Optimistas de cara a 2021, pero realistas
Recomendamos ir más allá de bonos y Bolsas, buscando áreas de crecimiento como Asia
Cerramos un año 2020 en el que el mundo ha sufrido la más profunda recesión de la historia moderna y la sociedad se ha visto forzada a implementar unas medidas de distanciamiento social que han inducido un coma profundo a la economía. El rebote ha sido tan fuerte como la caída y aunque con gran dispersión entre países y sectores, solo tres trimestres después del inicio de la pandemia la actividad económica mundial está cerca de recuperar los niveles pre-Covid.
Los mercados financieros han afrontado la crisis con la típica sobrerreacción en ambas direcciones y tras las fortísimas caídas iniciadas en marzo, a estas alturas son muchas las Bolsas que se encuentran ya en sus niveles máximos. No es aún el caso de Europa y menos aún de nuestro Ibex, pero EE UU registra estas jornadas niveles máximos y el Nasdaq finalizará el año con rentabilidades cercanas al 50%.
Se ha escrito mucho sobre la enorme divergencia entre la economía y los mercados financieros. No podemos negar esa realidad, pero tampoco sorprendernos en exceso, porque no es extraño en los puntos de inflexión del ciclo, que es precisamente donde nos encontramos.
La característica principal de la reciente crisis ha sido la velocidad. El mundo ha cambiado en cuestión de pocas semanas, pero volverá a ser, si no el mismo, uno muy parecido al que conocíamos. Claro que algunas tendencias ya existentes se han acelerado en tiempos de pandemia y por supuesto que habrá ganadores y perdedores, pero el virus pasará y con los estímulos fiscales y monetarios implementados coordinadamente, la recuperación global será igual de rápida (global, insisto) y eso cotizan las Bolsas.
Afrontamos ahora 2021 con optimismo, pero con realismo.
En el ejercicio que ahora comienza vamos a ver tasas de crecimiento de PIB global muy, muy fuertes. La economía mundial crecerá entre el 5% y el 6% y EE UU crecerá cerca del 4,5%; los beneficios empresariales crecerán el 20%-30% según la región. El ciclo manufacturero es muy positivo y el consumidor americano muestra también una fortaleza inusual.
Los principales temas del ejercicio que comienza serán (i) la vacuna, (ii) la reapertura de la economía y de la sociedad y (iii) la recuperación económica después de la recesión. Más lo que no esperamos, por supuesto.
Este fuerte crecimiento podrá generar ciertas presiones inflacionistas de corto plazo, pero no pensamos que cambie de forma estructural el actual entorno de tipos de interés bajos, enorme soporte de las políticas monetarias y fiscales y tasas de crecimiento bajas una vez se elimine el favorable efecto base de este fatídico 2020. En esta marea de estímulos y liquidez, la inflación de activos continuará superando la inflación de precios. Podría ser que, en el año que se inicia, se comience a hablar de retiradas de estímulos, lo que es posiblemente el riesgo a vigilar. Avisaría la inflación.
Esperamos por lo anterior rentabilidades positivas tanto para la renta variable como para el crédito en 2020.
Convergen estos temas más cíclicos con temas estructurales como la mayor presencia de los Gobiernos, la desglobalización, la tecnología, la guerra comercial con presión sobre el dólar, la transición demográfica de baby boomers a mileniales y, por supuesto, la sostenibilidad y la inversión responsable con el medio ambiente y la sociedad a través del buen gobierno corporativo.
Son dos los principales retos para 2021. En el ámbito económico, la gestión de la deuda, que ha alcanzado niveles muy altos. Los enormes estímulos suponen un lastre para el crecimiento futuro, dado que nos lo hemos gastado antes de cobrar.
En el ámbito financiero, el reto es cómo construir carteras con una expectativa de rentabilidad ajustada al riesgo razonable partiendo de las actuales valoraciones de los bonos (¡más de 2/3 de los bonos vivos tienen rentabilidades negativas a vencimiento!) y unas Bolsas que no están baratas.
Nuestras recomendaciones para 2021 serían por tanto ir más allá de bonos y Bolsa. Recomendamos hacer una gestión activa y táctica, que trate de aprovecharse de la volatilidad en lugar de sufrirla, buscar áreas de crecimiento como Asia, favorecer pequeñas compañías que sean capaces de navegar con algo de viento de cara, buscar activos alternativos y enfocarnos en temas de inversión estructurales, con un crecimiento de largo plazo atractivo… y todo ello, teniendo claro que nunca es diferente y que las valoraciones sí importan. Seamos cuidadosos con sobrepagar, pero no compremos activos ópticamente baratos que lo tengan todo en contra.
Por todo lo anterior y ante el favorable entorno de mercado al que nos encaminamos, que no estará exento de riesgos y de volatilidad, pero en el que habrá grandes oportunidades, el buen asesoramiento profesional, con cierta flexibilidad, tomará más relevancia si cabe. Asesórense y háganlo de forma cercana y frecuencia adecuada, porque el entorno de mercado cambia y nos ofrece grandes oportunidades de largo plazo, que serán aprovechadas fundamentalmente por aquellos que sobrevivan al ruido del cortoplacismo.
No pensamos que haya llegado el momento de desplegar definitivamente las velas y consumir el presupuesto de riesgo que cada uno tenga en su totalidad, pero las correcciones de mercado serán oportunidades atractivas de compra de cara a ese ciclo suave pero alcista que, tras el primer impulso explosivo de los últimos meses, va tomando cuerpo y será, en su fase más avanzada, algo más pausado.
Diego Fernández Elices es director general de inversiones de A&G Banca Privada