La inversión en 2021 dependerá de los incentivos al crecimiento
En la recuperación tendrán una importancia determinante las medidas que se pongan en marcha para consolidar la recuperación de la actividad
Que 2020 no ha sido un año normal lo sabe todo el mundo, aunque en términos de inversión ha utilizado los últimos meses para blanquear el historial de pesimismo que acumuló en el primer semestre como consecuencia del confinamiento general de la economía en medio planeta. Y la ha hecho con sorprendente solvencia, a juzgar por los niveles en los que cerrarán los índices tras haber viajado hasta el abismo en marzo y abril. Lo ha hecho de la mano de las vacunas a las que a toda máquina han llegado las farmacéuticas tras unos cuantos meses de intensa búsqueda, pero dejando un balance muy asimétrico, en el que conviven éxitos sorprendentes con fracasos inexplicables a juzgar, tanto en un caso como en el otro, por los fundamentales de las compañías cotizadas.
Los fondos que han concentrado sus carteras en los valores tecnológicos, en los de investigación biomédica y farmacéutica o en la energía sostenible cierran el peor ejercicio, el más oscuro de cuantos se recuerdan, de forma brillante. Y aquellos que tenían sus boletos apostados a empresas cíclicas o a las que dependían de la libertad de movimientos de la población, como las aerolíneas, las hoteleras o los gestores aeroportuarios, han perdido muy buena parte de su patrimonio. La cuestión ahora es qué tiempo y que circunstancias deben mediar para recuperar todo lo perdido, y si ello es posible en el corto plazo que proporciona 2021.
La respuesta seguirá aún en manos de cómo vaya la batalla contra el virus, tanto desde el punto de vista sanitario como económico, y mantendrá un elevado grado de asimetría tanto entre empresas como entre países. Mientras que EE UU o Alemania han recuperado en sus Bolsas las pérdidas de la primavera, Europa sigue con caídas en el año del 7%, mientras que en España son del doble. E independientemente de la composición sectorial de los índices, tiene bastante que ver el perfil de la actividad económica de cada país.
Pero si este detalle ha sido importante hasta ahora, en 2020, para la recuperación de 2021 tendrán una importancia determinante las medidas que se pongan en marcha para consolidar la recuperación de la actividad, y que depende presupuestariamente de la protección del BCE, pero normativamente del grado de liberalización de cada Gobierno, de los incentivos a la recuperación de la confianza para restablecer los niveles de inversión y consumo ahora desplomados. En el caso de España, con el peor desempeño de Europa como ha confirmado el INE, el esfuerzo debe ser suficientemente diferencial como para compensar la desventaja y replicar los avances de la actividad europeos. De tal evolución dependerán los negocios de las empresas, sus cuentas de resultados y sus valoraciones en 2021, y el éxito de los inversores.