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Targhetta (Atlantic Copper): “Invertiremos 500 millones en sostenibilidad en cinco años”

Resalta la colaboración público-privada como “principio irrenunciable” para salir de la crisis económica generada por el Covid-19

El consejero delegado de Atlantic Copper, Javier Targhetta.
El consejero delegado de Atlantic Copper, Javier Targhetta.

Atlantic Copper es la primera empresa en producción de cobre de España. Con motivo de su 50 aniversario, CincoDías entrevista a su consejero delegado, Javier Targhetta (Madrid, 1948). Es ingeniero de minas por la Universidad Politécnica de Madrid y diplomado por IESE en Alta Dirección de la Empresa. Dirige desde 1990 la compañía española de extracción de cobre y antes pasó por el sector naviero como director general de Ruiz de Velasco y presidente de la Empresa Nacional Elcano hasta 1990.

El directivo tiene claro que para salir de la crisis económica que ha generado la pandemia de coronavirus hay un “principio irrenunciable”, la colaboración público-privada. “El empresariado clama por un acuerdo de mínimos entre grandes partidos, que incluya parámetros para la reconstrucción económica”, subraya.

En este sentido, destaca que se debe impulsar a las pymes, ya que, en su opinión, tienen más problemas de acceso a financiación que las grandes compañías. Considera que los avales públicos del ICO están siendo “fundamentales” para la supervivencia de muchas empresas en este contexto de incertidumbre que ha generado el Covid-19, pero también pide una mayor implementación de líneas de seguro de cobro y que se apoye a sectores como el de la construcción y el del automóvil, grandes tractores de la economía española.

En cuanto a la empresa que dirige, Targhetta se muestra optimista pese al miedo que ha creado el coronavirus en la industria. Al ser considerada actividad esencial la producción de cobre por su utilización en ámbitos como la sanidad o la alimentación, Atlantic Copper “no ha parado un solo instante” durante los meses que el Gobierno decretó el estado de alarma.

“Sí hemos tenido problemas de ventas y abastecimiento de materias primas, como es normal. El mercado español de cobre cayó en torno al 50%, pero hemos sido capaces de seguir sin interrumpir la producción y creemos que no vamos a tener problemas durante el resto del año”, señala el directivo.

De hecho, la compañía, propiedad del grupo Freeport-McMoRan, suplió las ventas en el país con exportaciones, sobre todo a China. Targhetta confía en que el mercado mundial de cobre se normalice para final de año, e incluso antes en Europa. “Si no hay rebrote de la pandemia, podríamos estar en tres meses en un porcentaje de la actividad próximo al 100% en España, Europa y EE UU”, afirma.

Atlantic Copper, con sede en Huelva y que también produce ácido sulfúrico, maneja una facturación cercana a los 2.000 millones de euros por año y pese al Covid-19 prevé mantenerse este curso en el mismo nivel. Según Targhetta, alcanzará una producción de 285.000 toneladas de cobre y 1,1 millones de toneladas de ácido sulfúrico.

Plan inversor

Las inversiones de Atlantic ­Copper en medioambiente en estos 20 últimos años han sido de más de 250 millones de euros. De hecho, su huella de carbono es de las más bajas dentro del sector a nivel global y con el fin de seguir mejorando en sostenibilidad y reciclaje de materiales invertirá 500 millones de euros en los próximos cinco años. El plan medioambiental de la empresa apunta a adecuar sus instalaciones para conseguir un mayor tratamiento de cobre secundario y metales preciosos, como el oro, el platino, el paladio y la plata. “Estamos estudiando para poder meternos en ello y valorizarlo, incrementar nuestro margen para hacer nuestro negocio más sólido”, apunta Targhetta.

El grupo Freeport-McMoRan cuenta con tres fundiciones en el mundo: España, EE UU e Indonesia. Según el directivo, la planta española es la que presenta mejores índices de eficiencia energética y de costes.

“Estamos convencidos de que tenemos que contribuir a frenar el cambio climático y vamos hacia el vertido cero de nuestra industria. Lo vamos a lograr en poco tiempo”, asevera.

Para que la industria española continúe siendo competitiva ante países como Alemania y Francia, Targhetta reclama una bajada del coste del megavatio hora (MWh). “Tenemos un precio entre 10 y 20 euros más caro que estos países. Clamamos por que haya nuevas subastas de interrumpibilidad, porque no están ni anunciadas y es un mecanismo de renumeración de un servicio prestado por la industria", advierte.

Asimismo, señala que el precio del cobre, que se fija en los mercados de Nueva York, Londres y Shanghái, “no es muy atractivo” para nuevos inversores y prevé que esto cause una “tensión” entre oferta y demanda.

“El reto va a estar en ser capaces de suministrar el cobre en la gran demanda que va a haber, que será tremendo. Atlantic hará los deberes para no fallar en el suministro a los consumidores que lo transformarán en cables, motores eléctricos, etc.”, reflexiona Targhetta.

En las tres próximas décadas, la descarbonización de la economía, la electrificación, el desarrollo de las energías renovables y del vehículo eléctrico van a demandar importantes cantidades de materias primas y, en concreto, el cobre va a jugar un “papel fundamental” para su desarrollo.

Empleo

El consejero delegado de Atlantic Copper se muestra optimista y confía en que no se produzca pérdida de empleo en el sector. “Estamos observando un repunte de la actividad y el tiempo que ha pasado es muy corto para que el empleo que se haya perdido no se recupere, El mundo necesita cobre y el empleo que se haya perdido durante el parón económico se va a recuperar”, comenta.

Desde comienzo de principios de marzo, la compañía onubense, que cuenta con más de 1.000 empleados, viene intensificando las medidas de prevención y seguridad –tanto sanitarias como organizativas– para garantizar el bienestar de los empleados, contratistas y suministradores, y contener las posibilidades de propagación del coronavirus en sus centros de Madrid y Huelva.

Protocolo anti-Covid

El protocolo de seguridad que la empresa puso en marcha incluye sistemas de teletrabajo, que afectan al 33% de la plantilla, y un decalaje de las horas de entrada de los primeros turnos presenciales para evitar la interacción de personas y la coincidencia en los vestuarios. También ha minimizado el servicio de comedor, dotándolo a su vez de normas adicionales de higiene y no concurrencia.

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