La crisis lleva un giro ‘social’ a la Fed, que enfoca su objetivo en empleo
Un mercado laboral robusto es compatible con un aumento moderado y temporal de la siempre indeseable inflación
La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) puso sobre la mesa ayer una nueva estrategia en el marco, esta vez virtual, de la tradicional reunión de banqueros centrales en Jackson Hole. Acuciado por la crisis derivada de la pandemia, Jerome Powell ha anunciado nuevas medidas para combatir el desplome económico y ha lanzado un compromiso renovado del organismo con la creación de empleo como objetivo supremo, en una disposición que si no proviniese del templo del liberalismo alguno podría calificar de social. Los riegos sobre el empleo se han incrementado de tal manera sobre la población de Estados Unidos que la reacción de la Fed y su nueva estrategia avanzan otro largo periodo de tipos de interés bajos.
El banco central estadounidense ha optado con este nuevo enfoque por la flexibilidad con respecto al objetivo de inflación, que se situará en un nivel medio del 2% a largo plazo pero admitirá periodos en los que se supere ese tope “durante algún tiempo”, en un intento de asegurar el crecimiento y que el empleo no se aleje de sus niveles máximos. Así, la nueva hoja de ruta aumenta su margen de maniobra en la aplicación de estímulos a la economía. Este notable giro estratégico para el largo plazo de la Fed, con el máximo nivel de empleo como “objetivo amplio e inclusivo”, prueba tanto la firme voluntad de combatir desde la política monetaria la crisis económica como la profundidad de esta. De hecho, Powell se desmarca de declaraciones previas en las que advertía de que un bajo desempleo podía causar exceso de inflación.
Powell, que a poco más de dos meses de las elecciones presidenciales de EE UU también ha lanzado un nítido mensaje a Washington reclamando respaldo de la política fiscal, marca así un camino que también ha empezado a transitar el Banco Central Europeo (BCE) y que debe desembocar igualmente en ablandar el objetivo de inflación, a pesar del impacto que sobre esta pueda ejercer el gigantesco aumento de los estímulos. El estallido de la crisis por el Covid sorprendió al BCE en el inicio de su revisión estratégica, pero este aplazó su anuncio para 2021. Uno de los puntos de debate de esta es precisamente el inamovible mandato del objetivo de inflación. Sin embargo, no son tiempos de perder el tiempo, y Christine Lagarde debe actuar ya sin tapujos.
Lo que el banco central de EE UU ve como un “objetivo nacional”, es decir, la solidez en el empleo, tiene que ser el libro de cabecera de la política monetaria a nivel global, pero también del empeño político de los Gobiernos. El nuevo mensaje de la nueva normalidad es que un mercado laboral robusto es compatible con un aumento moderado y temporal de la siempre indeseable inflación.