Claves para invertir en la era posMoore
ASML, líder en maquinaria de semiconductores, se ha revalorizado un 22% en 2020. Su mercado es ideal: altas barreras de entrada y escasa competencia
Si queremos encontrar una compañía capaz de suministrar una máquina que pueda fabricar las estructuras de silicio más pequeñas del mundo, no hay que desplazarse ni al Silicon Valley ni al continente asiático. La tenemos mucho más cerca, exactamente en Veldhoven, una pequeña población situada a 5 km de Eindhoven (Países Bajos). Sin duda, es la primera de la clase en este singular y escondido casi monopolio tecnológico.
Hace mucho tiempo que en la industria de semiconductores circula un irónico dicho: el número de personas que predicen la muerte de la Ley de Moore se dobla cada dos años.Pero esta vez parece que la tecnología litográfica de silicio se prepara para cerrar una exitosa historia. Fue Gordon Moore, cofundador de Intel, quién en 1975 predijo que se duplicaría el número de transistores de un procesador cada dos años, una apuesta clara por ir reduciendo reiteradamente el tamaño de un chip. Pero cuando esas estructuras se acercan al nivel atómico, las leyes de la física vaticinan su final, por lo menos en el actual formato tecnológico. Aún y así, los retos de la tecnología 5G o la inteligencia artificial, por citar algunos, requieren seguir progresando en esta línea, aunque sea más lentamente.
Pero hay más obstáculos que pueden frenar este desarrollo. Desde 2010, el coste de una fábrica de semiconductores de última generación (fab) se ha disparado exponencialmente. Por ejemplo, una que produzca estructuras de silicio de 5 nm (nanometro o la milmillonésima parte de un metro), con capacidad para integrar 170 millones de transistores por mm2, tiene un precio cercano a 17.000 millones de dólares. Para hacernos una idea, algo parecido a la capitalización en Bolsa de Aena.
Las previsiones apuntan a que se alcanzarán los 3 nm de miniaturización en 2023, pero después será difícil avanzar. No obstante, Intel se ha propuesto en 2030 conseguir operar una fab que produzca chips de 1,4 nm, aunque se podrían disparar las necesidades de capital más allá de lo razonable, en relación al valor agregado. En cualquier caso, con esta dilación, la Ley de Moore se queda atrás.
Es en Veldhoven dónde producen las máquinas más avanzadas para fabricar semiconductores: son del tamaño de un autobús y pesan cerca de 200 toneladas. La empresa se llama ASML y es líder en tecnología de litografía ultravioleta extreme o EUV (Extrem Ultraviolet Lithography). Por el momento, la EUV representa solo el 11% de su fabricación, seguido de las máquinas de ultravioleta profunda o DUV (Deep Ultra Violet), que pueden considerarse sistemas más tradicionales para producir semiconductores. Las previsiones de ASML apuntan a que su gama EUV crecerá rápidamente, hasta alcanzar una cuota de 66% de su producción. La firma holandesa no está sola en este selecto mercado (tiene competidores como Canon o Nikon), pero ASML cuenta con un factor diferencial: es la más avanzada en la tecnología EUV. Estas máquinas operan con un potente láser de plasma, en un entorno de alto vacío, utilizando espejos ultra-planos multicapa que reflejan el haz de luz requerido para vaporizar partículas estañadas de forma precisa y poder conseguir las obleas de esos preciados y reducidos semiconductores.
El ensamblaje de una de estas máquinas es delicado y conlleva varias semanas en fábrica, para luego continuar con otro largo periodo de puesta en marcha en la fab del cliente. Los equipos y software de verificación y mantenimiento, son un factor clave; también los produce ASML.
Actualmente, la firma holandesa ya está trabajando en la siguiente generación de máquinas, prevista para 2030 (con Intel posiblemente como cliente), con una nueva tecnología denominada High-NA. Afirman que será un 70% superior en prestaciones a la EUV.
Para producir estas máquinas, la compañía se nutre con una amplia red de 5000 suministradores de material. Hay componentes que son muy críticos, lo que induce a que aplique una estricta estrategia de acumulación de know-how vertical que ha dado sus frutos. Por ejemplo, la fuente de luz láser es fabricada por la norteamericana Cymer; y resulta ser un componente tan clave, que Cymer fue adquirida por ASML. Recientemente, ASML también ha anunciado la adquisición de Berliner Glas, una empresa alemana de módulos cerámicos y ópticos. Otros componentes críticos pueden ser las lentes especiales que suministra Carl Zeiss o el brazo robotizado de VDL.
Una desventaja para ASML es que su tecnología EUV ya figura en la lista Wassenaar, por estar clasificada como de doble uso para aplicaciones civiles y militares. Esto ha propiciado que el gobierno holandés haya tenido que denegar determinadas licencias de exportación a China (para las máquinas más avanzadas), un suculento mercado potencial para ASML.
Aún y así, el crecimiento de ASML es espectacular en las principales plazas de semiconductores: Corea del Sur, China, Taiwan y USA. Sus ingresos aumentaron un 8% en 2019, hasta alcanzar los 12.000 millones de euros, con un beneficio neto de 2.600 millones. Los resultados del segundo trimestre de 2020 han sido un 30% mejores que en el año anterior y un 36% superior al primer trimestre de este año, a pesar de la crisis del Covid-19. No obstante, tiene un PER de 46, un ratio alto frente a la media de 30 para la industria de semiconductores.
En Bolsa, ASML ha crecido un 256% durante los últimos 5 años, frente al 53% del S&P 500 o el -8% del Eurostoxx 50. Desde inicios de 2020, la empresa se ha revalorizado un 22%, frente al -0,5% del S&P 500 o el -12% del Eurostoxx 50.
La Ley de Moore se originó en el Silicon Valley, pero todo parece indicar que concluirá en Veldhoven. Para un inversor que desee apostar por el proveedor de las máquinas que fabricarán esos diminutos chips en el periodo post-Moore, ASML debería ser una buena opción. Su situación en el mercado de maquinaria de semiconductores es el sueño de cualquier fabricante: altas barreras de entrada y escasa competencia.
Xavier Alcober Fanjul es Ingeniero consultor