida de los precios del acero, mientras los productores se apresuran a rearrancar sus instalaciones, el mercado europeo sufre un exceso de capacidad. Sus rivales podrían beneficiarse si las plantas de GFG, que aportan más del 5% de la producción anual de Europa, cerraran.
¿Y el Gobierno? Es improbable que Boris Johnson inyecte capital en el imperio de Gupta, dado su alcance global y su pila de deuda. Pero podría verse presionado para financiar a las partes británicas o comprarlas una vez reestructurada la deuda. Aun eso podría ser caro. El mercado británico no es competitivo, en gran medida porque los costes de la electricidad son un 62% y un 86% más altos que en Francia y Alemania, calcula UK Steel. Tata Steel UK tuvo pérdidas operativas en los dos últimos años. Es cierto que GFG suministra a grupos locales como Rolls-Royce, pero el país ya importa el 61% del acero. Siempre puede importar más.
Es posible que Londres acabe ayudando: Liberty emplea al 15% de sus 35.000 trabajadores en el país. Johnson está pagando millones de ERTE, y no querrá que suba el paro cuando se acaben. Las plantas de Liberty están lejos de la capital, por lo que dejarlas colapsar socavaría su política de “nivelar” las regiones más pobres. Pero dados los retos de la industria siderúrgica, debería prepararse para una inversión a largo plazo con una salida incierta.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías