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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La respuesta al oscuro invierno demográfico no se puede retrasar más

El envejecimiento de la población no solo tiene severas consecuencias en la cohesión y el bienestar social, sino también sobre el conjunto de la economía

CINCO DÍAS

La irrupción de la pandemia del Covid-19 y la crisis económica desencadenada por las medidas para contenerla han agravado el severo problema demográfico que arrastra España, que se explica por un conjunto heterogéno de causas y tiene unas consecuencias financieras, económicas y sociales muy concretas. La combinación del progresivo hundimiento que ha experimentado la tasa de natalidad desde mediados de los años setenta –es la segunda más baja de Europa y una de las más reducidas del mundo– con una longevidad cada vez mayor ha generado una verdadera bomba de relojería demográfica para la sociedad española, una amenaza para el estado de bienestar y un complejo problema de sostenibilidad para la economía en general. Las proyecciones del INE, que ya apuntaban a un declive en los nacimientos para los los próximos ocho años, prevén una rebaja aún más acentuada de ese indicador en los últimos meses de 2020 y todo 2021 debido al clima de incertidumbre económica y social causado por la crisis.

Como recordaron los expertos reunidos por este diario en el marco del Foro Futuro, el envejecimiento de la población no solo tiene severas consecuencias en la cohesión y el bienestar social, sino también sobre el conjunto de la economía, puesto que afecta al consumo, a la inversión, a la productividad y al ahorro. La receta para revertir el proceso, en la que coinciden mayoritariamente los especialistas, pasa por abordar tres grandes frentes: incentivar la natalidad con medidas eficaces y realistas que tengan en cuenta los datos que apuntan a que las mujeres señalan razones laborales y económicas, así como a dificultades para conciliar la vida familia y laboral, como los principales motivos para retrasar o abandonar la decisión de tener hijos, favorecer una inmigración ordenada y racional y abordar una reforma del sistema de pensiones capaz de hacerlo sostenible en los próximos años. Las conclusiones del Pacto de Toledo, presentadas esta semana en el Congreso y fruto de cinco años de trabajo, han resultado insuficientes y decepcionantes, y constituyen un parche más en lugar de una solución.

Frente a las políticas de apoyo a la natalidad vigentes en otros países europeos, ningún Gobierno español ha tenido hasta el momento voluntad política y determinación suficientes para abordar esta cuestión de forma pragmática y equilibrada. Un país sumido en una crisis histórica como la que España está viviendo, con una tasa de nacimientos equivalente al de una población de posguerra y unos niveles de protección social propios de una economía desarrollada tiene ante sí un grave problema de futuro cuyas soluciones no se pueden retrasar más.

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