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Nanoker, el amortiguador del acelerador de partículas europeo

La pyme de nanocerámicas de Oviedo suministra un componente esencial al colisionador del CERN en Ginebra

Una empleada de Nanoker controla las dimensiones de unos productos.
Una empleada de Nanoker controla las dimensiones de unos productos.

Un puñado de profesionales preparados y decididos. Un desafío ilusionante, de los que no admiten errores. Unos logros técnicos de altísimo nivel. Mezclen los ingredientes y obtendrán la fórmula del éxito de Nanoker Research.

Esta pyme tecnológica, con sede en Oviedo y creada en 2011, ha sabido convertirse en pocos años en todo un referente en el desarrollo de nuevos materiales cerámicos y la fabricación de componentes de alto valor añadido para distintos sectores industriales, a tal punto que hoy uno de sus clientes es nada menos que la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en francés).

Las premisas de esta historia con final feliz se hallan en 2006, cuando arranca el proyecto europeo IP Nanoker, coordinado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y dotado con 18,5 millones de euros.

En él se aglutinan algunas de las empresas más innovadoras de la UE, con el objetivo de detectar y superar las barreras en la industrialización, por un lado, de los materiales cerámicos de un tamaño intermedio entre las estructuras moleculares y las microscópicas, y, por el otro, de productos de nanocerámica que puedan encontrar una aplicación en la biomedicina y la industria para condiciones extremas.

Samuel Menéndez, director general de Nanoker

El proyecto –que acaba en 2009– es un éxito y genera ocho patentes que cubren proceso y materiales, pero ningún producto.

Samuel Menéndez, director general de Nanoker: "El trabajo para fabricar exactamente lo que quería el CERN fue agotador, pero con el esfuerzo de todos lo logramos".
Samuel Menéndez, director general de Nanoker: "El trabajo para fabricar exactamente lo que quería el CERN fue agotador, pero con el esfuerzo de todos lo logramos".

Dos años después, con el fin de explotar comercialmente el conocimiento acumulado en el proyecto y como continuación de dos empresas spin-off creadas anteriormente en el campo de las cerámicas técnicas (Keratec Advanced Materials y Bioker Research), nace Nanoker.

La cifra

53% de las ventas en el ejercicio 2019 se realizaron en España. El restante 47% de los productos se exportó principalmente hacia Suiza y Estados miembros de la UE como Francia, Alemania, Portugal, Reino Unido y Suecia. “También comenzamos recientemente a realizar operaciones con EE UU, Eslovenia y Polonia”, destaca el director general de Nanoker, Samuel Menéndez, para quien la vocación internacional de esta pyme “fue clara desde el principio”.

Para su director general, Samuel Menéndez, un papel importante en el lanzamiento de la empresa fue “el interés de una serie de profesionales dispersos en otras compañías, reunidos por el socio fundador y principal impulsor, Ramón Torrecillas”.

La evolución de la pyme se refleja en las ventas, que se multiplican por diez en ocho años, pasando de los 250.000 euros del primer ejercicio a los 2,5 millones de euros registrados en 2019.

La mejor tasa de crecimiento anual se da en 2018, cuando la cifra de negocio se duplica con respecto al año anterior, hasta alcanzar los 1,6 millones de euros.

Menéndez lo vincula a la licitación ganada por Nanoker para fabricar los disipadores de energía que se instalan en los colimadores del mayor acelerador de partículas existente, el del CERN, que se encuentra en un túnel de 27 kilómetros de circunferencia y a una profundidad de 175 metros bajo tierra, en la frontera entre Francia y Suiza, cerca de Ginebra.

Estos elementos entran en contacto directo con las partículas que giran en el interior del acelerador y deben ser capaces de absorber y soltar la energía generada, de manera que los demás equipos no se vean afectados. Están hechos con un nuevo material, fabricado compactando a alta presión polvos metálicos o cerámicos que son tratados con descargas eléctricas y a temperaturas cercanas a los 3.000 °C.

La cifra de negocio ha pasado de los 250.000 euros registrados en 2011 a los 2,5 millones del último ejercicio

“Recientemente hemos realizado las últimas entregas de las casi 400 previstas en el contrato, que ha durado año y medio”, explica Menéndez, quien recalca que esta actividad ha supuesto un gran avance en la especialización de Nanoker. “El proceso de cualificación técnico y organizativo previo por parte del CERN ha sido muy exigente”, dice el director general de la empresa.

