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La sentencia sobre datos de la UE abre otro frente en la guerra fría tecnológica

La mejor solución sería un nuevo acuerdo entre EE UU y la UE, pero a Washington no le gustarán los términos

Efe

Si los datos son el nuevo petróleo, el importantísimo oleoducto transatlántico de la economía mundial corre el riesgo de bloquearse. El máximo tribunal de la Unión Europea (UE) anuló el jueves la base jurídica en virtud de la cual muchas empresas transfieren datos a Estados Unidos. Uno de los escenarios que podrían darse ahora es la balcanización de las normas de privacidad, algo que puede resultar nefasto para grupos como Facebook. Otra posibilidad es un pacto más difícil entre la UE y Estados Unidos, que implicaría una cesión de soberanía por parte de Washington.

La resolución histórica del Tribunal de Justicia de la Unión Europea representa otra victoria más para el activista de la privacidad Max Schrems. Este austriaco de 32 años se dio a conocer en 2015 por su papel en la invalidación de Puerto Seguro, un antiguo acuerdo entre Washington y Bruselas para proteger los datos personales enviados a Estados Unidos. El tribunal decretó el jueves que el sucesor de Puerto Seguro, Escudo de Privacidad, firmado en 2016 y al que se acogen posiblemente 5.000 empresas, también es nulo. Afirmó que cualquier empresa que quisiese enviar datos fuera de la UE debía asegurarse de que gozan de las mismas protecciones de las que disfrutan conforme a la legislación europea.

Eso es poner el listón alto. En el caso de Estados Unidos, el tribunal no estaba de acuerdo con la vigilancia del Gobierno: según el Escudo de Privacidad, los europeos no tienen el derecho legal de denunciar una posible intromisión de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense, por ejemplo. Esta misma lógica podría complicar un acuerdo sobre los datos con Reino Unido después del Brexit. En un caso extremo, las empresas podrían tener que almacenar todos los datos localmente. A los equipos publicitarios de Facebook en Estados Unidos se les podría prohibir entonces acceder a la información de los usuarios franceses. El BSA, un grupo de presión para las empresas de software corporativo, ha calculado que el PIB europeo podría caer entre un 0,8% y un 1,3% si se interrumpiesen los flujos de datos.

Eso significa que todo el mundo, salvo los activistas de la privacidad más fanáticos, preferiría una solución intermedia. La solución más evidente es que la Comisión Europea y el Departamento de Comercio estadounidense elaboren un nuevo Escudo de Privacidad reforzado, con un periodo de gracia para que las empresas hagan el cambio. Podría ser más fácil negociar con un socio como el candidato presidencial demócrata Joe Biden, que es el favorito, que con el actual presidente Donald Trump. Pero sigue habiendo un impedimento: Schrems impugnará cualquier acuerdo que permita que los europeos sean vigilados por el Gobierno estadounidense sin compensación legal. El cumplimiento de ese requisito podría implicar una cesión de soberanía jurídica. Y eso es algo que Washington no suele hacer a la ligera.

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