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Canarias

La inmigración no afecta a la imagen turística de Canarias, según los expertos

Un problema de gestión, pero no un problema de reputación. Así ven los agentes económicos y los estudiosos del turismo la compleja coincidencia

Inmigrantes en apartamentos de Puerto Rico (Gran Canaria)
Inmigrantes en apartamentos de Puerto Rico (Gran Canaria)Álvaro García

Un problema de gestión, pero no un problema de reputación. Así ven los agentes económicos y los estudiosos del turismo la compleja coincidencia entre dos realidades dolorosas en las Canarias del momento presente: los esfuerzos por resetear la actividad económica en medio de una pandemia y una crisis migratoria que sitúa a las Islas como región frontera y escaparate mundial. En medio, una respuesta humanitaria sobrevenida que ha convertido a los establecimientos hoteleros en improvisados centros de acogida. Es un asunto que ha levantado discusión entre los propios agentes del turismo canario, y para el que la patronal de la provincia de Las Palmas ha situado una fecha límite: el 31 de diciembre, exigencia hecha pública este jueves por los empresarios con el apoyo decidido de los dos ayuntamientos turísticos más relevantes del sur de Gran Canaria, San Bartolomé de Tirajana y Mogán.

Para entender la magnitud de un problema lo primero es medirlos. En la actualidad, se alojan unos 5.500 migrantes en instalaciones hoteleras, según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. ¿Cuántas camas turísticas hay en Gran Canaria? 145.000 en total, según los datos de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Las Palmas. Si relacionamos esta cifra con los índices de ocupación obtenemos una ocupación hotelera en Gran Canaria del 5%, mientras que un 3,5% de la misma está dedicada al hospedaje de inmigrantes llegados en cayucos.

“Para nosotros, la acogida humanitaria en un contexto de urgencia ha sido una solución temporal que debe terminar ya, y así se lo hemos dicho a la Delegación del Gobierno”, subraya el vicepresidente de la Federación de Hostelería y Turismo de Gran Canaria, Tom Smulders, quien insiste en la conveniencia de que esta acogida temporal se produzca “en establecimientos extrahoteleros, no en hoteles”. Hace dos semanas, Servatur, la gestora del Hotel Waikiki de Playa del Inglés, se salió esta orientación. “Se trata de ofrecer una acogida sin lujos, con tres comidas diarias, instalaciones dignas, wifi y acceso a canales de televisión internacionales”, añade Smulders, quien no obstante deja clara una condición: “Nunca, en ningún caso, clientes e inmigrantes pueden coincidir en el mismo establecimiento”.

Las imágenes del muelle de Arguineguín han traspasado las fronteras de las Islas hasta ocupar portadas y minutos de televisión en los medios de comunicación del Viejo Continente. ¿Supone este hecho un problema? “No, porque la inmigración irregular es un hecho conocido y asumido por la población europea, por la sencilla razón de que en la Europa continental también existe”, afirma el director de Turespaña en Berlín, Arturo Ortiz, quien es categórico al respecto: “Hemos visto las imágenes de Canarias en los canales de televisión alemanes, hemos preguntado a los turoperadores sobre la incidencia de este hecho en la imagen de Canarias como destino y su preocupación es cero”. “En este caso hay compartimentos estancos en el cerebro del cliente”, afirma Ortiz, en refuerzo de la tesis también defendida por Smulders, quien estos días ha hablado con los periodistas europeos que cubren la crisis migratoria de las Islas y se ha encontrado con “un conocimiento amplio sobre la realidad canaria y los procesos migratorios en sí. También en Holanda, Alemania y los países nórdicos hay acogida a quienes vienen de fuera”.

Sea como fuere, un titular alarmante se abre paso en los últimos días: Canarias será “la nueva Lesbos”. Raúl Hernández es director de la Cátedra de Turismo de la Universidad de La Laguna y, azares de la vida profesional, residió en Lesbos. Es categórico en su diagnóstico sobre el paralelismo entre la realidad canaria y la de la isla griega del Egeo, de dimensiones similares a Gran Canaria y también un destino turístico periclitado por la presencia en su territorio de campos de refugiados procedentes de la barbarie en Siria. “Canarias afronta una crisis de gestión en la asistencia humanitaria, no un problema de imagen turística, que solo podría darse en caso de una situación prolongada que ahora mismo no es previsible ni deseable. Lo de Lesbos lleva cinco años así y es una tragedia de enormes proporciones”, sentencia el investigador y docente.

Urgencias empresariales

“Los establecimientos turísticos no están para ser dedicados a los inmigrantes, personalmente creo que fue un error acogerlos, porque la imagen que hemos dado a nuestros clientes y vecinos ha sido penosa”, afirma el secretario general de la Confederación Canaria de Empresarios, José Cristóbal García, quien cuestiona la decisión de algunos propietarios de establecimientos que optaron por esta vía para reabrir sus puertas: “Nadie puede pensar que así se pueden resolver los gravísimos problemas económicos que sufre Canarias”, afirma.

La consejera de Turismo, Industria y Comercio del Gobierno de Canarias, Yaiza Castilla, le da la vuelta a la pregunta sobre la imagen de Canarias en medio de una grave crisis migratoria que viven las Islas: “¿Qué sería de nuestra imagen internacional si no hubiéramos acogido a los inmigrantes en condiciones dignas? Al revés, el hecho de haber ayudado en la acogida refuerza nuestra imagen de solidaridad, siempre que se trate de un hecho temporal”, subraya.

La fortaleza de un destino se gana en décadas y no se pierde en unos días, considera el presidente Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, confiado en la solidez de las Islas como primera elección para el turista europeo que busca dejar atrás en la pandemia. Para Morales, el deterioro de la marca “tendría incidencia sólo si la acogida se prolongara en el tiempo y ocasionara algún tipo de tensión. Además, los europeos ya están familiarizados con la inmigración”.

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