De todos los numerosos momentos de dificultad que la empresa tuvo que afrontar en su camino, este fue, sin duda, el mayor. Previamente, en el año 2013, Nanoker había firmado con el Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología (CINN, un instituto cogestionado entre el CSIC, el Gobierno del Principado de Asturias y la Universidad de Oviedo) un convenio de colaboración para la explotación conjunta de la tecnología con la que, en un segundo momento, fabricaría el disipador.

Al presentarse a la licitación del CERN, sin embargo, la pyme partía solo de un diseño conceptual del producto.

El reto consistió en industrializar su fabricación y cumplir con todas las especificaciones técnicas propuestas por la organización, un hito que logró a mediados de 2018. Hasta entonces el proyecto había navegado por aguas procelosas, al presentar un riesgo tecnológico muy alto.

Disipadores de energía fabricados por Nanoker para el acelerador de partículas del CERN.
Disipadores de energía fabricados por Nanoker para el acelerador de partículas del CERN.CERN

“Fueron muchos días de trabajo agotador, en los que no dábamos nunca con la clave, pero gracias al esfuerzo de nuestra plantilla finalmente conseguimos el objetivo”, rememora Menéndez. Una plantilla que, por cierto, creció desde la media docena de empleados que Nanoker tenía al principio de su actividad hasta los 23 que trabajan en esta pyme en la actualidad.

Su nivel técnico es muy alto. Tanto el personal de fábrica como el del área técnica e I+D tienen cualificaciones profesionales al máximo nivel. “Desarrollamos nuestra actividad en un marco internacional con exigencias cada vez mayores, de modo que el nivel de formación debe ser tal que nos permita adaptarnos rápidamente a los nuevos entornos”, concluye Menéndez.

Algunos productos fabricados por Nanoker.
Algunos productos fabricados por Nanoker.

‘Portfolio’ diversificado y metodología propia

El mercado en el que se desenvuelve Nanoker está diversificado “tanto geográficamente como por tipología”, explica Samuel Menéndez, director general de la pyme ovetense cuyo negocio principal son los productos de cerámica técnica.

Lo que les proporciona una ventaja, en su opinión, es la calidad del servicio, con plazos de fabricación y suministro muy inferiores a los de su competencia, que se obtienen gracias al desarrollo de metodologías de producción propias.

“Pero donde Nanoker realmente genera más ingresos es en la venta de productos muy novedosos que ha desarrollado en procesos de innovación abierta con otras empresas e instituciones”, señala Menéndez. “Ahora estamos trabajando en prototipos de disipadores de energía que duplican la capacidad de los que están actualmente en el mercado”, subraya.

En el portfolio de esta compañía, los componentes industriales y antidesgaste suponen el 37%; los disipadores de energía, el 26%; los componentes para la automoción, el 15%, y los elementos para la industria relojera, el 10%. Otro 4% cada uno representa las soluciones para la deformación plástica de metales, la crisolería y los bloques CAD-CAM para el sector dental, respectivamente, detalla el directivo.

Implante dental cerámico de Nanoker.
Implante dental cerámico de Nanoker.

Un trasplante dental rompedor

El principal objetivo a corto y medio plazo de Nanoker es la creación de una spin-out corporativa vinculada a un proyecto clave, “probablemente el más crítico para la empresa”, según su director general, Samuel Menéndez: el desarrollo de una solución disruptiva de implante dental cerámico, para la que esta pyme ha conseguido 1,9 millones de euros de la Comisión Europea en la fase 2 de la convocatoria SME-Instrument.

De momento, la compañía ha logrado el máximo nivel de madurez tecnológica y ha comenzado los ensayos clínicos –la meta es colocar 20.000 implantes en humanos en tres años– y ha dado los primeros pasos para la obtención del marcado CE.

Para la creación de la spin-out están buscando financiación mediante venture capital o instrumentos de inversión mixtos, públicos y privados. El camino, sin embargo, no está exento de dificultades. Entre sus clientes, muchos –sobre todo en la automoción– se vieron obligados a reducir o parar su actividad durante la emergencia provocada por el Covid-19.

“Significa una penalización en la consecución de los objetivos comerciales para este año”, admite Menéndez, quien relata que su empresa bajó la producción en un 25% los dos meses del pico epidémico, pero elevó su actividad en I+D.

La perspectiva de la firma es ahora mantener las cifras de negocio del ejercicio anterior, pero con expectativas de crecimiento derivadas de varios proyectos que se espera den su fruto a lo largo del próximo año.

“Tenemos buenas sensaciones”, asegura Menéndez. Nanoker se ha especializado como un proveedor de materiales de altas prestaciones y productos de muy alto valor añadido, por lo que el objetivo ahora “pasa por avanzar en estrategia y organización comercial, en digitalización y en gestión de la innovación”, apunta.

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