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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La selección es imprescindible en la inversión en renovables

El inversor debe analizar tanto la estructura financiera de las nuevas compañías como los precios pagados por los proyectos, así como su complejidad técnica

CINCO DÍAS

La transformación energética hacia las fuentes renovables o verdes es una megatendencia de inversión de reconocido éxito en los últimos años, pero que ha experimentado una aceleración tanto de proyectos como de precios que lleva aparejados todos los atributos de una burbuja, o al menos de un desacople significativo entre el valor real y el de mercado. Han contribuido a ello algunos fenómenos extraordinarios, como la aparición de la pandemia de Covid, que ha paralizado las expectativas de la inversión en los sectores tradicionales y ha desviado el dinero a la energía renovable o a los proyectos de tecnología y sanidad. Pero la realidad es que está extendida la percepción de que hay demasiados jugadores, muchos de ellos construidos sobre bases muy onerosas, y que la inversión en ellos es arriesgada, y cada vez más necesaria una selección más exigente para no embarcarse en riesgos excesivos.

Los objetivos de descarbonización en Europa y la necesaria transición hacia una economía mucho más electrificada en los próximos lustros indica que la demanda de energía eléctrica puede crecer más de un 200% hasta 2050, lo que necesariamente debe transformar la industria de generación, y hacerlo con las fuentes más limpias posibles. Ello ha provocado una explosión de proyectos destinados a cubrir tal oferta sin que haya cristalizado ni de lejos la demanda, y una concentración exagerada de players en España, por su naturaleza climática, que favorece todos los nuevos formatos energéticos, pero especialmente el termosolar.

Tal explosión ha ido acompañada de una escalada de precios de los activos no del todo justificada, a la que ha seguido la lógica contracción de los precios de las acciones, en un ejercicio tanto de recogida de beneficios por parte de los grandes fondos como de ajuste de los precios a niveles más acordes a la realidad. El fenómeno ha estado alimentado por el sobreprecio pagado por las subastas de potencia a generar en el futuro en todas las variantes posibles, lo que necesariamente se tendrá que traducir en una menor rentabilidad de los proyectos empresariales en el futuro.

Todo ello exige a los inversores, pero sobre todo a los particulares que se acerquen a este tipo de proyectos, que sean muy selectivos, tanto en la estructura financiera de las nuevas compañías como en los precios pagados por los proyectos, así como por su complejidad técnica. Y recordar que las grandes energéticas han entrado de lleno en el juego, y en muchos casos representan las mejores opciones de inversión en la materia, siempre que sus balances sean equilibrados, y que la diversificación en la generación sea también equilibrada, además de contar con presencia en todos los tramos del negocio: generación, transporte y distribución.

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