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Los fondos de empresa necesitan supervisión para hacerlos atractivos

Puede contribuir a su expansión la vigilancia a la que les va a someter a UE

Los fondos de pensiones de empresa (o de empleo en terminología sindical) no han echado raíz en España. Después de más de 35 años regulados y convenientemente estimulados con deducciones fiscales, tienen un ahorro acumulado de 34.000 millones de euros, bastante menos de la mitad que los de carácter individual. Tampoco es que estos se hayan convertido en un instrumento de captación de ahorro fundamental, pues solo acaparan el 6,5% del PIB y un 3% de los activos financieros de los hogares, y también pese a que supuestamente tienen un incentivo fiscal muy generoso. La propia Airef ha admitido recientemente que no ha sido un instrumento que haya funcionado para cumplir las expectativas que había levantado.

Pero los de empresa solo se han concentrado en grandes compañías tanto por la pasividad de los gestores de las mismas como de los representantes de los trabajadores, además de tener la competencia activa de unos niveles de protección por parte de la Seguridad Social muy elevados. Hay que recordar que España es de los países del continente en los que más porcentaje del último sueldo determina la pensión de jubilación. Hay que recordar también que grandes empresas españolas hicieron el camino al revés en los años ochenta, deshaciéndose de sus sistemas de protección de las plantillas para integrarlos en la Seguridad Social pública, y descargar así de compromisos financieros a las compañías.

En España es evidente que estos instrumentos de previsión colectiva privados necesitan una vuelta, porque la previsión pública está abocada a una contracción del nivel de protección con cierta urgencia. Puede ser con nuevos estímulos, o incluso con una norma obligatoria para destinar una parte de la cotización pública del sueldo a capitalizar fondos privados dentro de la empresa, que deberá aportar una cantidad similar. Ello restará también presión al sistema público ampliando las fórmulas de capitalización, que cubren dos frentes nunca explorados en España en el seno de la protección de la vejez de forma corporativa: se logra mayor rentabilidad para el partícipe, y se capitaliza con ahorro la economía, que buena falta tiene.

Puede contribuir a la expansión de este instrumento de ahorro la vigilancia a la que les va a someter la Unión Europea, con test de estrés cada cierto tiempo que vigilarán la solvencia de los mismos y la coherencia en las inversiones acometidas por los gestores. Se trata de evitar sorpresas desagradables a las finanzas de las empresas, así como dar ciertas garantías de seguridad a la inversión de los partícipes. El primer examen interno será en enero, y debería ir acompañado de un esfuerzo de flexibilización de los fondos de empresa para extenderlos y aportar ahorro de futuro a los trabajadores.

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