¿Qué opinan los inversores sobre España ante la segunda ola de la pandemia?
La tortuosa gestión de la situación en Madrid muestra un bloqueo institucional que les inquieta aunque no ven riesgo de pérdida de credibilidad a largo plazo. Vigilarán con lupa la gestión de los recursos europeos
La gestión sanitaria de la pandemia en España se ha convertido en un rifirrafe político de muy difícil comprensión para inversores, empresarios y el común de los ciudadanos. El pulso del Gobierno de la Comunidad de Madrid, por momentos de ecos soberanistas, frente a Sanidad ha derivado en la declaración del estado de alarma para la región madrileña, la más rica del país y la que más incidencia de coronavirus concentra en toda Europa. Mientras tanto, ante la incertidumbre que ya impone desde marzo el estallido de la pandemia y ante las idas y venidas en las restricciones, la economía española ahonda su declive, al tiempo que los españoles retraen cada vez más su consumo.
En un país con una fuerte temporalidad y precariedad laboral, y pese a los mecanismos de protección que están suponiendo los ERTE, los españoles han disparado su tasa de ahorro a máximos históricos. Sin duda un obstáculo más para salir del túnel, aunque comprensible tras la parálisis de la actividad de la primavera y la persistencia de la pandemia.
El derrumbe del PIB español va a ser mayor del pronosticado antes del verano, del 11,2% este año frente al 9,2% anterior, según las estimaciones anunciadas esta semana por el Gobierno. No hay discusión sobre la magnitud de la debacle económica de este año, pero el futuro está lleno de interrogantes. También de oportunidades, como las que ofrecen los 140.000 millones de euros que España recibirá de los programas europeos activados de forma extraordinaria frente al Covid-19 y que deberán servir para el rediseño en el medio plazo de una economía más digital, más ecológica, más científica y en definitiva más preparada para los retos del futuro.
De la gestión de esos fondos y de la credibilidad con que España aborde las tareas de reconstrucción va a depender que no se pierda el atractivo para la comunidad inversora forjado en los últimos años, en los que la economía española encauzó sus cuentas públicas tras la anterior crisis y en los que conseguía crecer por encima de sus vecinos europeos. Por el momento, las heridas no son irremediablemente profundas y la perspectiva es de un crecimiento del 7% en el próximo año.
“La gran pregunta es cuál puede ser el crecimiento a medio plazo, tras 2021. Es decir, nuestro crecimiento potencial. Dependerá de cómo reaccionemos a esta crisis. Si la utilizamos como una oportunidad para rediseñar nuestra educación, nuestro mercado laboral, nuestras instituciones y empujamos la digitalización y las nuevas economías, nuestro crecimiento potencial no debería sufrir excesivamente a pesar del shock”, defiende Alicia García Herrero, economista jefe de Natixis para Asia Pacífico y una de las expertas que forman parte del Consejo Asesor de Asuntos Económicos, que preside la vicepresidenta Nadia Calviño. Pero advierte también de que la huella profunda de la pandemia puede dejar en desventaja a España frente a otros países.
Escasez de tecnología
El derrumbe del PIB español durante el segundo trimestre ya fue el más profundo con diferencia entre las grandes economías de la zona euro, del 17,8%. Y la Bolsa española es el farolillo indiscutible entre los mercados europeos, con una caída de casi el 27% en el año. Más allá de la gestión de la pandemia, su retroceso tiene mucho que ver con la composición sectorial del Ibex y con la ausencia en el mercado español de grandes grupos tecnológicos o industriales, aquellos que sostienen precisamente el despegue bursátil de índices como el Nasdaq y, en menor medida, el Dax alemán. “La percepción de España en el mercado ha cambiado a peor. La pandemia es universal y el repunte se ve en toda Europa pero no en todos los sitios se ha gestionado igual. Además, en la Bolsa española abunda un tipo de empresa que se adapta peor al nuevo entorno, como los bancos o las constructoras”, resume un gestor de renta variable española de una firma nacional.
