La actividad industrial europea crece al mayor ritmo en dos años y ya aumenta en España
El PMI industrial español sube hasta 50,8 puntos, frente a los 49,9 registrados en agosto
La actividad del sector manufacturero español volvió a crecer en septiembre en medio de un aumento de la producción y una estabilización del empleo, aunque los nuevos pedidos siguieron cayendo y las empresas se mantuvieron relativamente cautelosas dadas las inciertas perspectivas a corto plazo. Así, el índice PMI que elabora IHS Markit mejoró en septiembre hasta 50,8 puntos, frente a los 49,9 registrados en agosto (los 50 puntos marcan el umbral entre contracción y expansión).
Mejores han sido los datos en Europa, donde el tirón alemán ha llevado al índice PMI industrial europeo a la mejor lectura en dos años. Los 53,7 puntos están ampliamente por encima de los 51,7 puntos de agosto y son la mejor cifra desde 2018, además de la tercera lectura consecutiva por encima de los 50 puntos (que separan contracción de expansión de la actividad). Los nuevos pedidos han escalado hasta 57 puntos.
Los datos han sido mejores en producción, pedidos y confianza en las perspectivas de negocio. Ello no evitó que las empresas de la región siguieran recortando puestos de trabajo, señal de que el ritmo de recuperación no se percibe sostenible. Alemania fue responsable de alrededor de la mitad de la mejora del sector.
En España, no obstante, el aumento de las necesidades de producción alentó a las empresas a contratar más personal por primera vez en casi un año y medio, aunque el informe subraya que fue un incremento muy leve y se produjo en el contexto de una disminución de los pedidos pendientes de realización, ya que persiste el exceso de capacidad en el sector.
Los encuestados por IHS Markit confían en un fuerte repunte en las carteras de pedidos españolas una vez que la COVID-19 se mantenga bajo control, si bien algunas empresas están preocupadas por el impacto a largo plazo que la pandemia tendrá en sus negocios y la economía en general.
Esta inquietud explica cierta cautela entre las empresas en sus decisiones de compra y gestión de inventarios, y muchas han preferido por utilizar los "stocks" existentes para cumplir con las necesidades de producción.