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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La mala situación económica ya lastra las cuentas de las grandes empresas

Hace falta una sólida recuperación que aún no se avizora para que el aumento de deuda no sea una amenaza a la viabilidad de numerosas compañías

CINCO DÍAS

Las grandes empresas españolas han elevado su endeudamiento en la primera mitad de 2020. Este mayor apalancamiento es consecuencia tanto de operaciones de crecimiento y expansión de algunas compañías concretas como también, por desgracia, de una menor generación de caja y, en ocasiones, de abultadas pérdidas.

Los balances y cuentas de resultados de las empresas del Ibex 35 dejan ver ya las heridas de la crisis económica provocada por la pandemia y el confinamiento. España es uno de los países más golpeados por el coronavirus en términos sanitarios, pero además es el que con más dureza de todo el mundo, que se sepa hasta ahora, ha sufrido la recesión económica que ha seguido a la emergencia sanitaria. Ese duro golpe tiene que ver en parte con la propia estructura de la economía española, en la que el turismo es un sector clave, pero también con el modo en que se ha gestionado la crisis en materia económica, con numerosos errores de diagnóstico, de discurso y de ejecución.

Las empresas no han podido abstraerse de esa situación de recesión aguda que ha provocado una caída de los ingresos y una menor generación de caja. Entre las compañías no financieras del Ibex hay algunos ejemplos evidentes del sector de los viajes y el turismo que han entrado en pérdidas por el desplome de los desplazamientos y de las actividades de ocio y muchas otras a las que el frenazo económico les empieza a afectar de forma directa o indirecta.

La mayoría de las compañías ha reforzado sus colchones de liquidez y se ha preparado para la crisis. Algunas han puesto en marcha emisiones y ampliaciones de capital. La política monetaria y los avales públicos están resultando decisivos para que el colapso económico no sea incluso mayor. Se ha evitado una fragmentación monetaria excesiva como la que se observó en la anterior crisis y de la que sin duda España habría sido víctima.

Esos factores externos y el buen hacer de los responsables financieros de las compañías han permitido a muchas de ellas rebajar sus costes efectivos de financiación a mínimos históricos. Eso permite ganar tiempo, pero hace falta una sólida recuperación económica que aún no se avizora para que el aumento de deuda no sea una amenaza a la viabilidad de numerosas compañías. España debe aprovechar el proceso de reconstrucción, que cuenta con un respaldo financiero histórico por parte de Europa, para reformar de forma eficiente su modelo económico y crear así condiciones adecuadas para que las empresas puedan generar de nuevo riqueza y empleo.

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