“Lo que salva a la inversión en España es que en otros países también tienen una segunda oleada del coronavirus fuerte y eso ha ayudado a disipar el temor ante una mala gestión de la pandemia”, añade Roberto Ruiz-Scholtes, director de estrategia de UBS Banca Privada en España. El experto sí reconoce que en la segunda quincena de septiembre, en el inicio del desencuentro entre el Gobierno central y el madrileño ante el ascenso de los contagios, hubo cierta penalización hacia la Bolsa española. No ya sobre la prima de riesgo, anestesiada al máximo por las compras del BCE. “La política penaliza temporalmente, pero la pandemia es un fenómeno común, aunque se haya gestionado peor”, añade.
En la jornada del viernes, en que se confirmó la declaración del estado de alarma para Madrid, el Ibex apenas cayó el 0,6% y el rendimiento del bono español, lejos de tensionarse, retrocedió a niveles de 2019. “De no ser por el BCE, los diferenciales de la deuda soberana se resentirían, habría picos ante noticias como la del viernes”, asegura Gonzalo de Cadenas-Santiago, responsable de macroeconomía de Mapfre Economics.
El peso del turismo
En el retroceso de la economía española y de su mercado bursátil subyace el problema de la fuerte dependencia del sector servicios, que se está llevando la peor parte de la pandemia y donde la recuperación va a ser más tardía, a diferencia del manufacturero, donde los indicadores ya muestran cierta pujanza. “Somos bastante cautos en la exposición de nuestra cartera hacia España. Su economía depende mucho del turismo, que tiene un peso en el PIB de alrededor del 12%, y de la hostelería. Y donde más daño está haciendo la pandemia es en el sector servicios”, apunta Almudena Benedit, responsable de gestión de carteras para Iberia Julius Baer.
Su previsión es que la recuperación más tortuosa que se espera para el sector servicios deje a España por detrás en la remontada hasta los niveles de crecimiento pre-Covid. Si el conjunto de la zona euro podría haberse repuesto del golpe ya a finales de 2022, según pronosticó recientemente la presidenta del BCE, Christine Lagarde, esa recuperación no llegará plenamente a España hasta al menos finales de 2023, según prevé Benedit.
En UBS, la estructura del mercado bursátil español es la causa de su posición de infraponderar la exposición en el país. “Falta tecnología, farmacia e industria”, explica Ruiz-Scholtes. Y en deuda soberana, el banco suizo prefiere frente a la española la deuda italiana, que ofrece mayor rentabilidad. Para 2021, su estimación de crecimiento está algo por encima del avanzado por el Gobierno, del 7,5%, en la idea de que la vacuna contra el coronavirus pueda estar ya disponible en la primavera y de que ello haga posible una campaña turística de verano mucho mejor. Pero difiere del crecimiento extra que prevé el Gobierno a cuenta de los fondos europeos, por 27.000 millones en 2017 y que elevarían el PIB el 9,8%. “Ese extra nos parece excesivo. El efecto de los fondos europeos se verá más tarde, habrá que realizar inversiones que se materializarán en crecimiento más adelante”, añade Ruiz-Scholtes.
Para garantizar que los recursos del fondo de reconstrucción logran el mayor efecto positivo posible, los Presupuestos de 2021 serán clave y su tramitación, una vez más, no se augura fácil. “No hay estabilidad política, puede ser complicado aprobar las cuentas para 2021”, señalan desde un banco de inversión. Con anterioridad al Covid-19, el crecimiento y la inversión han seguido su curso sin sobresaltos, a pesar de que los Presupuestos llevan prorrogados desde 2018. La emergencia de la pandemia exige en cambio nuevas respuestas, que no desaten los nervios entre los inversores. En especial en lo que atañe a la deuda soberana.
“La única estrategia posible ahora es minimizar el shock con apoyo fiscal. Pero sin duda habrá que pensar en una salida, para minimizar el riesgo de pérdida de credibilidad por parte de los inversores que tienen que financiar la deuda adicional”, advierte Alicia García Herrero.
Los expertos coinciden en que aún es pronto para decir que habrá efectos negativos en el largo plazo en la percepción de los inversores hacia España. Pero todo va a depender de la gestión que se haga de las ayudas europeas.
“No podemos crecer con fórmulas que son parte del pasado. Las infraestructuras están bien pero hay que invertir en capital humano”, añade De Cadenas-Santiago. Y lanza una advertencia plenamente vigente desde hace tiempo pero aún más tras la jornada del viernes. “El objetivo es crecer y pagar la elevada deuda que dejará la crisis. Para ello hay que gastar bien el dinero europeo y acabar con el bloqueo institucional”.