Los tipos cero y el apetito de los inversores impulsan las emisiones a muy largo plazo
España, Francia y Bélgica venden 17.000 millones en deuda a 50 años
El desembarco de Mario Draghi al frente del Gobierno italiano es visto por el mercado como el catalizador para que Italia siga los pasos de otros países de la zona euro y se lance a la emisión de deuda a plazos ultralargos. Esta se ha visto intensificada en las primeras semanas del año, un periodo en el que países como España, Francia o Bélgica han aprovechado la mejora de las condiciones y el apetito que existe entre los inversores para emitir a 50 años. Entre los tres países han captado 17.000 millones, cuantía que les ayudará a financiar sus abultados déficits.
Ahora las miradas están puestas en Italia, que ya la semana pasada aprovechó la caída de las rentabilidades a mínimos históricos para lanzar un bono a 30 años con el que vendió 2.000 millones. Se trata de la segunda referencia con mayor vencimiento del país transalpino que en 2016 colocó su primer bono a 50 años. En la actualidad se especula con la posibilidad de que Italia se adentre en el universo de emisores a 100 años.
Si bien estos plazos siguen siendo una excepción, en los últimos meses ha resurgido la euforia con los bonos a un siglo. Austria es un habitual en este tipo de operaciones y ya en 2017 vendió 3.500 millones en un bono a 100 años, título que desde su puesta en circulación ha reportado unas ganancias del 88% más un cupón del 2,1%. El éxito cosechado en esta operación le sirvió para que en junio de 2020 lanzara su segunda emisión al mismo plazo. En esa ocasión el país centro europeo captó 2.000 millones con un cupón inferior (0,85%). Hasta mediados de diciembre 2020 estos títulos acumulaban unas ganancias superiores al 26%, pero tras las últimas correcciones pierden un 3%.
Junto a Austria, otro de los emisores habituales a este plazo es el estado alemán de Renania del Norte-Westfalia, que en la primera semana del año adjudicó 2.000 millones en deuda con vencimiento en 2121 con un cupón del 0,95%, inferior al 1,375% que pagan los títulos a 100 años emitidos un año antes o el 2,15% que dan los bonos del mismo tipo que colocó en marzo de 2019.
En la eurozona otros países como Irlanda o Bélgica emitieron deuda a 100 años entre 2015 y 2016, unas operaciones con un volumen inferior a los 100 millones. Más raro aún es encontrar empresas que emitan a estos plazos. En el grupo de deuda a un siglo, Walt Disney, Coca-Cola y la energética EDF son un ejemplo.
Jesús Sáez, responsable de mercado de capitales de Natixis en España, señala que la apelación al mercado a plazos ultralargos es una decisión que ha cobrado fuerza en los últimos años “en la medida en la que nos encontramos con curvas de tipos muy planas y en niveles realmente deprimidos fruto de la liquidez que hay en el mercado por los continuos estímulos de los bancos centrales y la búsqueda de rentabilidades adicionales por parte de los inversores”. En un entorno de tipos cero y rentabilidades negativas –el volumen de deuda que cotiza con rendimientos inferiores al 0% alcanza los 13 billones–, los inversores que quieran obtener algo de rentabilidad se ven abocados a los plazos más largos.
Andrés Calzado, responsable de mercado de deuda para instituciones financieras de Nomura para el Sur Europa, coincide en esta idea y explica que si bien los emisores que recurren a estos vencimientos suelen ser emisores de alta calificación, existe el riesgo de que muchos inversores se vean tentados a invertir en deuda más larga y en emisores de menor calificación con el fin de obtener más rendimiento. No obstante, este tipo de operaciones están reservadas para inversores institucionales como aseguradoras o planes de pensiones.
A pesar del furor que despierta la deuda a plazos ultralargos, este tipo de operaciones siguen siendo una pequeña fracción del mercado. Según datos de Reuters, en 2020 alcanzaron los 14.600 millones de un total de 1,23 billones de euros. "En la medida en que las últimas tensiones en tipos al alza derivadas de las crecientes expectativas de inflación que existen en las diferentes jurisdicciones lo permitan, no sería de extrañar ver nuevos ejercicios de este tipo antes de encontrarnos con tipos que vayan recogiendo un incremento de la pendiente de la curva", explica Sáez.
Las emisiones largo plazo en momentos como el actual están sirviendo para alargar la vida media de la deuda a la vez que contribuyen a aligerar la carga en el pago de intereses de la deuda en los próximos años. No sería de extrañar que en los siguientes meses los estados y empresas se animen e incidan en las apelaciones al mercado a plazos ultralargos. De ser así 2021 podría marcar un nuevo hito para este tipo de emisiones. En 2016 un año muy activo en los que a emisiones a plazos muy largos se refiere los gobiernos de la zona euro colocaron 19.000 millones en bonos con vencimiento a 30 años o más.