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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una operación histórica que abre una nueva etapa en la banca española

La necesidad de lograr sinergias y reducir costes está detrás del razonamiento que impulsa las fusiones en este periodo

CINCO DÍAS

La unión de CaixaBank y Bankia es mucho más que otra fusión bancaria más. La operación supone crear el banco líder del mercado español por volumen de activos, por oficinas y por clientes, entre otros parámetros. Implica, además, la pérdida de control estatal del banco que requirió más dinero para su saneamiento y rescate en la crisis financiera de 2008-2013. La absorción de Bankia por CaixaBank es una fusión, pero no entre iguales (nunca lo es), sino la consolidación en torno al exitoso proyecto histórico de La Caixa de la mayor parte del negocio de lo que fueron las antiguas cajas de ahorros, muchas de la cuales resultaron incapaces de resistir la anterior crisis. Por varios de esos aspectos, la que aprobaron ayer los consejos de administración de las dos entidades es una operación histórica que abre una nueva etapa en la banca española.

La crisis del coronavirus y el previsible aumento de la morosidad asociado a ella no hacen más que agravar un escenario muy difícil para la banca. Las entidades han caído con fuerza en Bolsa y han visto empeorar drásticamente sus resultados en un entorno de bajos tipos de interés, caída de ingresos, estrechamiento de los márgenes, necesidad de inversiones para seguir haciendo frente a la acelerada digitalización del negocio y competencia de nuevos jugadores en los segmentos más rentables del negocio. La necesidad de lograr sinergias y reducir costes está detrás del razonamiento que impulsa las fusiones en esta etapa. Habrá que ver si, como espera el mercado, esta operación abre un baile de nuevas uniones entre bancos. La de Bankia y CaixaBank crea la más capitalizada de las grandes entidades financieras españolas y, de alguna manera, refuerza la solvencia del sistema financiero en su conjunto.

El Estado permanece inicialmente como accionista relevante representado en el consejo, aunque el destino natural de su participación es la privatización. El dinero del rescate de Bankia no se ha perdido ahora, el grueso se perdió en el pasado, aunque ahora sea más visible. Llevar ahí el debate es desenfocar la cuestión, porque además el objetivo de las ayudas no era recuperarlas, sino rescatar de la quiebra una entidad cuya caída habría sacudido aún más el sector financiero español y agravado la crisis. La fusión maximiza las opciones de recuperar una parte de las ayudas públicas, según el juicio del mercado. La reconocida trayectoria de las personas que estarán al frente de la entidad fusionada es la mejor garantía de que la gobernanza y gestión del banco serán adecuadas. Ojalá tenga mucho éxito.

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