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Consumo

Cálculo del IPC: Pagar más por beber en casa y menos por irse de viaje

Los cambios en los hábitos de consumo dan más peso a los alimentos y bebidas en la composición del IPC. Los precios en España suben en todo caso menos que en la eurozona

Inflación
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La inflación se ha vuelto a poner de moda y este 2021 trae novedades que acabarán afectando al bolsillo de los españoles. Después de 9 meses con inflación negativa, en 2021 la economía española ha vuelto a colocar en positivo su IPC (Índice de Precios al Consumo), es decir, los precios suben un 0,5% en tasa interanual en enero (0,6% en el caso de la subyacente que no incluye energía ni alimentos frescos) y se han mantenido sin cambios en febrero, en el 0%.

El otro gran cambio es un nuevo peso en las ponderaciones de los productos y servicios que recoge la cesta del IPC con el que reflejar los hábitos de consumo nacidos por culpa del Covid-19.

La previsión es que la inflación interanual subirá este año, aunque no sea más que por comparación con 2020 (el petróleo llegó a 16 dólares el barril en abril del pasado año), pero España está a la zaga en el repunte de los precios. En la eurozona el IPC armonizado de enero se sitúa en el 0,9%, destacando Alemania con un dato del 1,6%.

El economista José Carlos Díez también ve una tendencia alcista en los precios, especialmente en EE UU por la fuerte recuperación de su economía, pero lejos de una espiral inflacionista preocupante. Y rebaja las preocupaciones para los consumidores españoles ya que “la inflación en España sigue muy lejos de la europea o la de EE UU. La crisis de la demanda interna ha sido más intensa que en otros países y por eso el riesgo de deflación ha sido mayor aquí”, explica.

Tumbarse en el sofá con una cervecita, mientras se espera al repartidor de comida o se prepara pan en el horno y se sigue una serie de pago en la televisión tiene, curiosamente, sus efectos en la cesta de precios que mide su alza o su caída. Y algo muy evidente es que si en el confinamiento se ha utilizado menos el coche, no tenga el mismo peso la gasolina a la hora de calcular la tasa de IPC.

Así, los grandes cambios económicos provocados por el Covid-19 han obligado a variar las cifras de nuestro consumo. A instancias de la oficina estadística europea, Eurostat, el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha modificado el cálculo del IPC para adecuarlo a la nueva realidad. Una medida que han tomado el resto de países europeos. “Todos los años se revisa el IPC, pero antes se hacía de acuerdo a la Encuesta de Presupuestos Familiares de dos años antes y ahora con los cambios de consumo no tenía sentido”, explican desde el INE.

En un detalle más pormenorizado de las partidas que componen el IPC, destaca el aumento del peso de las bebidas alcohólicas, los alimentos, bebidas no alcohólicas, bienes duraderos para el ocio y la cultura, y bienes y servicios para el mantenimiento del hogar. En el lado contrario, las rúbricas del IPC que ahora afectarán menos a la configuración de tan importante indicador son los paquetes turísticos, servicios de transporte, servicios de alojamiento, adquisición de vehículos, equipos de telefonía y fax, y servicios recreativos, deportivos y culturales (ver gráfico).

Dependerá de cómo evolucionen los distintos precios de los productos o servicios para contabilizar mayores o menores subidas. Además, está previsto que en la próxima revisión anual, el IPC se ajuste también a la nueva realidad económica si la pandemia se supera.

Además del coste de la cesta de la compra, la evolución de la inflación tiene su reflejo directo en otras parcelas de la economía por cuanto éstas se encuentran ligadas a su marcha. La vuelta a niveles positivos en los precios se reflejará en posibles subidas salariales para evitar la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores. También las pensiones se actualizan con el dato de inflación, aunque no siempre, así como los contratos de arrendamientos de inmuebles o la actualización de las primas de seguros.

Por último, el alza de precios tendrá un efecto muy negativo para los ahorradores y les empujará aún más a asumir riesgos. Con inflación negativa, el dinero mantenido al cero por ciento no se deprecia, pero ya con un 0,5% de inflación en enero hay que superar ese nivel para mantener el poder adquisitivo. Ningún producto seguro, actualmente, garantiza esa ganancia, salvo ofertas muy concretas y con una corta duración en el tiempo.

Cómo incluir la vivienda en propiedad en el IPC

BCE. El BCE ha sugerido en varias ocasiones que el pago de la vivienda en propiedad debería estar recogido en el IPC. En España solo se registra el precio del alquiler. El servicio de Estudios de Caixabank elaboró un informe en el que destaca que en España la vivienda representa menos del 12% del IPC frente al 42% en el IPC de EE UU. Las opciones para incluir el coste de la casa serían las siguientes.

Coste de adquisición. La variación de precios y los vaivenes del ciclo harían el índice de precios bastante volátil. Australia y Nueva Zelanda usan este método.

Pagos de caja. Incluye todos los gastos derivados de la propiedad de la vivienda, incluidos los intereses de las hipotecas. Se utiliza en Irlanda.

Coste de uso. Incluye un cálculo de lo que cuesta poseer el inmueble donde se vive durante el periodo considerado para calcular la variación del IPC. Utilizado en Reino Unido y países escandinavos.

Coste de alquiler. Se trata de imputar un coste de alquiler ficticio a los propietarios. Es la fórmula más utilizada en los países de la OCDE.

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