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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Retomar el reparto del dividendo en la banca, pero con criterio de prudencia

No solo el BCE, sino también cada entidad debe ser capaz de analizar sus ratios financieros y el horizonte económico con rigor y objetividad

CINCO DÍAS

El estallido de la pandemia de Covid-19 y la severa incertidumbre que ha introducido en las economías y los mercados llevó en marzo al BCE a vetar el reparto de dividendos y la recompra de acciones en el sector bancario. La política resultaba razonable tras la decisión de los Gobiernos de decretar el confinamiento masivo de la población, una medida que amenazó con el estrangulamiento financiero de miles de empresas que tuvieron que cerrar sus puertas y la restricción del mercado crediticio.

Con el fin de garantizar que los bancos concentrasen sus recursos en asegurar la liquidez, evitasen agujeros en sus reservas de capital y protegiesen su solvencia, Fráncfort adoptó una decisión tan inusual como el escenario que había que afrontar. A lo largo de los últimos meses, no solo el BCE, sino también el Banco de Inglaterra y la Fed han mantenido límites restrictivos en las políticas sobre los dividendos bancarios. Los cálculos de algunos analistas, como los de Reuters, cifran en 30.000 millones de euros la factura que las grandes entidades han dejado de repartir a sus accionistas, conforme a las ganancias obtenidas en 2019. Ello probablemente ha agravado, como el sector ha señalado en varias ocasiones, la penalización en Bolsa que están sufriendo las entidades.

Una vez dejado atrás el punto álgido de la crisis, y tras una notable mejora de las expectativas por las noticias sobre la eficacia de las vacunas, el BCE parece dispuesto a levantar o, al menos, suavizar la medida. Desde Fráncfort se sugiere la posibilidad de llevar a cabo un análisis caso a caso que permita recuperar el dividendo en 2021 solo a aquellas entidades con suficiente solvencia como para afrontar sin sobresaltos el deterioro económico provocado por la pandemia. Se trata de una decisión largamente esperada por el sector, como demuestra el hecho de que una entidad como el Santander ya haya aprobado en junta de accionistas la medida para 2021, a la espera de que el BCE levante su prohibición.

Pese a la mejora de la situación, Europa tiene por delante un duro e incierto camino de recuperación en el que el papel de la banca será crucial para bombear liquidez al tejido empresarial. Desde Fráncfort se alerta con razón de que los balances de las entidades acumulan crédito deteriorado que comenzará a aflorar a medida que venzan los préstamos avalados con garantías públicas, además de alertar sobre la acumulación excesiva de bonos soberanos en sus carteras. En ese contexto, la prudencia y la racionalidad en términos de riesgo tiene que ejercer de principio rector a la hora de decidir retomar la política ordinaria de retribución al accionista, pero no solo por parte del BCE, sino también de cada entidad, que debe ser capaz de analizar sus ratios financieros y el horizonte económico con rigor y objetividad.

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